Identidad Alimentaria en Fin de Año
14 de diciembre de 2023
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esde que Food Monitor Program ha realizado su monitoreo
con relación a la seguridad alimentaria, la escasez de la carne de cerdo para las fiestas de fin de año ha sido una constante en Cuba. En 2021, en una columna de opinión, la investigadora principal relataba la sustitución de la carne de puerco por pollo para la festividades, haciendo un importante énfasis en la importancia de las recetas y tradiciones culinarias en las festividades, especialmente para las fechas como Navidad y Año Nuevo.
Iniciando este ejercicio de monitoreo, destacábamos cómo la comida no solo alimenta, sino que está arraigada en rituales y lazos sociales, en la resistencia de la población cubana ante la dificultad para obtener ciertos alimentos, y en el anuncio de una creciente crisis económica, acompañada de otras restricciones. Esta situación no solo ha afectado la dieta de los cubanos, sino el significado emocional y social de estas celebraciones.
Hace dos años, se hablaba del impacto emocional y cultural de la escasez de carne de cerdo en las familias cubanas. En ese entonces, se pensaba que la situación de carencia se debía al impacto de la crisis económica y turística, generada tras la pandemia de COVID-19 y, en menor medida, por las políticas públicas del régimen, en particular la “Tarea Ordenamiento”. Dicho de otro modo, se pensaba que esta crisis se debía más a los efectos de la crisis económica mundial postpandemia que por las decisiones del gobierno cubano. Sin embargo, el régimen demostró que podía tener un impacto más negativo en la situación de su población que una pandemia.
Por supuesto, esta afirmación precisa de una explicación (lo que gratis se afirma, gratis se niega). La mayoría de los países tuvo una rápida recuperación económica, un poco acelerada, en 2021. La recuperación para 2021 fue rápida y hubo un leve decrecimiento en 2022. Mientras tanto, en Cuba, la crisis económica seguía agravándose y su posible atajo se borró por el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Se esperaba que hubiera una afectación en algunos productos, como el trigo y algunos insumos agrícolas, como los fertilizantes. Y, sin embargo, los alimentos derivados de la proteína animal seguían siendo escasos. Para 2023, el cerdo pasó de ser una comida identitaria a un alimento de lujo. En una reciente columna de FMP, se señala que incluso en aquellas regiones donde hay cría de cerdo, los precios se han vuelto inalcanzables para la población general. La “Tarea de Ordenamiento”, señala la columna, propició la generación de monopolios que evitan los mercados y los topes estatales de precios. No es, necesariamente, una escasez “natural” en la oferta sino una especulación del mercado de productos porcinos lo que distorsiona el precio. Para colmo, lo que disponían las regulaciones estatales ha generado un baipás que permite que los productores se aprovechen del mismo sistema para imponer precios exorbitantes en la carne de este animal.
En estos pocos años, hemos visto cómo la situación de escasez en la isla está superando los peores momentos del Periodo Especial y que, a diferencia de la década de los noventa, en este caso, la responsabilidad cae, enteramente, en las decisiones de política pública del régimen. La escasez de alimentos de origen animal obedece a los desaciertos de las decisiones estatales, que además no han podido controlar la estrepitosa devaluación del peso cubano, factor fundamental para comprender por qué algunos productores prefieren acaparar la oferta y especular, buscando obtener mayores ganancias, por lo menos nominales.
Lo preocupante no es, principalmente, estas prácticas y conductas de los productores, o de la vista gorda que hacen los agentes estatales, sino que, en menos de dos años, la escasez de la carne de cerdo se haya normalizado a tal punto que ya la discusión de la falta de este alimento se de por sentada. Es decir, en muy poco tiempo, por causa de la situación económica de la isla, hay una acelerada extinción de parte de la identidad alimentaria cubana. Las ferias agropecuarias de fin de año mayormente no contarán con productos cárnicos vacunos y porcinos, sino con sustitutos utilizados para la producción de embutidos.
Ya estuvo bueno de romantizar las formas creativas en las que las familias cubanas retoman las “recetas” de los peores años del Periodo Especial para reinventar las fechas especiales. Es imperativo que la sociedad civil independiente y los organismos internacionales competentes hagan un llamado para detener esta transformación nociva de la identidad alimentaria cubana, sobre todo sabiendo que las soluciones están a la mano: basta con liberalizar un poco el mercado y la política. Pero el régimen, sabiendo que estas pequeñas concesiones pueden suponer el inicio del fin, prefiere apostarles a los modelos de producción concentrados, a la manera en la que la República Popular China lo ha hecho. Ahora bien, esa podría ser una solución, siempre y cuando se cuente con las condiciones necesarias en materia de infraestructura y de poder financiero. Saldrá peor la cura que la enfermedad.