nuestra mente las recetas que han marcado nuestra vida. Pero, qué pasa cuando no podemos conseguir los alimentos que buscamos; qué pasa cuando una receta debe ajustarse a lo que puede conseguirse. Estas restricciones merman nuestra esperanza en el año venidero y atentan contra nuestras tradiciones.

 

Los ritos alrededor de la comida son parte de nuestra naturaleza como seres humanos y de nuestra construcción social. No es solo el hecho de alimentarnos, es lo que se teje desde la selección de las recetas, la compra de los productos, la preparación de los alimentos y, por supuesto, el compartir con las personas que queremos.

 

Cada familia tiene sus propios ritos, costumbres y hasta recetas muy especiales que se guardan para estas celebraciones, por ello cuando las condiciones personales o las crisis ponen en peligro las festividades, la desesperanza es inevitable, más aún cuando se trata de fechas como la Navidad y el Año Nuevo en donde se cumple un ciclo y se pone la esperanza en un nuevo comienzo.

 

Y es que los rituales también nos brindan grandes beneficios psicológicos que pueden servir como un alivio, al menos momentáneo, al estrés de la vida cotidiana, más aún en festividades como la navidad que tienen un sabor particular. Por ello en contextos de crisis económicas generalizadas, a pesar de las dificultades de acceso a los alimentos, las personas intentan reconstruir con lo que tienen a su alcance los ritos asociados estas fechas. Pero, no es solo una cuestión de comer, ni un asunto comercial, sino que se trata más bien del significado social, familiar e incluso personal que le damos a los alimentos.

 

En países como Cuba en donde actualmente es casi imposible acceder a la carne de puerco por su alto costo, las familias tendrán que reemplazar su dieta con el consecuente golpe emocional y social. Y aun cuando ya no se tiene la restricción de la celebración de la navidad, impuesta en 1969, las festividades siguen estando marcadas por la crisis económica y las barreras de acceso a los alimentos.

 

Pese a que algunas familias están buscando sustituir el puerco por pollo para la celebración o idearse algunos otros platillos, esto no se trata solo del consumo de cualquier alimento para saciar el hambre, es la ruptura de tradiciones y rituales que son de suma importancia para la salud mental y especialmente en esta fecha cuando la mesa se acompaña de la renovación del espíritu y de creer que es posible un futuro mejor. El inicio de un nuevo año trae consigo la esperanza que tal vez este año nuevo año todo cambie.