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Nota de prensa N° 35- Food Monitor Program

La Habana, 21 de enero de 2024

Esta semana la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) publicó el Anuario sobre el sector agroalimentario correspondiente al año 2023. [1] Aunque el informe no cubre los últimos 12 meses, alarma lo que sería la antesala de la precarización que se ha visto en el 2024, y confirma el desplome de la producción nacional de alimentos, que las propias autoridades habían ubicado en un 67% en mayo pasado.[2]

 

La información divulgada comprende los principales indicadores (superficie agrícola/cultivada/existente sembrada/existente en producción/cosechada/producción y rendimiento), en los sectores agrícola, pecuario y silvícola. El texto deja ver que el principal propietario de tierras en Cuba es el Estado con casi un 30% de las mismas, administradas por empresas y granjas estatales. Le siguen diferentes figuras dentro del sector no estatal, con preeminencia de Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA), Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS), y campesinos dispersos. La suma de las entidades no estatales posee mayor cantidad de hectáreas de superficie agrícola que el Estado, pero en cálculo por hectáreas cultivadas y cosechadas dentro de ese terreno, también superan en productividad al Estado en casi un 30%.

 

El principal indicio que aporta el informe es la reducción de la producción agrícola a más de la mitad de lo que se tenía en el 2019. Esto se resume en una producción bruta por habitante de 43 libras de vianda y hortalizas anuales en el año 2023, frente a las 80,6 libras existentes cuatro años atrás. Incluso en su mejor temporada, este cálculo estaría por debajo de los 182.5 kg anuales de viandas y hortalizas que un ser humano necesitaría consumir.[3]

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Entre los grupos alimentarios más afectados en el 2023 se encontraron las viandas con una disminución del 54,23%, las hortalizas con 49,21%, los cereales con un 70,27% y los frijoles con un 62,06%. Según el informe, el mayor recorte entre el 2019 y el 2023 estuvo expresado en la escasa producción de papa, de 131 mil toneladas a 70 mil; de tomate, de 403 mil toneladas a 213 mil; de arroz, de 426 mil toneladas a 180 mil; entre otras caídas significativas de alimentos básicos, reflejando problemas tanto en productividad como en superficie sembrada. Asimismo, la tendencia general del rendimiento de los cultivos, calculado en toneladas por hectáreas, también descendió, sobre todo en alimentos esenciales como arroz y frijoles.

 

En el sector agropecuario, la entrega por parte del Estado, de ganado vacuno a sacrificio en el 2023 fue la mitad de lo entregado en el 2019.  Sobre sacrificio de ganado porcino, el Estado cayó un 92,83%. En el sector avícola, la producción de huevos por gallina ponedora cayó un 14,6%; pero más alarmante es que, de 12 253 4 mil aves en las empresas estatales, la existencia bajó a 5589 mil cabezas con igual reducción de aves de reemplazo. Un anticipo de este descalabro para las estadísticas aún por conocerse del 2024 fue el anuncio el pasado noviembre, del sacrificio de más de 50 000 animales por falta de pienso, mientras que las gallinas ponedoras en existencia habían perdido peso significativo, dañando su capacidad productiva.

 

En el patrón alimentario cubano un retroceso tan evidente en la mayoría de los grupos alimentarios impacta negativamente en la nutrición, la seguridad, el bienestar y en la consecución de una vida digna y saludable. Las condiciones del sistema agroalimentario han caído sistemáticamente desde el 2019 y, al contrario de lo planteado por el mensaje oficial, el desempeño productivo no puede definirse por la cantidad de tierras o la disciplina de cuadros, sino por la capacidad de gestión sobre la tierra, entre otros factores de rendimiento como el uso de tecnología, los insumos agrícolas, las técnicas eficientes de cultivo. Sin embargo, algunos sectores como el porcino, la silvicultura, la producción de huevos, de miel, entre otros, sigue siendo controlado casi exclusivamente por el Estado; mientras que otros sectores son igualmente intervenidos mediante medidas restrictivas para el campesinado cubano.[4]

 

La caída del sector agrario en un país ya sumergido en policrisis trae efectos devastadores, perturbando no solo la disponibilidad y accesibilidad de alimentos, sino también la estabilidad socioeconómica de los cubanos. La tendencia descendiente de los cultivos impone la necesidad de intervención consiente, de implementar con urgencia políticas agrícolas y de capacitación para mejorar la productividad y sostenibilidad de los cultivos.

 

Food Monitor Program alerta el impacto directo de este desplome, que se ve desde hace años en menor disponibilidad de alimentos agrícolas básicos como cereales, frutas, verduras y productos de origen animal. A mayor desabastecimiento de productos necesarios se crea igualmente un aumento de la vulnerabilidad alimentaria, obligando a una forma extendida de subalimentación y la prevalencia de hambre oculta. La escasa productividad tiende a determinar mayor dependencia de importaciones, incrementando los costos de los alimentos y la exposición a crisis internacionales. La inflación alimentaria que esto conlleva genera mayor pérdida de acceso a los alimentos para las familias de ingresos bajos, moderados y medianos. Finalmente, advertimos sobre el retroceso de la calidad de vida digna de los cubanos cuyo panorama inmediato no hace sino empeorar

[1] ONEI. Anuario Estadístico de Cuba: Agricultura, Ganadería, Silvicultura y Pesca Edición 2024, en: https://www.onei.gob.cu/sites/default/files/publicaciones/2025-01/09-agropecuario.pdf

[2] FMP. Nota de prensa N° 21- Un país sin comida: caída drástica de la producción en Cuba, en: https://www.foodmonitorprogram.org/nota-de-prensa-no-21 (8.05.2024)

[3] https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/002093.htm?utm_source=chatgpt.com

[4] FMP. Nota de prensa N° 32- Medidas estatales afectan el sistema de producción agroalimentario en Cuba, en: https://www.foodmonitorprogram.org/nota-de-prensa-no-32 (29.09.2024).

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