Nota de prensa N° 30- Food Monitor Program
La Habana, 19 de septiembre de 2024
Los últimos años ir a comprar el pan de la bodega es casi como jugar a la ruleta rusa. Uno sabe que el pan debe corresponder a una casilla diaria de la libreta de abastecimiento; pero nunca cuándo llegará. Desde que este alimento fuera racionado a uno diario por persona debido a la crisis generada en Cuba por el descalabro del antiguo campo socialista, su existencia ha sido incierta.
Tan así, que el pasado 13 de septiembre los medios oficiales de noticias reprodujeron la explicación que diera a la prensa Anayra Cabrera Martínez, directora general de Política Industrial del Ministerio de la Industria alimentaria (MINAL), sobre los problemas con la fabricación del pan normado por la libreta de abastecimiento. Según esta dirigente, debido a la poca existencia de harina y trigo en los almacenes en la Isla, a partir de la presente fecha se disminuirá el gramaje del pan en 20 gramos; o sea, el pan de la bodega será un cuarto más pequeño al ser rebajado de 80 a 60 gramos. A pesar de la repercusión negativa que tiene este hecho para la población, la dirigente apeló a un discurso de paternalismo al afirmar que esta medida permitirá garantizar la producción y distribución del pan normado sin afectar a los consumidores, centros escolares y hospitales, entre otros.
Entre las justificaciones que siempre dan los directivos ministeriales y de los organismos afines, se encuentra el socorrido embargo estadounidense. Motivo por el cual el país tiene baja disponibilidad de materia prima, importada en un alto porcentaje; así como de combustible para transportar hacia todas las provincias la harina necesaria para la elaboración del pan.
Meses atrás, en varias provincias del interior, el pan de la bodega estuvo limitado solo para los niños menores de 14 años y mujeres en estado de gestación. Sin embargo, la realidad es que en muchos asentamientos rurales este producto es inexistente para todos los consumidores, sin importar la edad.
Asimismo, desde la década de 1990, se han venido utilizando con más frecuencia harinas fabricadas a base de boniato o calabaza, por ejemplo, como productos sustitutos del trigo. Los panes elaborados con tales ingredientes suelen empobrecer mucho su calidad, cambiando por completo su sabor y textura, mientras sus propiedades calóricas y alimenticias se ven alteradas. A pesar de esto, el Gobierno emplea en su discurso estas alternativas como símbolo de victoria y resistencia del pueblo cubano ante la crisis alimentaria generada por la mala política y gestión gubernamental a lo largo de seis décadas.
Ante esta situación, las opciones para el pueblo no son muy halagüeñas. Debido a la inflación de más de 400% que afecta al país, a muchas familias no les queda más remedio que conformarse con el pan de la libreta, sin importar la calidad. Los más afectados son las personas de la tercera edad, cuya gran mayoría cobra una jubilación mínima (1 528 CUP), y las familias con niños y ancianos a su cargo que viven de salarios estatales, cuyo promedio es apenas de 4 000 CUP. De otra manera, tienen que hacer largas colas en las Cadenas Cubanas del Pan para comprar una barra de pan de corteza dura de 200 gramos a 65 CUP o adquirirlo en las panaderías particulares a precios mucho más elevados aún; lo cual es imposible para aquellas personas que viven de un salario estatal.
Si bien con la disminución de un cuarto de su gramaje el pan reducirá su precio de 1 CUP a 0.75 centavos, esto no es una solución efectiva para la población. Debido al racionamiento y a la falta de medios económicos para comprar este producto en más cantidad o calidad, muchas personas cortan el pan al medio para consumir en el día una de las mitades y dejar la otra para el desayuno de la jornada siguiente.
La rebaja del costo en 0.25 centavos no resuelve el problema, pues ahora las dos mitades serán más pequeñas y ese #ahorro en el precio no es suficiente para comprar más pan fuera de la libreta. De hecho, el pan se ha vuelto tan pequeño que parece un bocadito de cajita de cumpleaños. Ante semejante tamaño, muchas personas comentan públicamente en la calle que ya mejor lo hubieran quitado; pues de todas maneras siguen haciendo colas para comprar un pan que cada vez les resuelve menos su #ración alimentaria y cada día los deja con más #hambre.
El mero hecho de que el pan, un alimento tan básico en todo el mundo, haya tenido que ser racionado a una unidad diaria por la libreta de abastecimiento evidencia una crisis económica y alimentaria en el país. Por tanto, el que después de tres décadas la venta del pan no se haya liberado, sino que su producción y distribución tengan inestabilidades cada vez más frecuentes, habla de la agudización de dicha crisis.
En la década de 1960 el naciente gobierno decidió racionar una lista de alimentos ante la escasez de productos bajo la supuesta igualdad en el consumo del pueblo. Por tanto, es su responsabilidad garantizar al menos lo más básico, como el pan.
Desde Food Monitor Program alertamos una vez más sobre el hambre oculta y la crisis aguda de alimentos y medios de subsistencia, sobre todo en personas de la tercera edad. Asimismo, recordamos que parte de las causas por las que el Estado cubano debe importar la mayoría de los insumos para elaborar el pan, así como el resto de los alimentos de la canasta básica, es por la fallida centralización económica y peor aún gestión económica. En un país donde las mayores inversiones se concentran desde hace años en un deprimido sector turístico mientras decrece en el área agropecuaria, la crisis alimentaria irá escalando hasta alcanzar el estado de emergencia alimentaria y hambruna.