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La inflación, el dólar y los precios de los alimentos

10 de febrero de 2023

serie de medidas económicas enfocadas en promover el crecimiento del país. Las consecuencias de estas mediadas, unidas al impacto de la crisis del COVID-19 y a una creciente crisis productiva, han provocado que el año 2022 haya sido el más funesto para la economía nacional y por ende para la familia cubana.

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En los últimos años el gobierno cubano ha emprendido una 

Tras la unificación monetaria y la puesta en práctica del ordenamiento monetario, el peso cubano (CUP) ha sufrido un radical proceso de devaluación. El USD y su máscara o dólar bancario, el MLC, ha puesto a flotar al peso cubano sobre una inestabilidad cambiaria que cada semana impone nuevos valores sobre la moneda isleña, con una marcada tendencia a la devaluación. Los topes de la devaluación en la historia de Cuba, alcanzados en los años 90, rondaban el valor de 150 pesos por un dólar; mientras en 2022 la devaluación superó la cifra hasta llegar a 200 pesos en este cambio. Entre otras múltiples razones, la devaluación del peso cubano ha quedado marcada por la demanda de dólares y euros en el mercado informal de divisas. La creciente ola migratoria ha impulsado al USD como eje de valor para la moneda cubana. Dicho fenómeno migratorio destaca por una irrevocable condición de huida y esto conlleva a que las familias que están a punto de salir del país vendan todas sus pertenencias y propiedades para recaudar monedas fuertes que les permitan subsistir en el país de destino, o al menos para costear su travesía, generalmente hacia España o Estados Unidos de Norteamérica.

Como medida reguladora, pero más bien como pretexto para aceptar indirectamente la inflación sin mencionarla, el Gobierno cubano se retractó de su declaración sobre los precios de la venta de divisas para acoplarse a los precios del mercado negro y proponer la venta de dólares en los bancos estatales sobre el margen de 120 pesos por dólar. Este hecho no solo desacreditó los ejercicios del ministerio de economía y de finanzas y precios, sino que de un golpe regularizó la inflación, sepultando el valor del peso cubano por debajo de los 120 pesos por dólar, y convirtiendo el salario medio mensual ofrecido por el Estado en 49 dólares. El gobierno oficializó la inflación, e hizo esto incluso retirándose del tema sin pronunciarse sobre los salarios, exponiendo el bolsillo familiar a una nueva ola de precios desatada por la subida del dólar. Subió el valor del dólar y los precios de los alimentos, pero los salarios siguieron intactos mientras su valor se desplomaba. La economía cubana ha quedado dispuesta al precio del dólar por su valor en pesos cubanos en el mercado negro y los alimentos se han encarecido a la par que crece su demanda .

La alimentación es un problema irresuelto y en constante agudización en estos tiempos que corren. La mala gestión de los recursos económicos y agropecuarios, la desigual distribución de los escasos recursos alimentarios existentes y el consiguiente abastecimiento indistinto, conlleva al fortalecimiento del mercado negro de alimentos y la alteración constante de  los precios de dicho mercado. La crisis alimentaria que ha regido los últimos años es causa directa del descontrol productivo agravado por la crisis de importación cuyas razones se nos escapan de las manos. Ambos fenómenos han generado una crisis de carencia que dispara los precios de los alimentos y esto influye directamente sobre los precios del resto de los productos y servicios, generando un bucle de interdependencia de valores. Esta situación da pie al crecimiento desmedido de la especulación sobre los alimentos, que multiplican hasta 10 veces sus precios en menos de un año. Por otro lado, las asequibles pero escasas ofertas del mercado estatal se encuentran en el mercado negro con precios impagables por los salarios medios, pero en una abundancia que a simple vista parece superar a la del mercado estatal.

Según análisis de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), el poder adquisitivo de los hogares cubanos pudo haberse reducido en sus tres cuartas parte desde mayo de 2021. La sola publicación por un organismo gubernamental de los informes de precios y estadísticas sobre su crecimiento aluden a un cinismo sin igual por parte del gobierno.[1] Aceptar estas cifras advierte su conocimiento de la inaccesibilidad de los alimentos para la mayor parte de la población cubana. El impacto de esta recesión adquisitiva que afecta directamente a la familia cubana es basado mayormente sobre los precios de los alimentos y bebidas no alcohólicas, que en diciembre de 2022 estaban un 76.59 % más caros que hace un año. Productos como la carne de cerdo (46%) y los frijoles colorados (16%) experimentaron un aumento exponencial de sus precios, describiendo una escalada cada vez más desentonada con las escalas salariales impuestas por el gobierno cubano.

 

Según la plataforma informativa El Toque y en función de los datos aportado por la ONEI una canasta básica conformada por la aportación de la libreta de abastecimiento y un apoyo que permita “estirar” los alimentos hasta fin de mes, podría costar de 8 mil a 11 mil pesos por persona. Estas cifras que duplican el salario medio se reducen a cubrir una alimentación mínima adecuada y no contempla servicios como la electricidad, el agua o el gas licuado, parte fundamental de la tarifa de la alimentación. En lo que va de 2023, los precios de los alimentos siguen subiendo poco a poco y no asoma ninguna intención gubernamental referente a reformas salariales. El valor de las divisas en el mercado informal se mantiene fluctuando sobre los 165 pesos y las ofertas de alimentos en pesos cubanos escasean cada vez más. Mientras tanto, el mercado negro aumenta sus precios y mantiene sus ofertas, mostrándose más abastecido en cantidad y variedad que el mercado estatal.

[1] Anuario estadístico Cuba 2021, en: http://www.onei.gob.cu/node/18501

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