top of page

La asignación diferenciada de alimentos con fines políticos: La “ternilla”

02 de diciembre de 2022

diferenciada de recursos alimenticios por parte del gobierno con fines políticos y de control social. Este procedimiento, que se remonta a los primeros años del llamado Período Especial en la década de los 90, tiene como objetivo realizar una gestión “positiva” del descontento popular evitando la realización de manifestaciones y protestas por hambre hacia el interior de las comunidades más empobrecidas de Cuba.

Actualmente el país atraviesa su peor crisis alimentaria de las últimas dos décadas y como se conoce, las manifestaciones del descontento han sido visibilizadas gracias a las diferentes plataformas independientes que se han atrevido a desafiar la censura del aparato represor del régimen totalitario.

E

E

n otros trabajos hemos abordado el tema de la distribución 

Uno de los productos que históricamente ha escaseado en las mesas cubanas es la carne de ganado vacuno, carne de res como se le conoce popularmente. Las razones estructurales que han provocado la carestía crónica de este alimento son complejas y hunden sus raíces hasta los finales de la década del 60, cuando la Ofensiva Revolucionaria terminó por barrer del mapa unas más de 50 mil empresas medianas y pequeñas que constituían la espina dorsal económica de la nación.

El estrepitoso fracaso de las políticas agropecuarias del comunismo se observa todos los días en la realidad cubana, pero en ningún momento es quizás tan gráfico como cuando “viene ternilla a la carnicería”. Frase que moviliza de manera automática todos los esfuerzos hogareños para lograr alcanzar algunos huesos de vaca prácticamente limpios y realizar la quirúrgica tarea de extraer algunas onzas de carne de la peor calidad, con la esperanza de armar algún tipo de receta de naturaleza alquímica que les permita a las familias con menos recursos paladear algo parecido a la carne de res, al menos una o dos veces al año.

La ternilla es altamente demandada, ansiada y deseada por las familias cubanas que no tienen dólares americanos para comprar en las infames tiendas en MLC que el castrismo ha introducido a la fuerza en la red de distribución nacional. Amas de casa, trabajadores, impedidos físicos, adultos mayores y enfermos crónicos se amontonan frente a las carnicerías para tratar de alcanzar algún trozo de costillar, en algunos casos en estado de semi -descomposición, por la falta de frío y no pocas veces ocurren trifulcas y peleas callejeras cuando es evidente que la oferta no va a poder satisfacer la demanda . En el caso de la ternilla las ventas generalmente son liberadas, como el precio es bajo (unos pocos pesos cubanos la libra, varía según variables que desconocemos) los consumidores tienden a comprar sacos y carretillas del producto lo que provoca inconformidad en quienes tienen que regresar a sus hogares con las manos vacías. Por esta razón, en algunas localidades, las personas espontáneamente asignan una cuota por comprador para intentar cubrir la demanda.

La ternilla especialmente es un arma de disuasión psicológica, basta con que la Seguridad del Estado, a través de sus informantes y activistas “riegue la bola” de que se va a vender ternilla pronto en el cárnico de la comunidad para que se calmen los ánimos caldeados por el descontento, los apagones y el hambre. Cuando esto ocurre, los elementos más “conflictivos” del barrio se mantienen pasivos y obedientes hasta poder comprar el preciado bien. En esta ocasión (la que se registra en la evidencia gráfica), se escogieron días cercanos a las elecciones del 27 de noviembre para la venta del producto; la intención es demasiado evidente, pero el pueblo hambreado y persuadido de que no se merece mucho más que este tipo de tratos degradantes, asiste a la puesta en escena con resignación y disciplina. Para un porciento altísimo de la población es la única oportunidad de comer unos gramos de carne roja o simplemente de cualquier tipo de carne en el contexto de fuerte desabastecimiento que se está viviendo en estos momentos.

Con los precios de la carne de cerdo oscilando sobre los 400 pesos la libra, el pollo solo disponible de manera intermitente en MLC, el pescado desaparecido y el ganado menor como chivo, carnero, conejo prácticamente inexistente, la posibilidad de ingerir cárnicos para las familias de bajos ingresos es prácticamente nula.

En su desesperación, los más desfavorecidos han decidido tácitamente participar en ese juego macabro del Estado totalitario que cambia supervivencia por obediencia. Los jerarcas del Partido, los funcionarios de gastronomía y comercio, y la red de agentes de la Seguridad del Estado distribuida a lo largo de la sociedad, conocen en profundidad este mecanismo y han aprendido a utilizar el hambre de los ciudadanos como un “seguro” de control a prueba de fallos. La falta de instituciones de la sociedad civil que denuncien estos atropellos, la poca capacidad de movimiento que tiene la prensa independiente y la presión psicológica que ejerce el eficiente sistema de propaganda integrada del castrismo, han contribuido a que estos fenómenos sean parte de la realidad de los cubanos sin que nadie parezca escandalizarse por tan inhumana práctica de apartheid alimentario.

Lea todas las columnas de Food Monitor Program  AQUÍ

bottom of page