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El campesino cubano: víctima de la delincuencia y la corrupción policial

28 de enero de 2025

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a semana pasada trascendió en redes la detención del campesino 

Jaime Octavio García Reyes en la ciudad de Matanzas, mientras transportaba animales y materiales de construcción. Tras ser interceptado, el campesino fue trasladado a un centro de detención, donde no le permitieron hacer llamadas ni le brindaron las condiciones necesarias, según su testimonio. Posteriormente, portales oficialistas del Ministerio del Interior (MININT), como “Con Todos la Victoria” publicaron el hecho tratando al productor de delincuente al ser “detectado” con material “sospechoso”.

 

Después de ser liberado, García Reyes salió en defensa propia, denunciando ser víctima de la corrupción y el abuso policial. Según su testimonio, el pienso y los materiales de construcción que transportaba tenían orden legítimo y contaban con la documentación de procedencia y facturas requeridas: “Les di pruebas, facturas y videos de mi finca con mis animales”. Explicó también que el traslado se debió a los robos constantes en su propiedad. A pesar de colaborar con las investigaciones y proporcionar evidencias sobre los malhechores, el productor avisó sobre la falta de investigación y apoyo policial: “La policía de Colón nunca fue a nada”.

Food Monitor Program ha denunciado en varias ocasiones la naturaleza criminogénica de la crisis alimentaria y cómo ello afecta concretamente a los productores agrarios en Cuba. Desde hace años, los terrenos y propiedades del campesinado son víctimas del robo de cosechas y sacrificio ilegal de ganado. Según el Ministerio de Agricultura, el robo de ganado ha aumentado hasta un 150% anualmente. La percepción de violencia, aislamiento y desamparo en las zonas rurales desincentivan el trabajo agrícola y empujan a tomar drásticas decisiones como el desplazamiento de animales, como acusa García Reyes.

 

Uno de los actores fundamentales en un sistema agroalimentario nacional es el productor agrario, el campesino. En Cuba el agro es el principal empleador con un 17,8% del empleo total, pero con muy baja productividad, bajo salario y pésimas condiciones, lo que lleva a un desplome continuo en los últimos 10 años. Como resultado, el 67% de la producción nacional de alimentos ha colapsado en los últimos cinco años, variable donde productos básicos como cárnicos y lácteos casi han desaparecido.

A pesar de la relevancia del campesinado cubano, la postura oficial del Gobierno cubano ha sido la de la: hipercentralización, la toma de decisiones no consensuadas, el discurso criminalizante, el burocratismo y las medidas de poco impacto. Algo que ilustra muy bien lo anterior son las últimas resoluciones, entre ellas la Resolución 275/2024 del Ministerio de la Agricultura (Minagri), que aprueba los procedimientos a seguir para la contratación y comercialización de la producción agropecuaria, forestal y tabacalera para este año que recién comienza.

Aunque el sector privado tiene fuerza en casi todos los indicadores productivos (el 83,4% de los frutales, el 79,4% de los frijoles, el 75,5% de las hortalizas, el 76,7% de las viandas, el 73% del maíz y el 40,8% del arroz), el Estado, dominando únicamente la producción de la proteína animal (huevos, carne de bovino y cerdo), continúa imponiendo el monopolio de decisiones. A su vez, la criminalización desde la mentalidad de cuadro, de que el “incumplimiento” está en el otro promueve leyes como esta, donde la planificación centralizada domina una contratación forzada.

 

Food Monitor Program conversó con algunos productores que emitieron su opinión al respecto, mostrando el ninguneo de las autoridades y la poca agencia del gremio:

 

No es justo que nosotros, los que vivimos y trabajamos la tierra, no tengamos el control sobre lo que producimos, cómo lo hacemos o a quién le vendemos.

 

(…)

 

La cosa está en que no siempre tenemos lo que necesitamos para trabajar bien la tierra. A veces faltan los abonos o la maquinaria, y eso nos traba el trabajo. Los precios que nos pagan por los productos, ni hablar, no alcanzan para cubrir los costos muchas veces, por eso es que no hay anapista que no venda por la izquierda muchas cosas.

(…)

 

Las organizaciones campesinas han tenido su espacio en algunas discusiones de políticas agrarias, pero al final, parece que las decisiones vienen de arriba y nosotros solo estamos ahí para hacer bulto. A veces da la impresión de que solo nos usan para legitimar lo que ya tenían decidido. Cualquier reunión es más menos inútil.

Food Monitor Program advierte sobre las consecuencias de una política asfixiante y restrictiva en la producción agroalimentaria, en un escenario donde la inseguridad alimentaria aumenta cada año y donde la dependencia a las importaciones es aún una constante. La creciente dolarización de productos y servicios agravan un panorama socioeconómico con profundas brechas. Otro peligro fundamental es la opacidad, corrupción, clientelismo y postura incriminatoria que se tiene con el gremio, en un momento donde la migración ha dejado a los campos cubanos sin fuerza de trabajo joven. En estos momentos Cuba no se puede permitir continuar apostando por el autoritarismo en cuestión de políticas alimentarias.

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