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Distribución de alimentos en Cuba, más déficit y menos soluciones

17 de enero de 2022

 cotidianidad de los cubanos y  de los que se debate ampliamente en cada lugar en el que se hace estancia por más de cinco minutos. El primero ¿cómo salir del país? La  prueba de ello es el flujo migratorio incesante, por diferentes vías, que se ha destapado de manera alarmante en los últimos  dos años. El segundo y más importante, la comida. ¿Qué vamos a comer hoy? ¿Dónde puedo conseguir huevos, arroz, picadillo o lo que aparezca? En estos temas se nos va una buena parte de la vida. Las familias viven al diario, las comidas se planifican en el momento, convirtiéndose en una de las acciones más estresantes del día.  

 

El primero de diciembre  de 2022 se implementó  en la Habana un nuevo sistema para la  venta de alimentos en las tiendas que hasta el momento comercializan  en moneda nacional ( en cup). La nueva medida que pretendía, entre otras cosas, eliminar los problemas de las colas y la redes de  ilegalidades que se han generado alrededor de la escasez  de alimentos y de otros insumos de primera necesidad,  consistía en la selección  de  cinco productos controlados como el pollo, el picadillo, la salchicha y el aceite, elementales en la dieta diaria de los habaneros.

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La distribución se organizó a través de ciclos de ventas. Para los núcleos  de hasta ocho  integrantes 5 kg de pollo congelado, 2 pomos de aceite, 4 tubos de picadillos mixtos, 1 kg de detergente y 2 paquetes de salchichas. La cifra se duplica para los núcleos de nueve  a dieciséis  integrantes y se triplica de diecisiete en adelante. El  pasado 10 de enero,  culminó el primer ciclo de ventas sin cumplir con la totalidad de las entregas y dejando más sinsabores que esperanzas de que mejore el acceso a los alimentos, sobre todo  para aquellas familias que se encuentran en mayor condición de vulnerabilidad. 

Los principales reclamos del “novedoso sistema” están dirigidos a las demoras en la distribución. Muchos de los consumidores no pudieron acceder al paquete de pollo, o al aceite durante el mes en el que se suponía debían obtenerlo. Los puntos habilitados para efectuar estas ventas no contaban con la infraestructura necesaria para la conservación de los alimentos, o para la afluencia de personas que debían recibir durante los días señalados, en otros casos, los establecimientos asignados  previamente por el gobierno provincial de la Habana ni siquiera funcionaron, se encontraron cerrados o en reparación. Una familia entrevistada en Centro Habana asegura que solo pudo acceder a los dos paquetes de pollo y al detergente, pues en el momento de efectuar la compra la disponibilidad del resto de los productos había terminado. En su lugar, pudo comprar  dos frazadas de piso, unas máquinas de afeitar y pasta de dientes. Existen  casos en los que por ejemplo, otros sistemas de distribución han funcionado para la mayoría de los vecinos. Sin embargo, este “nuevo orden” dificulta mucho más el acceso a personas trabajadoras que deben cumplir con un horario y no pueden dedicarse a las colas, durante la semana. Aunque el sistema prevee que estas personas puedan hacerlo los domingos, los resultados actuales dejan mucho que desear.

 

Para este mes, las cadenas de Tiendas Caribe y CIMEX anuncian la  reducción a la mitad, de las cantidades en la  distribución del segundo ciclo: "De acuerdo a las disponibilidades de productos con que cuentan ambas cadenas, en el nuevo ciclo iniciado se ofertará hasta 5 kg de pollo, 2 paquetes de picadillo, 1 paquete de salchichas, 1 litro de aceite y 1 kg de detergente". Esta reducción se traduce en la economía familiar a un aumento sustancial  de los gastos mensuales, ya que tendrán que obtener el faltante  en el mercado informal, donde un pomo de aceite puede oscilar entre los 500 y 600 pesos, el picadillo sobrepasa los 200 y las salchichas los 300 pesos.

Por otra parte y a la par que se implementa este sistema de ventas, en la capital,  las oficinas del registro del consumidor (OFICODA) se apresuran en llevar un conteo estricto  de los consumidores en  cada núcleo familiar. Si hace un tiempo atrás la familias se las arreglaban para continuar recibiendo los “mandados” de la canasta básica normada de algún familiar emigrado, y así paliar un poco el desabastecimiento, actualmente la situación se complica cada día, sobre todo en los pueblos más pequeños donde todos se conocen y es posible identificar con mayor facilidad a las personas que abandonan el país. En estos lugares el mismo organismo cita a los familiares para dar de baja automáticamente al integrante que ha viajado. De igual modo, a la hora de acceder a la compra en esta nueva modalidad verifican con carnet de identidad y organizaciones de masa las personas inscritas en la libreta de abastecimiento, pues una cantidad superior a los ocho consumidores equivaldría al acceso a los productos que corresponden, en un número por encima del  establecido,  aún cuando en ninguno de los casos estas cantidades se ajusten a las que realmente se necesitan para suplir las demandas  alimenticias de las personas.

La trilogía pollo, perrito y picadillo ha sido avalada por los gobernantes cubanos, como el único alimento proteico que podemos consumir los cubanos de a pie, sin más trabas que las colas y la burocracia que enrola el acceso a estas compras. No es un secreto que  la carne de res en los mercados en moneda libremente convertible (MLC) es inalcanzable para quienes no reciben remesas, mientras que el mercado negro es una opción demasiado riesgosa. La carne de cerdo se ha posicionado en el mercado como un producto de lujo, con precios extremadamente caros, a los que tampoco se acceden con facilidad; por su parte el pescado, hace años dejó de ser una opción para la media de los habitantes de esta isla.

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