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Cáscara de plátano: ¿Receta de recuperación o exhibición de la carencia?

07 de diciembre de 2023

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  ace unas semanas se hizo viral en redes sociales una receta de

sobrevivencia que presentaba el plato tradicional “Ropa Vieja” con cáscara de plátano como sucedáneo. En el post que la madre cubana compartió, relataba haberse enterado de esta fórmula en una cola, donde otra madre con su hijo de la mano afirmaba no tener otra cosa más qué comer ese día que un racimo de plátanos verdes y el pan que esperaba adquirir en la cola.

 

De regreso a su casa, la cubana compartió en un grupo de Facebook como probó la receta: “Herví las cáscaras de plátano (…), les pasé un tenedor por la parte de adentro a todo lo largo creando surcos. Volví a pasar el tenedor entre estos surcos y la piel de la cáscara, sacando las fibras de proteína vegetal. Lo sofreí en una cazuela con aceite y le agregué puré de tomate, vino seco, sal a gusto y un poco de azúcar”. La reacción inmediata a este post fue tan intensa, que lo citaron en medios de prensa independientes, los lectores se dividieron entre insulto, burla y defensa; y mientras unos alegaban que las cáscaras eran comida de cerdos, otros fundamentaron que era una inventiva alternativa y saludable ya conocida en la dieta vegana; los más arriesgados repitieron y compartieron los resultados de la receta. Aunque posteriormente la publicación fue borrada, las discusiones al respecto han continuado polarizando la esfera digital cubana hasta hoy. Food Monitor Program ha querido arrojar algunas luces sobre el tema.

 

Prejuicios y herencias del Periodo Especial.

 

Desde que el presidente Miguel Díaz-Canel declarara en el 2019 la demora de un barco de petróleo para abastecer al país, y por tanto el comienzo de un periodo de coyuntura[1], los cubanos no dudaron en trazar paralelos con el Periodo Especial en Tiempos de Paz que marcó años de precarización económica e inseguridad alimentaria en la Isla.[2] Ya entonces era evidente la escasez de alimentos como huevos, harina y carne de cerdo; cuatro años después la situación ha empeorado paulatinamente. Sin dudas, la escasez del gas licuado y la búsqueda de combustibles alternos para la cocción, la dolarización de los mercados y la reducción drástica de productos de la canasta básica han sido elementos de alarma similares a los de la década de los noventa. Pero no hay nada que mueva más rápidamente la sensibilidad de los cubanos respecto a esa época que que la vuelta al recetario de contingencia.

 

Durante el Periodo Especial la escasez de alimentos fue tan extrema que los cubanos debieron buscar alternativas insólitas para alimentarse. En consecuencia, se popularizaron recetas de “croquetas de verdolaga”, “pizza de huevos revueltos”, “bagazo de caña como fibra dietética”, “flan de chícharos”, “Beefsteak de toronja”, “picadillo de cáscara de plátano”, entre otras. La reacción oficial fue el halago, recogida y amplificación de estas técnicas, por parte de la Comisión Nacional de Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), compiladas con orgullo en Con nuestros propios esfuerzos. Algunas experiencias para enfrentar el Período Especial en tiempo de paz (1992). Al año siguiente saldría del aire el popular programa Cocina al Minuto de Nitza Villapol, que se había mantenido con un elevado rating durante más de 40 años, dejando a los cubanos sin muchas alternativas para socializar sus recetas de supervivencia, ya para entonces bastante romantizadas

 

Hoy día los niños y jóvenes de entonces ya son adultos, y sufren la misma necesidad de alimentar a sus hijos, tal y como sus padres hicieron con ellos. Tienen como nuevas herramientas Internet y las redes sociales, pero cargan con los prejuicios y “traumas” construidos en tiempos de escasez. Muchos cubanos rechazan productos que por su presencia continuada sirvieron de alimento por días hasta el hartazgo en los noventa: los chícharos, la col hervida, la azúcar prieta –quizás por aquello del Prisma, el vaso de agua con azúcar al que llamaron los cubanos que se tomaban en la noche para palear el hambre.[3] Otros productos racionados que se entregaron, como el Cerelac, ocupan desde entonces un espacio catártico en la memoria colectiva del país.

Glorificación de la necesidad como ejercicio de dominación

Hace treinta años atrás, los CDR y las FAR glorificaron las recetas de supervivencia como un ejercicio que confirmaba “una vez más el espíritu de lucha, la capacidad de resistir, la valentía y la fe en la victoria del cubano” (…) “El talento y la inteligencia acumulados y desarrollados, unidos al espíritu de combatir en difíciles condiciones permiten enfrentar estas circunstancias e ir obteniendo ya resultados favorables”.[4] El discurso político posterior ha amplificado esta glorificación de la resistencia en escasez, matizada con paradigmas nacionalistas y populistas. Algunas frases que han acompañado el mensaje oficial desde entonces son: “Menos combustible pero más solidaridad”, “Nadie se rinde en un país sin miedo a la coyuntura”, “acto de creación colectiva (…) dirigido por el liderazgo firme y creativo de Fidel Castro”, o la instrumentalización de frases de José Martí, apóstol retomado en los noventa durante el giro nacionalista: “Nuestro vino es amargo, pero es nuestro vino”, “Los hombres van en dos bandos: los que aman y fundan, los que odian y deshacen.”[5]

La capacidad de reinvención y supervivencia en condiciones hostiles es algo que nos define como seres humanos, que nos permite encontrar deducciones lógicas para superar escollos externos. Pero esta capacidad tan loable comporta otros significados cuando el llamado a la resiliencia se hace desde el poder, desde el mismo poder que no ha sido capaz de garantizar servicios básicos y cuyo presupuesto social ha retrocedido sustancialmente.[6] Por ejemplo, el término resiliencia tan de moda en el discurso político de gobiernos, ha demostrado la tendencia de una falta de consideración hacia grupos sociales y comunidades en condiciones de vulnerabilidad, al justificar proyectos precarios pero informados desde ideologías nacionalistas, disque para aumentar la autosuficiencia de la comunidad, pero que apuntan a justificar la disminución de responsabilidades del Estado y reestructurar los servicios sociales en detrimento de su calidad.. [7]

Glorificar desde el poder los ejercicios de supervivencia de ciudadanos sin agencia y recursos para alcanzar un autoabastecimiento sostenible, ciudadanos que viven al día sin alcanzar a generar soportes reales que aseguren su alimentación, no es un ejercicio político legítimo. Mucho menos si las precarias condiciones económicas en que sobreviven estas personas han sido en buena parte generadas por el fallo de medidas administradas por ese mismo poder. La dependencia sistémica de Cuba de las importaciones de alimentos, por ejemplo, es actualmente comparable con tres grupos de países en el sistema alimentario mundial: (i) desiertos y ciudades-Estado con recursos agrícolas severamente limitados; (ii) sociedades en guerra civil, como Somalia, Siria y Yemen; o (iii) países de bajos ingresos con una larga historia de abandono rural y una economía nacional basada en las remesas o ayudas. En este último grupo se encuentran muchos países del África subsahariana, aunque pocos presentan una tasa de dependencia de las importaciones de alimentos comparable a los 80% de Cuba.[8]

La crítica a la glorificación de la resiliencia no nos hace “odiadores” o “derrotistas” como también argumentan algunos sectores del discurso político, nos ubica en el contexto de la realidad cubana y nos garantiza coherencia política. Experimentar en la cocina por razones religiosas, médicas o éticas teniendo libertad de escogencia nos hace ciudadanos más consientes, experimentar por mera necesidad, para lograr poner un plato de comida sobre la mesa, nos hace ciudadanos vulnerables y desprotegidos. Duplicar una receta vegana sin comulgar con esta dieta, buscando sustituto a otro producto largamente añorado, intentando similar su textura y sabor en medio de la inseguridad económica presente en la Isla es valeroso y respetable para todos los que se sienten satisfechos de poder alimentar a sus hijos, con platos más o menos nutritivos, más o menos inocuos, más o menos atractivos. Pero resignificar este acto de forma selectiva y condicionada, despojándolo de toda lectura contextual, es un ejercicio que no solamente perpetúa la desigualdad, sino que la legitima, un ejercicio por naturaleza opresor.

Food Monitor Program ha inventariado ampliamente las condiciones de alimentación en personas en condiciones de vulnerabilidad, de madres que “inventan” para garantizar el “refuerzo” proteico para sus hijos en instituciones escolares donde no se garantiza una nutrición balanceada. Es por ello por lo que nuestro programa está comprometido con fortalecer las voces de los cubanos dentro de Cuba, no de silenciarlas o tergiversarlas. En algunas de nuestras entrevistas destacan testimonios que contradicen el presupuesto de la resiliencia alimentaria como orgullo nacional: [9]

 

“Falta de todo y a veces lo único que hay para comer es pan o algún sirope de baja calidad. Como no puedo comprar en las tiendas de MLC tengo que resolver con lo que caiga. Hay que comer lo que hay no lo que uno quiere.”

“Hay muchos niños que llevan de su casa algo que le llamamos aquí en Cuba “refuerzos”, que es un pequeño pozuelo con comida, con alguna carne, algún picadillo, una croqueta, algo para que ellos complementen el almuerzo que les dan, que realmente es muy poco y no se llenan ni se alimentan. A veces le he llevado una merienda a la auxiliar pedagógica porque mi hijo me ha comentado que ha debido compartir con ella sus alimentos, lo he hecho de forma muy diplomática, pero para dejar en claro que sé sobre esa irregularidad (…) Y entonces esa es la tendencia, de que la mayoría de los padres hagan eso. No todos pueden, pero bueno, el que puede ya lo tiene incorporado a su rutina, mandarles el “refuerzo” a los niños.”

“Nos alimentamos con una desproporción entre altas cantidades de azúcares y carbohidratos, y bajas cantidades de vitaminas y minerales.”

“Aquí la hemos pasado estos dos años muy difícil, nunca me había visto como ahora, ni siquiera en el famoso Periodo Especial. Mi hija y yo pasamos muchos días que estuvimos a pan con aceite y sal para garantizarle la proteína a los niños porque no alcanzábamos nada en las tiendas.”

Distinguiendo responsabilidades

Recetas desde el Corazón, el grupo de Facebook centro de la polémica, surgió durante el periodo de reclusión debido a la pandemia Covid-19, y fue una herramienta fundamental para las madres cubanas a la hora de gestionar y socializar recetas de supervivencia, formas diferentes de cocinar alimentos distribuidos como donativos que se desconocía su procedencia, o cómo “engañar” a los infantes con presentaciones seductoras de comidas rutinarias, entre otras formas de subvertir la precariedad que se evidenciaba. Este ha sido un ejercicio de reunión y colaboración ejemplar por parte de sus miembros, pero que estos cubanos y sus respetables gestos se hayan sostenido (y precarizado) hasta hoy día, no puede ser un motivo de regocijo o satisfacción, mucho menos de ridiculización o criminalización contra personas sufriendo inseguridad alimentaria. Es más bien una muestra de los resultados fallidos de las políticas económicas de los últimos 4 años, una radiografía del contexto socioeconómico en Cuba y las extensiones de vulnerabilidades en la población, también una alerta de cómo ciertos abanderamientos políticos tienen doble filo.

 

[1] http://www.cubadebate.cu/noticias/2019/09/11/presidente-diaz-canel-informa-nuevas-medidas-ante-situacion-energetica-de-cuba/

[2] https://www.dw.com/es/dilema-en-cuba-per%C3%ADodo-especial-o-coyuntural/a-50548478

[3] Para revisar algunas de estas anécdotas revisar el compendio de Food Monitor Program ¿Cómo se come en Cuba?: Diálogos sobre seguridad alimentaria. (2022) Editorial Hypermedia.

[4] Fuerzas Armadas Revolucionarias. Prólogo.(1992) Con nuestros propios esfuerzos. Algunas experiencias para enfrentar el Período Especial en tiempo de paz. Editorial Verde Olivo

[5] https://cnnespanol.cnn.com/2019/07/05/las-malditas-palabras-de-diaz-canel-opinion-apunte-camilo/

https://www.presidencia.gob.cu/es/noticias/pensando-como-pais-sin-miedo-a-la-coyuntura/ http://www.cubadebate.cu/opinion/2019/10/03/cuba-en-su-coyuntura/

[6] Acosta, E. (2020). Introducción. En Acosta, E. (Ed.) (2020). Crisis de cuidados, envejecimiento y políticas de bienestar en Cuba. Bogotá: Editorial Universidad Sergio Arboleda, p. 25-34.

https://eltoque.com/el-impacto-social-de-la-crisis-economica-en-cuba

[7] Cretney, R. (2014). Resilience for whom? Emerging critical geographies of socio‐ecological resilience. Geography Compass, 8(9), 627-640.

Olsson, L., Jerneck, A., Thoren, H., Persson, J., & O’Byrne, D. (2015). Why resilience is unappealing to social science: Theoretical and empirical investigations of the scientific use of resilience. Science advances, 1(4), e1400217.

[8] Cabrera, Y., Dimas Castellanos, M. C., Werlau, L. T., Henken, T. A et. al. (2023). Los mitos de la revolución cubana. Estancamiento y regresión de una utopía. Universidad Sergio Arboleda.

[9] https://www.foodmonitorprogram.org/copy-of-yo-no-tengo-a-nadie-que-me-

https://www.foodmonitorprogram.org/inicio-entrevistas-centro-de-educa

 

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