¿A dónde va la ayuda humanitaria entregada a Cuba?
26 de noviembre de 2024
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a Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO) anunció esta semana la entrega, en concepto de ayuda humanitaria, de 680 000 dólares para enfrentar los daños del huracán Oscar en Guantánamo. El paquete de recuperación, que está enfocado en las áreas agropecuaria, forestal y pesquera, deberá beneficiar a más de 140,000 habitantes de los municipios de San Antonio del Sur, Imías, Maisí y Baracoa, así como varias decenas de unidades productivas locales.
En conjunto con el Fondo Central de Respuesta a Emergencias (CERF), la iniciativa se propone:
- entregar semillas, sistemas de riego, bombas con paneles solares, materiales para casas de cultivos, herramientas agrícolas;
- rehabilitar instalaciones vinculadas a la cría de ganado menor (ovinos y caprinos);
- implementar medidas de respaldo a sembradores de café, cacao y coco;
- realizar acciones de reforestación agroforestal;
- capacitar a 6850 agricultores sobre manejo eficiente de suelos, agua y energía, especialmente en situaciones de emergencia;
- rehabilitación de las capacidades de procesamiento de productos del mar en la Unidad Empresarial de Base (UEB) Baramar y en las bases de pesca asociadas a la empresa Pescaguan en Baracoa, entre otras tareas.
Esta ayuda no es la única que ha recibido el gobierno cubano, diferentes países y organizaciones han dispuesto donativos similares ante la tamaña pérdida de vidas humanas, inmuebles, infraestructura y del sistema agrario sufrida en octubre a raíz del paso de los huracanes Oscar y Rafael por el oriente y el occidente del país. Por ejemplo, desde Venezuela se recibieron 300 toneladas de recursos vitales, mientras que la Unión Europea junto a las Naciones Unidas han comenzado la entrega de 94 toneladas de suministros valorados en 600 000 dólares.[1] Asimismo, el gobierno español donó 9.3 toneladas de materiales de ayuda humanitaria, con una carga que incluye 70 tiendas de campaña, 1,000 redes mosquiteras y 227 juegos de cocina, entre otros insumos, valorados en 56,000 dólares.[2] A su vez, la organización estadounidense People’s Forum NYC entregó un cargamento de 100 generadores eléctrico. Al final del mes se espera igualmente un donativo que asciende a 160 000 dólares, procedente de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón.
¿Cómo se ejecutan estas ayudas?
Históricamente Cuba ha recibido donaciones en categoría de ayuda humanitaria ante catástrofes naturales. Otra forma de recibo de efectivo e insumos más común ha sido la asistencia para el desarrollo de las carpetas de PNUD, UNICEF, FIDA, FAO y PMA en el país. Sea de emergencia o estratégica, la ayuda siempre ha sido gestionada por las contrapartes cubanas MINCEX, ANAP, MINSAP, FMC, entre otras, con todo lo que esto implica en términos de control y distribución no equitativa, burocratismo, clientelismo, condicionamiento, apropiación y reservas no declaradas de estas ayudas.
Para poner un ejemplo, con el Programa Mundial de Alimentos se desarrolla desde el 2015 el Programa Estratégico de País, para fortalecer la seguridad alimentaria. El último paquete, que cerraría este año, incluyó unos 30 millones de dólares que la misma organización admitió, no haber tenido el impacto esperado debido a “limitadas capacidades logísticas nacionales”. Más del 19 % de los recursos para ese periodo en cuanto a asistencia técnica se perdió, debido a la demora en la obtención de los permisos de importación, los largos plazos de entrega de alimentos y los retrasos en el diseño y aprobación de proyectos por parte de los socios cubanos. Si esa era la situación hace dos años, ¿cómo puede esperarse una dinámica más eficiente en las condiciones aún más agravadas de policrisis actual?
Los paquetes de asistencia internacional enviados a Cuba responden a la ética coordinada ante situaciones de emergencia y constituyen efectivos concretos para cerca de un millón de damnificados. Sin embargo, el nivel de control y patrimonialismo en la ejecución de la asistencia y la no rendición clara de cuentas de cómo es distribuida genera dudas ante su efectividad. Según declaraciones del Ministerio de Comercio Interior, desde la semana pasada se estaría entregando aceite de cocina, arroz y chícharos a las familias guantanameras, pero no se puede rastrear a ciencia cierta la procedencia de los productos. Anteriormente se habían hecho públicas denuncias sobre la reserva estratégica de alimentos para entregar en momentos de inestabilidad social, así como sobre la venta de donativos entregados por el PMA y el PNUD.[3]
FMP entrevistó al anterior director de la FAO en Cuba, el Dr. Theodor Friedrich quien aseguraba que dentro de su mandato hasta el 2018, el trabajo de la organización en Cuba era muy complicado. Básicamente Cuba ha presionado por recibir proyectos financiados al 100% por la posibilidad de portar divisas, mientras que los donantes tienen una capacidad de verificación muy limitada y presencia casi nula en el terreno. Cuba prioriza ayudas que básicamente operan como un banco y que dejan las decisiones operativas técnicas al país “soberano”. Esto quiere decir que, por mucho que prometan estas ayudas, el trabajo en terreno como misiones rurales, visitas a cooperativas, campesinos o localidades, confirmación de ejecución eficiente de los donativos, son solo posibles con permisos previos, y después de muchas trabas burocráticas.[4] Un ejemplo de ello es que las propias ayudan pasan por un filtro no solamente aduanal, pero político. En varias ocasiones el Gobierno ha obstaculizado o confiscado donaciones debido a la procedencia “incómoda” de sus gestores, ya sea por provenir de representaciones religiosas como de privados sin acuerdos tácitos con el Gobierno.[5] Más allá del control higiénico y sanitario común en los reglamentos aduanales, tanto la asistencia al desarrollo como la ayuda humanitaria deben pasar invariablemente por la suspicacia y las negociaciones con las entidades destinadas a aprobarlo, bajo criterios políticos.
Las donaciones como acuerdo internacional son necesarias allí donde la magnitud de la catástrofe impida a las autoridades reponerse de la emergencia, pero en Cuba la presencia de donantes que puedan constatar el destino ideal para ellas es casi nula, dejándole todo el control a un sistema burocrático opaco y fragmentado. Por demás, la ayuda internacional entregada a autocracias como la cubana, carece de rastro real, revisión de ejecuciones, así como un posible manejo de estas según intereses y condicionamientos políticos. Si productos donados han sido vendidos anteriormente en las bodegas como parte de la canasta básica normada, ¿qué puede esperarse de recursos imprescindibles, escasos y necesarios en la situación actual?
Por otra parte, la ejecución de ayudas al desarrollo, que tienden a diseñarse a más largo plazo que las ayudas, no es solamente disfuncional en la isla, sino que tiene un impacto negativo a largo plazo, tanto por un interés mayor por ayudas emergentes en detrimento de intervenciones de fortalecimiento de la capacidad comunitaria, o sea, pan para hoy y hambre para mañana. El control y la continua ineficacia de estas ayudas también recienten proyectos futuros en Cuba por parte de estas organizaciones que pueden ver la cooperación no viable y recortar o condicionar presupuestos.
[1] https://www.cibercuba.com/noticias/2024-11-11-u1-e199854-s27061-nid291803-onu-ue-donan-94-toneladas-insumos-primera-necesidad
[2] https://www.cibercuba.com/noticias/2024-11-14-u1-e199854-s27061-nid292095-espana-envia-cuba-93-toneladas-ayuda-humanitaria
[3] https://www.diariolasamericas.com/america-latina/cuba-vende-los-donativos-que-recibe-tiempos-crisis-n4229633
[4] https://www.foodmonitorprogram.org/entrevista-el-mito-de-la-seguridad-alimentaria-en-cuba
[5] https://diariodecuba.com/cuba/1719863487_55762.html