"Los problemas de distribución resultan de la planificación central, que sigue siendo la base del sistema económico, en conjunto con una escasez de productos nacionales e importados"
El mito de la seguridad alimentaria en Cuba
Dr. Theodor Friedrich actuó como representante de la FAO (la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) en Cuba entre noviembre de 2012 y enero de 2018. Al salir de Cuba, asumió el mismo cargo en Bolivia.
¿Cuál es la situación de Seguridad Alimentaria en Cuba? ¿Cuáles son los mayores retos en términos de proveer alimentos en Cuba?
La seguridad alimentaria ha sido siempre uno de los objetivos más importantes en Cuba desde la revolución. A partir del año 2008 se convirtió en el objetivo más importante del gobierno, con un fuerte enfoque a la soberanía alimentaria. Sin embargo, a pesar de esto, Cuba nunca logró producir alimentos para el consumo local en suficiente cantidad. Desde los tiempos de la colonia, la agricultura cubana fue dirigida hacia la producción de azúcar para la exportación, dependiendo completamente de la importación de alimentos. Desde muy temprano en el proceso revolucionario, la Unión Soviética tomó este papel, de comprar azúcar a cambio de alimentos. Pero con el objetivo muy claro de garantizar la seguridad alimentaria, se estableció un sistema de importaciones que funcionó más o menos.
La oficialmente falta de hambre en Cuba fue orgullo del gobierno y un impulso también en la actuación de Cuba a nivel internacional, siendo un aliado importante para la FAO en la lucha contra el hambre en el mundo. Con el colapso de la Unión Soviética Cuba perdió su aliado más importante, lo que resultó en la crisis del Periodo Especial. Allí hubo hambre y la gente comió de todo, hasta cáscara de plátano. Se pasó este periodo con la ayuda de otros países socialistas. Vietnam envió por muchos años arroz a Cuba, convirtiendo a Cuba en uno de los países con el consumo más alto de arroz por cápita del mundo. Venezuela ayudó con petróleo, China compró el azúcar, el aumento del turismo llevó divisas y el hambre desapareció, aunque siempre hubo escasez de algunos productos. La producción local de alimentos nunca mejoró, y a pesar de muy pocos datos confiables, ni el gobierno negó que se importaba el 75-80% de los alimentos.
Con los cambios de gobiernos en varios países de Latinoamérica se perdieron también los ingresos por los médicos cubanos y otros “servicios” como los estudiantes internacionales pagados por los países de origen. Con la caída de Venezuela el modelo económico de Cuba comenzó a colapsar, renovando la idea de una mayor producción nacional de alimentos, que técnicamente hubiera sido posible. Sin embargo, no se hizo por varios motivos complejos y complicados. El buen negocio que hicieron los importadores de alimentos con estos negocios fue probablemente una de las causas, reduciendo los esfuerzos para realmente producir los alimentos necesarios en Cuba. Sin embargo, la crisis económica continuó, la producción de azúcar cayó y Cuba no podía cumplir con las cuotas para China, teniendo que importar azúcar desde Europa. Vietnam comenzaba a cerrar las ventas de arroz por falta de pago. En los años 2017-18 Cuba tenía fama de cazar en los mares a barcos con alimentos vencidos, contaminados, no vendibles en ninguna parte para asegurar la alimentación nacional.
El colapso del turismo por el COVID fue otro golpe, el cambio de gobierno en los EE.UU. con la restricción de envíos de remesas, todo contribuyó a que, al final, el país no pudiera mantener la seguridad alimentaria para toda la población. Retornó la escasez y el hambre a Cuba. En fin, el país nunca aprendió a avanzar hacia una soberanía alimentaria y una substitución de la importación de alimentos por producción nacional. Siempre tenía la seguridad alimentaria como un objetivo político muy importante, asegurándola con sus relaciones políticas e importaciones de alimentos, incluyendo alimentos para animales producidos en Cuba, como para los cerdos. Este modelo obviamente era débil y colapsó cuando las constelaciones geopolíticas cambiaron y la economía cubana no pudo más producir las divisas para las importaciones de alimentos.
¿Cuáles son los factores que impiden un nivel adecuado de producción de alimentos en Cuba? ¿Cuáles son los mayores desafíos que se presentan para la producción cubana en términos legales, de acceso a insumos y de estímulos?
En esto hay un sin número de factores. Comenzando con las condiciones naturales, los suelos de Cuba son mayormente degradados, compactados y han perdido la mayor parte de su capacidad productiva. Este proceso comenzó desde la colonización, cuando Cuba, la isla verde, fue deforestada para producir azúcar y carne. Continuó en los tiempos de la Unión Soviética, cuando Cuba adoptó los modelos soviéticos de producción con labranza intensiva, mecanizada de los suelos y un uso excesivo de insumos como fertilizantes y agroquímicos. Esta situación de suelos degradados enfrenta en las últimas décadas los efectos del cambio climático, con lluvias torrenciales pero erráticas, resultando en una serie de eventos de inundaciones y sequías como resultado de suelos no funcionales. La mayor parte del agua que Cuba recibe, se pierde con correntía superficial. Intentos de reemplazar esta agua con irrigación de pozos perforados resulta en una salinización de las aguas freáticos por intrusión de agua marina. Además, se sigue apuntando a cultivos con alta demanda de agua, que nunca se deberían haber producido en Cuba, como la caña de azúcar y el arroz. Los dos cultivos producen rendimientos muy inferiores a otros países, básicamente por la falta de agua.
A esta situación se agrega una pérdida de la cultura campesina. Igual, desde los tiempos de la colonia, se perdió la costumbre de huertos familiares para la subsistencia campesina. Con la segunda reforma agraria después de la revolución se estableció un sistema de fincas estatales y cooperativas estatales, donde los campesinos fueron convertidos en simples trabajadores. La gente se especializó en las tareas ejecutadas, perdiendo los conocimientos generales que los campesinos normalmente tienen. Había gente que “sabía” y dirigía, y gente que “podían hacer” y ejecutaron, pero nadie sabía sobre todos los sectores ni pudo hacer todas labores necesarias. Este modelo de producción no funciona en la agricultura en ninguna parte. Hasta Corea del Norte abandonó las fincas estatales al inicio del milenio y apuntó en general a cooperativas campesinas con unidades manejables y huertos familiares para la subsistencia dirigidos por los mismos campesinos y no por funcionarios estatales.
Los intentos de Cuba de abrir tierras abandonadas a usuarios particulares, incentivando a personas a ocupar estos terrenos para convertirse en campesinos tampoco aumentaron la producción significativamente. Por los motivos arriba mencionados había poca gente con las habilidades y conocimientos necesarios para producir y mantenerse como campesinos. Sin embargo, algunos lo hicieron hasta con éxito, pero enfrentando muchos problemas, sobre todo para adquirir insumos, equipos y maquinaria necesaria. En fin, el sistema político estaba todavía dirigido centralmente en términos de una producción planificada y no por la demanda. Los insumos fueron importados por “plan”, igual que la maquinaria. Estos planes los hicieron burócratas sin conocimientos prácticos. Mientras, los productores tenían que producir según el plan y entregar los productos estratégicos al gobierno como único comprador. Solo para estos productos recibieron insumos, y estos muchas veces en cantidades inadecuadas y a veces hasta exageradas. Así, particularmente las cooperativas y empresas estatales vendieron sus insumos a productores particulares, para usarlos en las producciones menos controladas como hortalizas.
De allí resultó la producción de hortalizas en los llamados “organopónicos”, que no tenían nada que ver con una producción orgánica. El nombre resultó en la conversión de plantas de producción hidropónica llenándolos con tierra y compost, es decir con material orgánico. En muchos de estos organopónicos se usó agroquímicos sin controles y muchas veces fuera de su uso permitido. Los campesinos tenían que alquilar los servicios de maquinaria de las cooperativas. La propiedad de maquinaria, como los tractores, era limitada a unidades viejas, heredados, las máquinas más grandes, como cosechadoras, estaban prohibidas a la propiedad privada. En fin, en un sistema con tantas trabas eran muy pocos los productores que lograban establecer una producción competitiva y productiva. En muy pocos casos de organopónicos se logró una autosuficiencia local de hortalizas. Pero los cubanos tampoco son grandes consumidores de hortalizas. La producción de alimentos básicos como arroz, viandas, en particular la papa, carne y leche sigue altamente deficiente, los rendimientos son a veces ridículamente bajos. La única excepción fue la carne de cerdo, que logró cubrir la demanda con producción nacional, pero a base de importación de alimentos balanceados al 70-80% de las necesidades. Los proyectos empujados por Fidel Castro, como la producción de moringa como alimento protéico, fueron muy exitosos a nivel experimental, pero nunca lograron extenderse, como un sin número de otras iniciativas, inventos y tecnologías cubanas.
En fin, los problemas técnicos, las condiciones naturales todos tienen solución. El impedimento más alto para aumentar la producción nacional son las políticas sectoriales, que impiden un funcionamiento del sector productivo y la solución de los retos técnicos con tecnologías modernas y sostenibles.
¿Por qué persisten las dificultades de distribución de alimentos en las bodegas?
No tengo realmente una respuesta clara a este problema. Sin embargo, al igual que en problemas de producción de alimentos, problemas de distribución resultan de la planificación central, que sigue siendo la base del sistema económico, en conjunto con una escasez de productos nacionales e importados. Estos problemas ya comenzaron cuando el gobierno asumió la logística de alimentos de transportadores particulares. En la segunda década del milenio actual, con la apertura de mercados y la liberación del sector del transporte, hubo un ligero mejoramiento, pero con poca duración, por las restricciones que se pusieron después sobre los transportistas. En este sentido, Cuba es uno de los países más atrasados en relación con la liberación de la economía, probablemente por el miedo de perder poder. La mayor parte de las liberaciones, sean los cuentapropistas, las casas particulares, los paladares y después restaurantes, los usufructuarios de tierras, los mercados libres, sufrieron retrocesos cuando comenzaron a funcionar o fueron diseñados desde el inicio en una forma disfuncional, como el mercado libre de carros usados.
Hay una lista muy larga de iniciativas e inversiones fallidas en Cuba. El ejemplo más viejo es probablemente el “Pan de Paris”, una fábrica de pan creada por un inversionista francés en la mitad de los años 90 con el apoyo personal de Fidel Castro. En fin, la empresa fue nacionalizada, el inversionista pudo escapar con mucha suerte a Europa y recuperar su inversión en un juicio internacional. La empresa se convirtió en la cadena de panaderías “Dulcinea”. Otro ejemplo son las ferias para inversionistas internacionales, que Cuba organizó en los años 2015 a 2017. Había incluso ofertas para proyectos de invertir en agricultura; pero después de conocer las condiciones de las inversiones, muy pocos inversionistas decidieron invertir, y ninguno por motivos comerciales. Las condiciones políticas y legales en Cuba no atraen al capital externo.
¿Cómo ha afectado la unión monetaria el acceso a los alimentos por compra a la ciudadanía cubana?
Esta unión monetaria pasó después de mi salida de Cuba. Era un evento esperado por muchos años y urgentemente necesario pero, en fin, parece que no cambió nada, sino que se perdió más el poder adquisitivo. Sigue el CUP y el CUC se convirtió en MLC, no manteniendo el cambio de 1:1 con el dólar. Así el poder adquisitivo cambió y los cubanos sin “fe” (fuente de ingreso externo, es decir dólares) tienen todavía más problemas de cubrir sus necesidades básicas.
¿Cuál es la racional de distribución de alimentos en Cuba a nivel territorial? ¿Por qué existe una relativa escasez de ciertos productos a nivel territorial? ¿Cuál es la justificación de provisión desigual de alimentos para el sector turístico y la población en general?
El sector turístico siempre recibió productos no accesibles a los cubanos, como leche, carne de res y pescado. Esto es debido a la importancia del sector para obtener divisas. Sin embargo, el turismo no explica la escasez general en la población. Hay una escasez generalizada por una producción deficiente y falta de divisas para importar alimentos en las cantidades necesarias. Además, en Cuba siempre había los “más iguales” que siempre recibieron cosas que los cubanos comunes no podían ni soñar. Con la muerte de Fidel y de otros comandantes, la desaparición de la generación que vivió los tiempos antes de la revolución, decayó la ética todavía más y los poderosos, en particular los militares y la cúpula de funcionarios altos de gobierno se aseguran privilegios. Es un proceso muy común en todo el mundo.
¿Cuáles son las similitudes de la situación actual de crisis alimentaria en Cuba con aquellas presentadas durante el Periodo Especial? ¿Qué posición asume el Estado en la manera en la que maneja las crisis de alimentos?
La única similitud con el Periodo Especial es probablemente el sufrimiento del pueblo, la escasez de todo y el regreso del hambre en ciertas partes de la población. Sin embargo, hoy hay gente que tiene dinero y recursos para cubrir sus necesidades y sufrir menos, mientras en el Periodo Especial el sufrimiento era más generalizado. Además, en el Periodo Especial todavía había un líder como Fidel, en el cual el pueblo confiaba y que podía crear la fe en un futuro mejor. Así se buscó soluciones, como la agricultura urbana que floreció en este tiempo para mejorar el suministro con productos perecederos y frescos. Oficialmente Cuba no tenía hambre después de la revolución, pero siempre había gente que no tenía suficiente comida. Había proyectos sociales, dando comida a los pobres, que fueron tolerados por el gobierno, siempre y cuando las organizaciones involucradas en estos proyectos no publicaran estos trabajos o los mencionaran en público.
Hoy parece que el gobierno no tiene realmente ideas nuevas para salir de esta crisis. Las intenciones de los años 2016-18 de introducir un cambio de paradigma en la agricultura con la hoja de ruta para una Agricultura de Conservación, y el grupo de trabajo interministerial creado para su implementación para finalmente lograr la soberanía alimentaria, quedaron como planes políticos sin más seguimiento.
¿Cuál es el papel que juegan las organizaciones internacionales en Cuba?
Las organizaciones internacionales son políticamente muy importantes para Cuba, porque levantan la presencia e importancia de Cuba a nivel internacional. Como con representaciones diplomáticas, en las cuales Cuba tiene uno de los números mas altos de embajadas presentes en el país, las organizaciones internacionales también tienen una plataforma de presentarse como ‘un país de los buenos’. Esto por lo menos en el caso de las Naciones Unidas, no tanto en caso de ONGs, que mayormente han caído en desgracia por las intervenciones poco controlables que hicieron en el país. Con la FAO Cuba tenía una relación muy importante, de un lado por ser miembro fundador de la organización, por otro lado, por la importancia que Cuba da al tema de la seguridad alimentaria. Así, Cuba tenía mucho interés de activamente colaborar con la FAO y sus varios gremios para extender el buen ejemplo cubano a otros países.
Otra de las organizaciones que daba esta posibilidad a Cuba era la OMS, a través de la cual Cuba envió miles de médicos cubanos a otros países. Pero también en el caso de agricultura Cuba enviaba expertos, no tantos como médicos. y mucho menos espectacular. Otro interés del país en organizaciones internacionales era obviamente la función de portar divisas con proyectos financiados al 100%. Esto explica la alta popularidad por ejemplo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Cuba, que en realidad no debería haber estado allí, porque oficialmente no había hambre. Pero el PMA es entre las organizaciones que más dinero traen en base a ayuda humanitaria.
¿Qué posibilidades tiene una oficina de representación como la que usted dirigió?
La posición de la oficina de FAO en Cuba fue muy ambigua: por un lado, Cuba era aliado importante, por otro lado, el trabajo en el país era muy complicado porque muy pocos donantes operando a través de las Naciones Unidas estaban presentes en Cuba, y las organizaciones de las Nciones Unidas en Cuba estaban peleando ferozmente por los fondos. En este sentido el país daba preferencia para la ejecución de proyectos a organizaciones como el PNUD, que operaba básicamente como un banco dejando todas las decisiones operativas técnicas al país, mientras la FAO da asistencia técnica, es decir mantiene la responsabilidad sobre las orientaciones técnicas de los proyectos y la ejecución de los fondos; además, todas las adquisiciones tienen que pasar por controles técnicos de la organización.
Otra parte difícil era la colección de datos productivos confiables, una de las tareas normativas importantes de la FAO. Otra función importante de la FAO era la de proveer información técnica actualizada. Tenía una biblioteca muy rica. Cuba se llevó toda la biblioteca de la oficina regional de FAO en Chile cuando esta oficina se quería deshacer de la misma. Además, la FAO tenía acceso a Internet y con esto ofrecía una sala de cómputo para acceder a trabajos científicos en todo el mundo. Este servicio era muy popular, muchos funcionarios del Ministerio de Agricultura, como también estudiantes de varios sectores, la frecuentaban; muchas tesis de doctorado se realizaron con la información obtenida en la FAO. Infelizmente esta actividad también cayó en desgracia y tenía que reducirse a un mínimo porque el permiso de la FAO de acceder a Internet por antena satelital no incluía el derecho de ofrecer estos servicios a otros.
El trabajo en campo también era siempre controlado, misiones rurales y visitas de cooperativas y campesinos solo eran posibles con permisos previos. Visitas privadas entre amigos no eran bien vistas y normalmente tenían como consecuencia una visita de la Seguridad del Estado al visitado. Con todo esto, la FAO por su bono de confianza y después de establecer relaciones personales y estrechas con los funcionarios del gobierno en los diferentes ministerios, encontraba mucho menos trabas que diplomáticos de países representados o de otras organizaciones, pero todavía más que en otros países.
¿Cómo compararía su experiencia de trabajo en Cuba con la función de la FAO en otros países?
Las restricciones arriba mencionadas ya explican la particularidad de trabajar en Cuba. Para Cuba la FAO era más bien un instrumento de propaganda y influencia hacia el exterior, mientras que intervenciones técnicas, o en el peor caso, asesoría en políticas sectoriales, no era bien visto. En mis primeros años de trabajo en Cuba no se podía ni hablar sobre políticas agrícolas, esto era del dominio exclusivo del gobierno. La FAO debería limitarse a proveer información técnica y fondos. Sin embargo, esta restricción se podía superar y al final tuvimos hasta un proyecto financiado por la Unión Europea sobre asesoría en políticas agrarias.
Particularmente difícil era la colección de datos de campo en caso de desastres naturales – el término “emergencia” era otro término no permitido o reservado por conflictos políticos. Estos análisis iniciales se hicieron exclusivamente con funcionarios del gobierno y militares, resultando en atrasos para obtener datos para iniciar intervenciones de emergencia con la comunidad internacional, hasta a veces perder la ventana de solicitar, y con esto, los fondos. Este problema particular no existía en muchos otros países. Hasta Corea del Norte permitía misiones de FAO al campo para determinar daños después de desastres naturales, mientras este país, contrario a Cuba, echaba al PMA del país porque no quería ayuda humanitaria sino ayuda para el desarrollo; y esto con mucho más hambre en el país que Cuba.
En general la operación de FAO en otros países era más fácil. Había más donantes presentes, los países generalmente eran más abiertos hacia sugerencias y asesorías, no solo en asuntos técnicos sino también en políticas sectoriales, y las intervenciones gubernamentales en la selección de consultores y personal tanto de la oficina como de proyectos eran inferiores. No quiere decir, que otros países tenían condiciones perfectas, pero Cuba era ciertamente un ambiente muy especial, complicado, que requería mucha sensibilidad para manejar un programa y hacer algo útil para el país. Después de asumir la oficina entendí por qué muchos de mis antecesores preferían no mover las cosas, sino dedicarse más a los placeres de la vida cubana.
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