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Pareciera que salgo a cazar cada vez que tengo que buscar COMIDA

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Me llamo Carmen, tengo 56 años y vivo en San Antonio de los Baños, Artemisa. Soy profesora de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana, recientemente obtuve la categoría docente de Profesora Titular y gracias a esto mi salario aumentó a 5800 pesos mensuales. Además, estoy contratada en la Sede Universitaria Municipal de mi pueblo, impartiendo clases en la Faculta de Medicina y la Facultad Obrero Campesina a la carrera de Agronomía, por estos contratos recibo en total 3750 pesos mensuales. No recibo ningún tipo de remesa ni ayuda del exterior y vivo con mi hijo menor que está pasando el Servicio Militar Obligatorio como bombero en la unidad municipal, de esta forma mis ingresos totales rondan los 9500 pesos mensuales. 

Una de las condiciones especiales de mi contrato en la universidad es que me permite disponer libremente de mis horarios, de esta forma cuando no tengo que impartir clases u otro tipo de actividad docente puedo aprovechar el tiempo para realizar otros trabajos que me permitan reunir un poco más de dinero, destinado mayormente a comprar comida. La condición para ganar un poco más de dinero, es que tengo casi todo mi tiempo ocupado y me quedan muy pocos momentos para dedicarme a la difícil tarea de buscar comida. Pareciera que hablo de salir a cazar y es que prácticamente me siento así cada vez que tengo que salir a buscar en cada esquina algo lo más barato posible y con un mínimo de calidad, esto es cada vez es más difícil.

No creo que sea necesario hacer mucho énfasis en la situación de desabastecimiento que sufre la Provincia Artemisa y dentro de esta San Antonio de los Baños, que ha quedado reducido a tiendas MLC y revendedores; por suerte tenemos cerca a Güira de Melena y Alquízar que nos “salpican” con su producción agrícola si no, no sé qué comeríamos en casa. Dentro de esta nueva odisea alguien con poco tiempo y no mucho dinero como yo enfrenta muchos obstáculos para mantener una alimentación estable o al menos no pasar mucha hambre. El tiempo en que no estoy impartiendo clases, estoy viajando a la Habana y ciertamente se me hace muy difícil encontrar momentos para salir por los puntos de venta de los revendedores a regatear precios menos agresivos para mi salario. Últimamente estoy haciendo una sola comida fuerte al día, para así reunir la mayor cantidad de alimentos posibles en una comida mínimamente nutritiva.

 

Por suerte tenemos cerca a Güira de Melena y Alquízar que nos “salpican” con su producción agrícola si no, no sé qué comeríamos en casa.

Ciertamente hay un sistema de compras en las tiendas en pesos cubanos que permite acceder, una vez al mes y por medio de la libreta de abastecimiento, a un grupo de productos con precios bastante asequibles como: pollo, aceite, picadillos, salchichas y otros de aseo. Gracias a esto logro estirar el salario un poco más y brindarle al niño alguito especial cuando regresa del servicio, aunque a veces me comenta que come mejor en la unidad que en la casa. La posibilidad de comprar estos productos se ha convertido en una opción muy importante para mí, pero realmente no me alcanza el tiempo para lidiar con las enormes colas que comienzan a formarse desde la madrugada; pues los productos enviados no siempre alcanzan. Buscando salvar estas opciones más baratas de las tiendas en pesos, contraté a una mensajera que, por 2 mil pesos al mes, me hace todos los mandados y no deja que pierda ninguna de las ofertas de las tiendas en pesos cubanos.

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A mi parecer estas personas que iban a la bodega y a la panadería y traían los mandados hasta tu casa por una mensualidad, eran un gasto innecesario pues haciendo reajustes en mis horarios y gracias al Plan Jaba (Condiciones diferenciadas de compra para las personas que trabajan en horarios cerrados o fuera del municipio) lograba comprar todo lo que se ofertaba en la bodega sin problemas. Pero desde que las únicas compras que puedo hacer, ajenas a las normadas por la libreta de abastecimiento, son estas que se ofertan racionadas por núcleo y requieren una madrugada de cola he tenido que asumir el gasto de la mensajera. 

Esta persona realmente me ahorra mucho tiempo y me garantiza no perder productos que tendría que pagar cinco veces más caro de no ser por su gestión. Me he percatado de que tiene contactos en las tiendas en pesos y en las bodegas, de esta forma compra primero que todos en la cola y a pocos días de iniciado el mes ya tengo todos los mandados en casa, así mismo el pan y los productos racionados en las tiendas en pesos cubanos. Lo gracioso es que he estado sacando cuentas y prácticamente me cobra el triple de lo que cuesta cada producto. La semana pasada vendieron cuatro picadillos, un pomo de aceite y un paquete de pollo por núcleo, eso son 250 pesos aproximadamente y ella me cobra 2000 pesos mensuales solo por garantizarme que no perderé estos productos. De cierta forma es una especie de colera-revendedora más discreta. No me alegro de el gasto que supone para mí mantener estas condiciones, pero en las circunstancias en las que estoy es el gasto mínimo que puedo hacer para garantizar un poco de comida en mi refrigerador. El problema es más grande que la situación precisa de la mensajera y está directamente relacionado con los bajos salarios y el desabastecimiento del que todos saca provecho, prestando un “servicio” que para mí es un ahorro importante de dinero.

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