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TESTIMONIO
Daniela y la contabilidad en el sector privado siendo mujer
Daniela tiene 35 años y trabaja como cajera en una mipyme ubicada en el Mariel, dedicada a la venta de alimentos. Es su primer empleo no estatal desde que se graduó de técnico medio en contabilidad, y aunque le alegra tener un trabajo estable, su experiencia está marcada por tensiones y desigualdades.
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Al principio, me emocionó la idea de trabajar en el sector privado porque pensé que tendría más oportunidades de crecimiento económico. Pero la realidad es diferente. Como mujer, siento que siempre tengo que esforzarme el doble para que valoren mi trabajo, confiesa Daniela. Aunque realiza tareas más allá de su rol como cajera, como el inventario de mercancías y la atención a proveedores, rara vez recibe reconocimiento. Últimamente ella también radica en el portal del establecimiento o incluso en la acera del frente gestionando una mesa de ventas aledaña al mercado.
Uno de los mayores problemas que enfrenta Daniela es la brecha salarial y las dinámicas de poder en la empresa: A veces siento que mi opinión no cuenta solo porque soy mujer. Los hombres que trabajan aquí ganan más, aunque hagan lo mismo que yo. Cuando pedí un aumento, mi jefe me dijo que debería estar agradecida de tener un trabajo. Fue humillante.
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Además, Daniela tiene que lidiar con el cuidado de su madre enferma y de su hija que muchas veces va a ayudarla, sobre todo cuando trabaja en la mesa. Cuando mi mamá necesita algo, tengo que pedir permisos que mi jefe no siempre quiere darme. Una vez, me dijo que las mujeres somos un problema en las empresas porque traemos muchas complicaciones familiares. Este tipo de comentarios han afectado la autoestima de Daniela y le han hecho cuestionarse si debería buscar otro puesto, aunque sabe que las oportunidades son limitadas.
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Daniela también ha experimentado acoso laboral: Un supervisor hizo comentarios inapropiados sobre mi ropa. Cuando lo reporté, me dijeron que no debía exagerar porque era su forma de ser. Me sentí sin apoyo.
La experiencia de Daniela es la de muchas mujeres en un sector económico con cada vez más presencia en el país, dentro de una tradición laboral machista y sin apego o tradición a la gestión de los derechos laborales dentro del gremio. A pesar de todo, Daniela sigue en este trabajo, hastiada y molesta porque no está haciendo lo que quisiera, ahora dice que es “solo una comercial de embutidos y gelatinas” aunque continúa en ello por falta de otras perspectivas para poder ayudar a su familia.