Nota de prensa N° 20- Food Monitor Program
19 de abril de 2024
Recientemente, en San José de las Lajas, en la provincia de Mayabeque, se detectó la comercialización de carne de perro como si fuera de carnero o cerdo. A raíz de esto, el Ministerio de la Agricultura sacó una nota informativa en la cual confirma la noticia, repudia el hecho y asegura que se realizan las investigaciones pertinentes para aplicar las sanciones correspondientes según la normativa jurídica vigente.
Hasta el momento, se reportaban al menos seis personas involucradas en el robo de mascotas familiares y perros callejeros para descuerarlos y venderlos para el consumo humano; con tres personas detenidas por este motivo. Sin embargo, el único artículo en el Código Penal vigente relacionado con el maltrato animal es el 281.2, que establece hasta tres años de cárcel a quienes utilicen animales en juegos ilícitos; lo cual no es aplicable en este evento. Para estos casos, la ley lo único que establece son sanciones administrativas como multas; si bien a los acusados se les ha imputado también los delitos de propagación de epidemias y estafas, pues algunas declaraciones reportan intoxicaciones en menores de edad por el consumo de estas carnes.
Esto sucede a pocos días de que circulara el rumor de fábricas clandestinas en La Habana que vendían carne de perro y gato molida como si fuera picadillo de la marca Cocinerito. Sin embargo, el Consejo de Administración del municipio Arroyo Naranjo emitió un comunicado negando el hecho y afirmando que solo eran rumores para crear desconfianza en la población.
Entretanto, investigaciones de Food Monitor Program han demostrado que, en Guantánamo, se realizan ventas de carne de gato en las redes sociales y a nivel de barrios, sin mayores consecuencias hasta ahora.
Tal como ocurrió durante la crisis del Período Especial, mascotas como gatos y perros, ya sean familiares o callejeros, corren el peligro de ser robados y utilizados como alimento cárnico debido a la falta y al incremento de los precios de las carnes de res, pollo y cerdo. Esta sustitución deja ver algunas aristas de la profunda crisis económica e inflación descontrolada que sufre la Isla.
Primeramente, no existe un control sanitario que verifique que los animales que se sacrifican para el consumo humano no tengan enfermedades contagiosas; así como que su procesamiento cumpla con las normas mínimas de higiene. Este problema se relaciona, a su vez, con la falta de información al consumidor en los productos que el mismo Estado vende a la población, con cientos de artículos a granel y/o empaques no originales o sin la lista de ingredientes. A ello se suma el robo de alimentos directamente desde las fábricas o lugares de almacenamiento, que son luego vendidos muchas veces incluso sin envases. Por tanto, el cubano se ha visto obligado a confiar en la buena voluntad de los vendedores, a riesgo de intoxicaciones, envenenamientos, etcétera.
Por otra parte, la propia existencia de un mercado negro de alimentos confirma la crisis alimentaria y el desabastecimiento que atraviesan al país. A pesar de los altos precios que rigen este mercado paralelo, para muchas personas, es la única opción de suministro de alimentos ante la falta de oferta estatal. Este es uno de los motivos que contribuye al alza de los precios, pues los artículos negociados en él no encuentran precios competitivos en los comercios legales.
En tercer lugar, la comercialización ilegal de animales de compañía, como perros y gatos, evidencia que la crisis alimentaria no solo se queda en el plano físico de la sobrevivencia; sino que influye también en el ámbito moral y social. El oportunismo y la naturaleza criminal que implican los robos y la matanza de estos animales son consecuencia directa de la falta de voluntad estatal y gubernamental para solucionar la inseguridad alimentaria en Cuba.
Desde Food Monitor Program alertamos que esta no es una situación excepcional, sino que se va volviendo cotidiana y puede agudizarse si el Estado y el Gobierno cubanos no crean estrategias para comenzar a paliar la aguda crisis alimentaria en la que tienen sometida a la Isla. Asimismo, recomendamos a los consumidores estar atentos sobre el contenido y las condiciones de los alimentos que adquieran, en especial en el mercado negro, con el fin de aminorar los riesgos para su salud. Por último, instamos a las autoridades gubernamentales a implementar medidas y estrategias que minimicen la crisis y la inseguridad alimentaria en Cuba, y fomenten el desarrollo de una agroindustria propia para alcanzar la soberanía alimentaria que necesita el país.