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La alimentación escolar en Cuba

La alimentación escolar es la porción de alimento nutritivo, saludable, inocuo, cultural, étnico, social y biológicamente aceptable que los estudiantes reciben puntualmente en los centros educativos durante el período lectivo. El entorno alimentario escolar también es un espacio importante, que debe estar conformado por infraestructura y condiciones adecuadas dentro y alrededor de las escuelas, allí donde los alimentos estén disponibles. Sobre la calidad de la alimentación en instituciones educativas existen concilios como el Foro Regional de Alimentación Escolar para América Latina y el Caribe, de los que Cuba es firmante. En la declaración final de la IX edición, el año pasado, Cuba acordó, junto a sus homólogos, fortalecer entornos alimentarios saludables dentro y alrededor de las escuelas, promoviendo alimentos seguros, nutritivos, fortificados y producidos localmente, con el objetivo de fomentar dietas diversas y equilibradas y contribuir al desarrollo de sistemas alimentarios sostenibles. 

 

Sin embargo, durante el mismo periodo, la falta de reserva de alimentos en los almacenes estatales de la isla ocasionó la escasez de proteínas en las raciones que se entregaron como almuerzo, mientras que ensaladas y frutas estuvieron totalmente ausentes. Esta situación no ha hecho más que empeorar, actualmente en la mayoría de los centros de educación prescolar y primaria, así como la universitaria, se garantizan mayormente los carbohidratos, y los almuerzos han llegado a componerse de arroz y pan, o harina y boniato. Ante estas condiciones muchas familias han optado por cancelar el servicio seminternado de las escuelas, adjudicándose la responsabilidad adicional de la alimentación. Otras han decidido “reforzar” cada día la merienda escolar, o enviarles a sus hijos universitarios una bolsa de comida semanal con la que puedan sostenerse en las instituciones becadas, pero siguen siendo mayoritarias las familias que no disponen de ingresos suficientes para garantizar diariamente “el plato fuerte” de sus hijos.

 

Entre los meses de enero- marzo de 2023, Food Monitor Program entrevistó a estudiantes, madres y tutores sobre la alimentación escolar de sus hijos en cuatro provincias del país (Pinar del Rio, La Habana, Artemisa y Cienfuegos). El estudio arrojó irregularidades como el consumo, por parte de maestras y auxiliares pedagógicas, del “refuerzo” entregado por sus madres al infante; la ausencia de baños y/o agua potable en centros educativos; la entrega de alimentos no inocuos, entre otros eventos.

 

Según el Programa Mundial de Alimentos, los programas de comidas escolares, junto con otras iniciativas de protección social, son una de las inversiones más inteligentes que cualquier gobierno puede hacer a largo plazo.[1] Actualmente, uno de cada dos escolares, es decir, 388 millones de niños, reciben diariamente comidas escolares en al menos 161 países de todos los niveles de ingresos. Entre 2013 y 2020, la cantidad de niños que reciben comidas escolares creció un 9 % a escala global y un 36 % en los países de bajos ingresos. América Latina y el Caribe es la segunda región (con 78 millones) detrás de Asia Meridional (con 107 millones), con mayor cantidad de programas de alimentación escolar. En este contexto, y a pesar del impacto de la pandemia COVID-19, la tendencia a nivel internacional ha reflejado la voluntad gubernamental, la institucionalización y el avance en estas acciones. En el mismo periodo las garantías en cuestión de alimentación en instituciones educativas en Cuba han retrocedido conforme el desabastecimiento impacta fuertemente a nivel familiar, exponiendo a los escolares más vulnerables.

 

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[1] https://docs.wfp.org/api/documents/WFP-0000124411/download/

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