"El estudio de la seguridad alimentaria en Cuba se ha quedado atrás, debido a la limitación que el Gobierno impone sobre la investigación académica en asuntos que se consideran políticamente sensibles."
Louis Thiemann, candidato al doctorado en estudios de desarrollo por el International Institute of Social Studies de la Erasmus University Rotterdam. Trabaja temas relacionado con la economía política de la alimentación, teoría de clases, entre otros...
¿Cuál es la situación de Seguridad Alimentaria en Cuba? ¿Cuáles son los mayores retos en términos de proveer alimentos en Cuba?
La seguridad y la soberanía alimentarias son amplios marcos conceptuales que incluyen (dependiendo del autor que se lea) cerca de una docena de dimensiones interrelacionadas, que hacen referencia a la producción, el acceso y los mercados de alimentos, desde el nivel del hogar hasta un nivel nacional. ningún país tiene un excelente desempeño en todas las dimensiones, cada uno de ellos presenta dificultades particulares A la hora de realizar mediciones y estudios cualitativos. En el caso de Cuba, La desconfianza en los datos oficiales es considerable (y, en consecuencia, los datos enviados a organizaciones internacionales). El estudio de la seguridad alimentaria en Cuba se ha quedado atrás en comparación con el estudio en otros países en la región, debido a la limitación que el Gobierno impone sobre la investigación académica en asuntos que se consideran políticamente sensibles. Es por eso por lo que yo creo que los académicos te darán la bienvenida a la iniciativa de Food Monitor.
El principal reto para todas las dimensiones de la seguridad alimentaria (sin hablar de la soberanía alimentaria) en Cuba, es que el país produce muy poca comida tanto en términos absolutos como en términos relativos. El Programa Mundial de Alimentos estima que entre el 70 y el 80% del consumo doméstico es importado, una cifra que varía dependiendo cómo se mida la cantidad de proteínas versus la cantidad de carbohidratos, los micronutrientes en contraste con los macronutrientes y, por último, el volumen de la comida (medido en toneladas) en comparación con el valor de la comida (en dólares). la dependencia estructural de la importación de comidas ha generado un sistema de distribución basado en esa importación, el sistema es altamente centralizado, controla los monopolios de importación y exportación y su gestión no es transparente. aquí hay un segundo gran reto que afecta diferentes dimensiones de la seguridad alimentaria: los hogares cubanos son sujetos a una disuasión sistemática para evitar la construcción de mercados de alimentos cooperativos, generar relaciones directas entre productores y consumidores e incentivar las prácticas de autosuficiencia (cultivos domésticos, procesamiento de alimentos en el hogar, etc.). en cambio, estos hogares dependen de 2 caras de un sistema nacional de distribución monolítico y muchas veces frágil: las bodegas para adquirir alimentos de bajo costo, y las tiendas en MLC para adquirir productos de alto costo. estas 2 caras son esencialmente las 2 alas del mismo monopolio estatal.
Durante las décadas de los años 70 y 80 se crearon dependencias para que los cubanos no pudieran alimentarse por sí mismos sin el apoyo del estado y que el estado mismo estuviera un en una condición donde si no contara con el apoyo de los subsidios de la Unión Soviética, lograría alimentar a su población con gran dificultad. desde la década de 1990, esta responsabilidad diferida se ha transformado lentamente en una estrategia de negocio: el estado orquesta un sistema de comida basado en remesas, importaciones de bajo coste y precarios medios de vida agrícolas que, al final, beneficia primordialmente a las corporaciones post socialistas y a sus socios de negocios internacionales.
la falta de transparencia es un ingrediente clave en esta estrategia: ello hace imposible que los cubanos entiendan, por ejemplo, qué elementos componen el precio que se vende en un mercado del estado de un ítem básico de comida (p.ej.: aceite vegetal). ¿Cuál es el coste de importación y distribución? ¿Qué parte del precio constituye la utilidad o ganancia para el estado? ¿Qué parte de la utilidad se emplea como impuesto para los servicios sociales, qué parte contribuye a la acumulación de capital y a los estilos de vida de la élite comercial? Lo que podemos decir, con seguridad, es que, en la ausencia de un sistema funcional de recaudación de impuestos, el estado cubano se apoya en una forma no transparente de “impuesto al valor agregado” (IVA, VAT, impuesto sobre las ventas, etc.) para financiar sus diversas operaciones. las compras de alimentos por parte de la población, que alcanzan a sumar entre la mitad y 3/4 del promedio del gasto total de un hogar y que tienen una financiación externa significativa -por medio de las remesas- son un componente clave de este sistema de impuestos. que espero que mi punto quede claro en cuanto a que el sistema de alimentación es un nexo absolutamente central para. la economía política cubana
. ¿Cuáles son los factores que impiden un nivel adecuado de producción de alimentos en Cuba? ¿Cuáles son los mayores desafíos que se presentan para la producción cubana en términos legales, de acceso a insumos y de estímulos?
Tres cuartos del área apta para la producción agrícola cubana permanecen bajo el control del estado a manera de granjas estatales y militares, muchas de ellas abandonadas debido a la falta de insumos, maquinaria (seguramente también por la falta de mano de obra especializada) necesarias para mantener monocultivos a gran escala. En el área restante, las granjas campesinas y algunas empresariales constituyen tres cuartos de la producción interna de alimentos en Cuba - si le creemos al Programa Mundial de Alimentos, las granjas privadas producen entre el 15 y el 20% de la comida que se consume en Cuba, y las granjas del estado producen otro 10%. Como en otros países que tuvieron la experiencia de la descolectivización post comunista (particularmente en Asia central, Europa Oriental, Asia Oriental y la región del Cáucaso), la producción agrícola a pequeña escala estilo supervivencia en Cuba experimentó un efecto rebote importante durante la década de 1990. Los cubanos fueron muy recursivos a la hora de producir comida, por medio del uso de un conjunto ecléctico de técnicas, espacios e insumos. Durante la década del 2000, se alcanzó un límite de esta agricultura “re-campesinada” y ese límite persiste hasta hoy con unas cifras de producción (comparablemente bajas) similares a las de la década anterior, los componentes principales de este límite son: 1. El acaparamiento de las tres cuartas partes de la tierra cultivable por parte del Estado. 2. La carencia de insumos y de maquinaria que podría permitir a los pequeños productores intensificar su producción, 3. Pocos esfuerzos para diversificar productos alimenticios, en materia de nuevos cultivos de frutas y vegetales, así como del procesamiento de alimentos a pequeña escala. 4. La persistencia de precios artificialmente bajos y la desorganización del sistema de contratación pública (Acopio). 5. Prohibiciones para la asociación de productores en cooperativas populares, grupos de presión, planes de crédito compartido, así como asociaciones científicas independientes.
Este límite es tanto tecnológico como político y administrativo, y en cualquier momento un subsector en particular puede verlo reducirse de manera abrupta y significativa. La crisis de la COVID 19, por ejemplo, les ha servido a las empresas estatales como pretexto para recapturar el mercado de cerdo de las empresas privadas que habían logrado incrementar la producción en un 50% anual en cada uno de los años anteriores. En 2020 la producción de cerdo en las granjas privadas colapsó en un 95% debido a que se suspendieron las ventas de los piensos, mientras que las granjas estatales continuaron recibiendo esos insumos y sólo perdieron el 12% de la producción (datos de la ONEI). Los productores se enfrentan a muchas inseguridades: los mercados aparecen y desaparecen tan rápido como los nuevos esquemas de inspección, los mercados negros de insumos que son notoriamente frágiles y arriesgados, la tenencia y el usufructo de la tierra puede ser rescindida, las lealtades políticas locales pueden cambiar y los sobornos pueden incrementarse, e igualmente los contratistas del estado pueden cambiar de manera brutal las cuotas o retener los pagos. la inversión a largo plazo en las granjas pequeñas es predeciblemente baja por lo que yo no espero incrementos sostenibles en la producción doméstica de alimentos para la próxima década. Con suerte, Cuba logrará recuperar los niveles logrados entre 2016 y 2018 en los próximos 5 años (ver tabla).
Tabla 1: Cosecha anual antes y durante la crisis actual, en miles de toneladas. Fuente: ONEI, Anuario Estadístico 2020.
¿Por qué persisten las dificultades de distribución de alimentos en las bodegas?
Para ciertos productos (por ejemplo, el arroz y la carne) el colapso en la producción durante los últimos 3-4 años es ciertamente un factor significativo a la hora detener demoras en la distribución de alguno de los ítems de la libreta. La mayoría de los productos de la libreta, no obstante, son importados, por lo que su distribución depende de una cadena de actividades centralizada en lugar de un “caos autoorganizado” que está detrás de los mercados de la sociedad. sin información privilegiada es difícil decir en qué punto particular se rompe la cadena de distribución. Aunque cuba puede comprar alimentos de cualquier parte del mundo - incluido EE. UU. - las compañías estatales cubanas no cumplen los pagos de las órdenes que ya han recibido, por lo que muchos de sus socios comerciales prefieren recibir el pago en dinero de manera anticipada. Desde que el flujo de dinero y de petróleo recibido de Venezuela ha disminuido desde su punto más alto entre los años 2013 y 2014, y desde que la crisis generada por la pandemia colapso el sector del turismo y la recepción de remesas, el estado cubano seguramente está teniendo problemas de caja y lo que conlleva que haya menos cantidad de importaciones y que el suministro de alimentos desde el exterior sea más errático. Esto afecta de manera particular el suministro de la libreta. una vez llegan los productos al puerto, la siguiente gran dificultad está en la infraestructura de transporte. Suele haber problemas de funcionamiento en estructuras de procesamiento claves (tales como los molinos de trigo en la Habana), Y las capacidades de almacenamiento suelen ser insuficientes, sobre todo para perecederos. el ejemplo emblemático de este año es que incluso el papel en el que se imprimen las libretas no llegó a tiempo.
Finalmente, los bajos salarios pagados en todo el sistema de distribución de alimentos generan una serie de “pérdidas” significativas debido a que los trabajadores de almacén y transportación, así como los bodegueros “toman su parte”. independiente de que creamos de que esta “privatización espontánea” es legítima o no, hemos de reconocer que serían pocos los trabajadores que seguirían yendo a sus puestos todas las mañanas si solo obtuvieran sus salarios e incentivos legales. De acuerdo con las estimaciones hechas por Carmelo Mesa-Lago, los salarios reales en 2019 seguían representando menos de la mitad del nivel de 1989 y seguramente han caído considerablemente dada la inflación que ha superado las alzas en el salario durante 2020-1.
En términos estructurales, es necesario observar el mal estado en el que se encuentra el sistema de distribución de alimentos que utiliza el MINCIN entre los acopios y las bodegas – en otras palabras, el sistema de alimentos estatal en pesos cubanos-. No podría ser más impactante la diferencia entre los supermercados y las tiendas, y no solo en materia de alimentos. Las unidades de refrigeración, la tecnología de la información y los almacenes seguros que se requieren para hacer más eficientes las labores adelantadas por el MINCIN han sido adquiridas masivamente para abastecer los supermercados de MINFAR. Esta diferencia también es evidente en el sector de los recursos humanos.
¿Cómo ha afectado la unión monetaria el acceso a los alimentos por compra a la ciudadanía cubana?
La pregunta clave tiene que ver con si la inflación ha superado los aumentos en el salario o si el salario ha logrado superar la inflación. Los datos de ONEI indican que los salarios del Estado aumentaron de 1200 pesos cubanos (CUP) en 2020 a 3934 Cup en 2021- un aumento del 228%. La inflación ha crecido con mayor velocidad, aunque de manera diferente para ciertos productos (incluidos muchos de los alimentos producidos por pequeños productores) cuyos precios se han incrementado entre 2 y 3 veces, mientras que otros (tales como las tarifas de electricidad y los insumos agropecuarios) se han incrementado en hasta 20 veces su valor. El valor de las remesas, por otro lado, se ha mantenido estable – una reorganización trascendental del poder adquisitivo entre hogares que tienen miembros en la Diáspora y entre aquellos que no. En este asunto particular, la actual crisis que tiene sus causas en varios factores que incluyen, pero que no deben ser reducidos a, la COVID 19, tiene una diferencia sustancial en comparación con el “Periodo Especial”: el sistema de alimento de Cuba recibe varios miles de millones de dólares (USD) por concepto de remesas anualmente, pero el acceso a la comida se ha convertido en una situación mucho más inequitativa en un periodo corto.
El mayor problema, desde mi punto de vista, es que los cambios en la política monetaria no han logrado solucionar el problema hacia el cual estaban dirigidos: la doble tasa de cambio que privilegia a algunos actores económicos. las empresas estatales que tienen acceso al cambio oficial de 1:24 todavía tienen acceso a dólares a un precio mucho más bajo que lo que podrían conseguir ciudadanos y empresas privadas, quienes para enero de 2022 pagaron entre 80-85 por dólar en la tasa de cambio informal. Muchos productores perciben que el sistema monetario dual es un mayor inhibidor hoy en día que hace dos o cinco años, dado la cantidad en aumento de insumos que ellos deben comprar en MLC, al tiempo que ellos siguen vendiendo en CUP.
¿Cuál es la razón fundamental de la distribución de alimentos en Cuba a nivel territorial? ¿Por qué existe una relativa escasez de ciertos productos a nivel territorial? ¿Cuál es la justificación de provisión desigual de alimentos para el sector turístico y la población en general?
El turismo, por supuesto, es un sector en el que Cuba compite directamente con otros destinos y el hecho de que los turistas se alimenten mejor que los cubanos en es solamente el problema. El problema persiste también cuando los turistas vuelven a sus lugares de origen y retornan a la abundancia de sus supermercados.
En relación con el consumo de alimentos, sin embargo, los turistas representan una parte muy pequeña. En 2019, solo una de cada 130 personas en Cuba era turista. Los turistas pueden haber consumido una gran cantidad de langosta, ron añejo y carne (aunque la mayor cantidad de estos productos fueron consumidos por las clases media-alta y alta de Cuba) pero esto no explica la escasez de alimentos en otros escenarios. Cuando a los productores se les permite vender en el sector turístico, ellos utilizan estas ganancias para asegurar sus inversiones en la tierra y pueden mantener su producción para la venta en el mercado local.
Se suele a tratar el caso cubano con cierto excepcionalismo, pero yo creo que tiene sentido pensar este caso como de “otro caso” en el Sur Global. La escasez crónica de alimentos en muchos países pobres y la economía cubana ha decaído hasta el punto en el que se ajusta a esa descripción. De hecho, si Cuba no hubiera perdido una parte significativa de la población debido a la emigración desesperada, produciendo una diáspora que – sorpresivamente – se pudo ubicar en los países más ricos, la cantidad y calidad de alimentos que Cuba podría importar sería muchísimo menor. Como en otros países, estudiar el acceso a la comida: por qué está disponible para unos y no para otros, por qué algunos deben esperar días haciendo cola mientras que otros pueden adquirir esos mismos productos por medio de una tarjeta de crédito y tres clics requiere inquirir sobre las relaciones de poder y sobre las dinámicas que hay entre el capitalismo y el Estado. A pesar de lo que creemos, Cuba no es muy distinta comparada con otros países en este aspecto.
¿Cuáles son las similitudes de la situación actual de crisis alimentaria en Cuba con aquellas presentadas durante el Periodo Especial? ¿Qué posición asume el Estado en la manera en la que maneja las crisis de alimentos?
Como se dijo anteriormente, hoy en día hay mucha más cantidad de divisa extranjera en Cuba que hace 30 años, y hay más subsistemas económicos que procesan ese flujo (inequitativo) de moneda encaminado a obtener alimentos y otros bienes, así como ganancias, salarios e impuestos. De igual manera, actualmente hay más comida (y de mejor calidad) que en el periodo de 1994-1996, a pesar de que los volúmenes de importación y exportación han caído desde 2014 y que la producción doméstica se ha estancado en su gran mayoría desde finales de la década de 1990. La posición del Estado, no obstante, ha cambiado de manera drástica. En los 90, el Estado se enfocaba principalmente en las “responsabilidades paternales” que había acumulado desde la era soviética, y hasta cierto punto permitió a la población valerse por sí misma tolerando lo que podríamos llamar “ilegalidades productivas” que se cometían para poder producir alimentos: desde la cría de cerdos en las bañeras hasta la existencia de un amplio mercado negro que incentivaban la producción de alimento y la distribución en el campo. Actualmente, el Estado busca enfocarse en dos objetivos contradictorios al mismo tiempo: Por un lado, su fachada paternal, que busca paliar las mayores crisis de escasez y las inequidades por medio de las raciones. Por otro lado, una maquinaria empresarial – o, mejor dicho, corporativa- que se lucra de la escasez por medio de la venta de alimentos a precios elevados – tanto “en la puerta” para los establecimientos comerciales, como en la “trastienda” para el mercado negro. Hemos de recordar que la mayoría de la comida importada que aparece en el mercado negro (acentuando su ausencia en las tiendas) también se origina en las empresas del Estado.
Se pueden hacer muchas observaciones en relación con esta compleja situación. Un elemento novedoso que me impactó personalmente es la manera en la que las nuevas plataformas de ventas de alimentos online (empresas militares o privadas que venden comida retenida en almacenes cubanos, o incluso comida que está por llegar importada desde Estados Unidos) aprovechan la experiencia de la escasez y la malnutrición en su publicidad. Los correos electrónicos promocionales que recibo me urgen a “Comprar comida importada y quitarle la cara a mi familia [de encontrarla en Cuba]”, “No pierda la oportunidad de comprar la comida importada que ahora garantiza los desayunos, las comidas, los pasabocas y los postres en Cuba”, “Compre ahora y garantice la cena de Navidad y Año Nuevo para sus queridos, antes de que sea demasiado tarde” y así – esta es una nueva, y creo que polémica, dimensión de como se va desarrollando la crisis y de la manera en la que la maneja el Estado. Asumo que esta polémica continuará siendo un punto crucial de contención política en los próximos años: la manera en el Estado post-socialista justifica los costos de mantener monopolios económicos de gran alcance – en pro del interés público – si los utiliza para a su beneficio propio, mezclando los objetivos sociales con las ganancias corporativas.
Lea todas las entrevistas en Food Monitor Program AQUÍ