Viva la diferencia y pongan la luz
22 de julio de 2022
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l pasado 14 de julio se presentó una manifestación espontánea
en Pinar del Río y en la Habana, debido a los prolongados cortes de luz que se han venido generando en los últimos meses. Con cacerolas y ollas, gritando consignas en contra del régimen de los Castro y en particular contra su presidente Miguel Díaz Canel. Los cortes de luz que llevan desde tiempos incluso anteriores al “Periodo Especial en tiempos de Paz”, han venido aumentando. Según fuentes oficiales, esto se debe a que hay una limitación en la infraestructura que obliga a realizar estos cortes. Sin embargo, esto obedece no solo a una carencia general de capacidad eléctrica, sino a un ejercicio de control de la población que cada día se ve más afectada por una situación general de crisis.
Este es uno de los problemas que viene sumándose a la escasez de alimentos, medicinas, acceso a servicios, que junto a la represión hacen cada día más invivible a Cuba. En respuesta a las manifestaciones del 14 de julio, el gobierno cubano cortó el acceso a internet en horas de la madrugada para evitar la dispersión de los videos en redes sociales. Al parecer, la conmemoración del 11J ha suscitado un aumento en la suspicacia del régimen, evitando cualquier tipo de aglomeración o desorden.
Y hasta la izquierda no oficial cubana ha declarado que la situación de la población en Cuba es insostenible. Recientemente, la asociación Comunistas de Cuba, colectivo de origen trotskista, emitió un comunicado con relación a los cortes de electricidad generados en Cuba. Según este colectivo, las regiones más afectadas por estos cortes fueron precisamente aquellas en las que las manifestaciones del 11J, el año pasado, fueron mínimas o inexistentes:
“Los dirigentes cubanos no sufren estos largos cortes de electricidad y descaradamente llaman a que la clase trabajadora resista. Al mismo tiempo, aunque intentan limitar las roturas de las termoeléctricas como la causa principal de los cortes de electricidad, lo cierto es que la falta de mantenimiento de estas instituciones se debe a la desatención de la burocracia quien continúa priorizando la industria del turismo” se señala en el comunicado.
Y el argumento del bloqueo, en estas circunstancias, evidencia grandes desgastes dentro de la población cubana. Es evidente que para la población cubana existe, además, un “bloqueo” interno. Las medidas tomadas por el régimen siguen favoreciendo a pequeños sectores de la población en desmedro de su población. Irónicamente, quienes más sufren son los que más obedecen. Con cierta sorna, los habitantes de Cuba aluden a la reciente situación de Sri Lanka para hacer una reflexión sobre su propia realidad y, a lo mejor, plantearse nuevos cursos de acción.
Y es que el problema no radica solamente en la ya grave carencia de suministros, abastecimiento de bienes y prestación de los servicios. El asunto es que todo aquel que demande condiciones mínimas de vida, que haga una reclamación de sus derechos fundamentales, no desde una política, sino desde el sentido común, carga el anatema de ser contrarrevolucionario, financiado por los intereses capitalistas de tal o cual país, de ser un vendepatria. La unidad de pensamiento, de acción y de obediencia, desconoce al otro y por ello busca su aniquilación.
La humanidad depende de la posibilidad de identificarse con unos en relación con los otros y para que esto pueda darse debe haber una posibilidad de identificación a nivel individual y a nivel colectivo. En lugar de ello, como herramienta de cohesión, el régimen cubano insiste en vender, en la miseria, el modelo universalista, unificador, totalizante. En parte, este afán por mantener el control ha hecho que, además de impedir el desarrollo del libre pensamiento y la libre agencia, se inhabilite una comunidad que pueda aportar para su propia subsistencia desde la empresa privada y personal. Desde la diferencia y la libertad, se beneficia incluso un modelo de bienestar, con un Estado robusto que se encarga de proveer gran parte de los bienes y los servicios a una población.
Desde la libertad y la diferencia, hay una posibilidad real de crítica y autocrítica que permite el crecimiento del individuo y de la comunidad. La diversidad libera incluso a los gobiernos de la paranoia, el solipsismo y la esquizofrenia. La libertad permite que incluso en momentos de dificultades materiales se generen innovadoras ideas para superar las dificultades. El rechazo a la libertad y la individualidad genera precisamente estas precariedades, este maniqueísmo de revolucionario-contrarrevolucionario, que aún persiste, tal vez con otros ropajes, en la mentalidad del régimen y sus seguidores.
Esta aniquilación del otro es, en gran medida, la causa de la situación de la crisis de un país que, dada su estratégica ubicación geográfica y los potenciales recursos materiales y la capacidad humana con la que cuenta, debería contar con la capacidad suficiente para a aliviar muchas de las condiciones de precariedad en las que se encuentra su población. Es muy difícil ser diferente en un país sin luz, sin comida, sin bienes de primera necesidad. Es muy difícil reconocerse como otro cuando no cuentas con los medios y con los espacios para alzar tu voz.