top of page

Veganismo y vegetarianismo en Cuba: el costo de comer según tus creencias

21 de noviembre de 2024

E

E

n el panorama internacional no suele ser raro conocer a alguien

vegetariano, da igual si es un famoso o un vecino. Tampoco es raro llegar a un restaurante y ver en la carta opciones para quienes eligen este estilo de vida. Como para tantos otros grupos, para los vegetarianos suelen existir, además, negocios que incluso se dedican en exclusiva a proveerles los alimentos que necesitan parta mantener una vida activa y saludable. Pero, como diría un amigo “Cuba no es un país normal”.

Resulta costoso y complicado mantener una dieta vegetariana en Cuba. La crisis alimentaria que atraviesa el país golpea de manera particular a cualquiera que por salud, religión o ética requiera mantener una alimentación diferente a lo habitual. Aquí los vegetarianos tienen difícil el acceso a los alimentos, por sus altos costos, tanto como a disfrutar de una dieta variada.

El nivel de ingresos en cierta manera ayuda. Existen quienes, ya sea por su trabajo o por recibir remesas, pueden permitirse acceder a alimentos acordes a su modo de vida; pero para la mayoría de los bolsillos de los cubanos de a pie es todo un reto. Pedro, médico vegetariano, comparte su experiencia:

En casa somos cuatro por lo que mi salario, de poco más de 5 000 pesos, íntegramente se va a la compra de alimentos. Además, recibo “regalitos” de parte de algunos de mis pacientes que de cierta manera me permiten sobrellevar la carga del mes, pero lo principal para ayudarme es la libreta, o al menos solía serlo porque últimamente llega tarde y poca cosa.

Hace ya algunas décadas, en diversos puntos del país, el Estado construyó establecimientos para vegetarianos. Sin embargo, por diversas razones, como la poca aceptación por la población general y una oferta no tan atractiva, derivaron en que disminuyeran su número.

En el sector privado pasa algo parecido. Las opciones vegetarianas no llegan a destacar por su variedad y aquellas destinadas precisamente a este público suelen tener unos costes elevados. “Cada mes es más complicado, pero uno mismo se va creando soluciones. Por ejemplo, yo vivo en una comunidad rural y en el barrio el médico siempre es respetado; casi todos los días algún vecino me trae alguna cosa de su sembrado”.

 

Pero sus complicaciones palidecen cuando preguntamos a quienes van un paso más allá y abrazan el veganismo. Fuentes de proteínas como la leche o el huevo, que a duras penas son asequibles para el resto de la población, quedan excluidas de una dieta vegana. Al renunciar a todos los alimentos provenientes de animales, quedan con un margen de elección bastante reducido y a merced de un mercado nacional prácticamente desprovisto de opciones para sus necesidades básicas.

En el mercado, las verduras, frutas y frijoles suelen tener precios elevados y se encuentran en escasa variedad. Ni hablar de variantes como el tofu o la soja, que están más cerca de un golpe de suerte que de una oferta real y estable. Alicia, una jóven vegana de la Habana Vieja, explica:

Si tienes la suerte de vivir cerca de un organopónico la situación es un poco mejor porque puedes disponer de alimentos frescos y a bajos precios, pero, como es mi caso, al vivir en la ciudad solo me queda enfrentarme a los mercados y a su escasez de todo. Gracias a amistades y a YouTube he podido aprender recetas para inventar y hacer magia para que mi alimentación no se convirtiera en algo monótono, aunque sigue siendo una alimentación de supervivencia en la que como lo que encuentro y no lo que quiero.

Un problema común para vegetarianos y veganos es la deficiencia de la vitamina B12, esencial para el metabolismo, que se encuentra de manera casi exclusiva en alimentos de origen animal. Su falta puede provocar daños severos al organismo, que van desde la anemia hasta problemas neurológicos y cáncer. Para compensarlo, se suele indicar la suplementación por vía oral o inyecciones; pero, en el caso de Cuba, esta vitamina es de difícil acceso, pues su producción es escasa y particulares que la importan la venden a precios prohibitivos para la mayoría.

Durante el Período Especial, Cuba vivió una epidemia de neuritis relacionada, entre otras cosas, con la severa deficiencia de esta vitamina en la dieta. Aunque desde entonces el país ha dirigido campañas para repartir complejo vitamínico B entre la población, sobre todo a los más afectados, lo cierto es que la mala alimentación de fondo no se ha solucionado y sigue afectando a los cubanos sistemáticamente.

En este contexto, los veganos se encuentran en una encrucijada. Su salud está potencialmente en riesgo y el país no cuenta con las condiciones necesarias para que puedan desarrollar su vida de manera saludable. Incluso en estas condiciones, Alicia deja una nota de optimismo al preguntarle si consigue de alguna manera esta vitamina: “La verdad es que no he consumido las vitaminas ni las inyecciones y aún sigo aquí”.

Es remarcable que, pese a las carencias y al riesgo de problemas de salud, muchos vegetarianos y veganos cubanos eligen permanecer fieles a sus convicciones. Un positivo contraste en un país donde suele preocupar más la supervivencia que los valores.

bottom of page