Un nuevo Código de Familias en tiempos de Tempestad
28 de septiembre de 2022
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l pasado 25 de septiembre, se llevó a se a cabo la votación
votación para refrendar el nuevo “Código de Familias”. Como se ha mencionado en varias notas de prensa incluidas algunas de las publicaciones que se han hecho en el portal de Food Monitor Program, este código de familias incluye unas nuevas disposiciones que son bastante innovadoras en materia del reconocimiento a diversos modos de familia y, además, reconoce relaciones socio afectivas que incluyen parejas del mismo sexo, que permite el establecimiento de relaciones entre miembros de la familia en segundo grado de consanguinidad, a pesar de haber disputas de custodia, y determina la corresponsabilidad de alimentación entre los distintos miembros que tengan capacidad adquisitiva para poder suplir que esta necesidad.
A primera vista, tanto el contenido del nuevo código como su sometimiento a un referendo popular dan la impresión de una renovación de la pretendida “democracia popular”, producto de la Revolución, aunque no lo sea sin embargo, como ya se había anotado en ediciones anteriores los reconocimientos de la situación de muchos núcleos familiares que no se componen a la manera de la familia tradicional, es un Reconocimiento de iure, de una situación de facto ya establecida desde hace mucho tiempo.
Estos “avances” en materia de reconocimiento legal de parte de la población en Cuba no solucionan el problema más crucial sobre la composición familiar. A pesar de un reconocimiento de personas en condición de vulnerabilidad: menores, personas adultas mayores, personas en condición de discapacidad, etc., a las que les dedican sendas secciones, no hay una disposición eficaz en materia de asistencia. A pesar de incluir 92 veces la palabra “discapacidad” en el nuevo Código, así como incluye 92 veces la palabra “alimentos”, para efectos prácticos, este código reconoce la incapacidad de la tutela del Estado para proveer un servicio que desde el inicio de la Revolución fue una de las mayores banderas del Régimen: nadie pasa hambre en Cuba.
Y es que la situación de inseguridad alimentaria no da tregua. La subida de la cotización del dólar en el mercado de divisas a nivel internacional que obedece, entre otras cosas, a la subida de las tasas de interés propuestas por la Reserva Federal de Estados Unidos, ya presenta una fuerte repercusión en el mercado del pollo y la harina para los hogares cubanos que se traduce en una inflación de precios. La tasa de cambio superó los indicadores del Periodo Especial, llegando a 150 pesos cubanos (CUP) por dólar, afectando la tasa de cambio del MLC y el Euro, que se acerca vertiginosamente a los 200 CUP en ambos casos. Por más de que existan disposiciones aparentemente favorables para las familias cubanas, lo que en realidad manifiesta el nuevo Código de Familias es la incapacidad del Estado de proveer el derecho a la alimentación. De manera más o menos directa, el Estado traslada el problema de la alimentación a la sociedad, pero sigue sin otorgar las aperturas y libertades necesarias para poder encaminar una economía de libre mercado, o mixta que cuente con las condiciones necesarias para ser sustentable.
Vale decir que el Estado ha comenzado a disponer de nuevas medidas para que las empresas pequeñas y medianas del sector no estatal (eufemismo para decir privadas) puedan producir y exportar algunos alimentos de primera necesidad. Pensando en el futuro, el régimen está buscando crear las condiciones para que estas empresas puedan competir en igualdad de condiciones que las empresas exportadoras del Estado. En la realidad, como lo informó CubaNet el mes pasado, se trata de una reconversión de empresas establecidas, la mayoría de ellas estatales y la puesta en marcha de un proceso engorroso para los privados, que seguramente no tendrán la posibilidad de participar en igualdad de condiciones debido a los trámites a los que se deben someter.
Y la refrendación del Código llega con augurios siniestros. Se trasladan las responsabilidades materiales cuando la capacidad del Estado enfrentará las mayores tensiones a su menguado poder. Ya contando con una aprobación del 66%, queda en manos de la sociedad su propio abastecimiento. En plena temporada de ciclones, Ian se acerca a la parte occidental de la Isla, ya con vientos “letales para las personas” y con la certidumbre de que tocará tierra cerca de la capital, según el informe del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos. Según este análisis, se espera que haya inundaciones, derrumbes y lluvias intensas en esta parte de Cuba. Habrá que sumarle, entonces, a los cortes de luz, dificultades para el suministro terrestre, de agua potable y de otros servicios imprescindibles para la sociedad cubana. Esto, sin contar la previsión de daños materiales y la potencial pérdida de vidas, humanas y animales, que los vientos huracanados pueden traer.
Este síntoma de tratar de resolver las situaciones materiales por vía jurídica es una señal del debilitamiento del Estado y, eventualmente, puede ser la puerta de más manifestaciones en lo que queda del 2022.