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Mipymes en contexto

05 de diciembre de 2023

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n los días iniciales de diciembre ya se observan en la ciudad los 

primeros movimientos de grandes contenedores particulares provenientes, sobre todo, de la zona comercial de Panamá, cargados de aceite, pollo, confituras y especialmente cerveza con motivo del aumento de la demanda que ocurre en el último mes del año. En conversaciones con un antiguo compañero de estudios que dirige las operaciones comerciales de una pequeña empresa panameña que envía contenedores a Cuba conocimos que en estos momentos se ha disparado la compra de mercancías en el país centroamericano con destino a la isla caribeña.

Además de los electrodomésticos, los alimentos son los otros productos más demandados por los importadores privados cubanos que pagan unos dos mil y tantos dólares por los servicios de empacado, unos cinco mil más por el flete en la naviera, en este caso usando el ejemplo de un contenedor de 22 pies, más los costos arancelarios y aduaneros una vez llegados al país.

Este flujo comercial ha ido enriqueciendo sin dudas, la oferta de mercancías en los mercados cubanos, aunque su impacto en la economía nacional aún es desconocido. Las Mipymes están ganando un espacio poco a poco en la psicología del comprador, aunque existen grandes asimetrías entre los precios, calidad de los productos, consistencia de la oferta y poder adquisitivo del consumidor promedio.

En observaciones recientes hemos comprobado que un porciento alto de potenciales consumidores salen de los establecimientos de estos negocios con las manos vacías producto de no poder pagar los precios de los bienes que necesitan y por tanto deben buscar otras alternativas. El aceite, los cárnicos, el puré de tomate, el queso, los embutidos, algunas conservas y las confituras para niños se mantienen entre los artículos más demandados por la población que debe hacer un esfuerzo sustancial para su adquisición.

Por supuesto existe un pequeño sector de la población que puede permitirse comprar asiduamente en estas entidades pero este es minoritario, aunque ha demostrado ser capaz de sostener parte de estas nacientes redes de ventas que cada mes diversifican más sus productos e incluso, introducen servicios promocionales y publicitarios desconocidos hasta ahora para el público local, tales como rifas, sorteos y juegos.

Sin embargo a pesar de este incipiente clima de competitividad entre Mipymes locales, los precios de la mayoría de los productos se mantienen fuera del alcance de una parte sustancial de la población, especialmente de pensionados, familias con bajos ingresos, trabajadores estatales y personas vulnerables.

Para estas categorías de consumidores se han creado otras redes de comercio más profundas que dependen en gran parte de las redes establecidas por las propias Mipymes y que existen al interior de las comunidades, generalmente en un limbo entre la legalidad y el mercado negro.

Conocemos por testimonios de dos comerciantes de estas redes a los cuales llamaremos María y Carlos para proteger sus identidades, como funcionan básicamente estas subredes comerciales para abastecer a esa parte de la población que ha quedado al margen de la “solución Mipyme” del PCC para ganar tiempo frente a la crisis estructural del estado fallido totalitario cubano. María era trabajadora de la salud y Carlos ingeniero industrial, hace unos meses se dedican completamente al comercio ya que sus salarios en el sector estatal no les alcazaba para vivir, planean irse del país en cuanto tengan una nueva oportunidad (ambos han cumplido misiones con anterioridad a Brasil y África).

María y Carlos: La mayoría de la gente aquí en este barrio no te puede pagar un pomo de aceite a seiscientos o setecientos pesos pero sí pueden comprar un cuarto de litro por 150 pesos por ejemplo, antes siempre se vendió así el aceite cuando era arganel porque era más factible para la gente. Nosotros damos los viajes hasta la Habana, en Marianao y ahí en varias Mipymes que venden al por mayor cargamos de todo: chupa chupa, paqueticos de sazón, cuadritos de pollo, aceite, confituras, gomitas (dulces genéricos estilo gummy bear), refresco instantáneo y así... Todo se vende, solo hay que tener paciencia, algunas cosas son de “una mano para otra”, el que no puede comprar por libra compra por onza y se fía a algunas personas conocidas para que paguen al principio de mes, porque aquí hay mucha gente que vive sin remesas ni ayuda de nadie, con el salario o el retiro y aquí con nosotros resuelven lo que no pueden hacer allá arriba (se refiere al centro del pueblo) en las Mipymes.

Estas redes de la que M. y C. son parte, existen al interior de casi todas las comunidades del municipio, especialmente las más pobres, donde muchos consumidores ni siquiera puede darse el lujo de tomar un transporte al centro del pueblo a buscar un pomo de aceite por ejemplo. La poco estudiada pobreza multidimensional de las poblaciones en estas comunidades marginalizadas es en realizad peor de los que los propios medios independiente señalan.

Así vemos que las Mipymes están generando una especie de encadenamiento de bajo impacto hacia las comunidades desfavorecidas, que resulta a grosso modo beneficioso en el corto plazo pero de alguna forma también contribuye a perpetuar la inmovilidad y el estancamiento de estas comunidades, que de pronto se han “acomodado” al nuevo régimen de subsistencia. El fenómeno recuerda a lo que ocurrió en los años 90 con las tiendas en divisas, diseñadas para recaudar dólares, de remesas fundamentalmente, y que terminaron alimentando un mercado negro de baja intensidad que luego creció desmesuradamente con el tiempo, cuando tenderas y funcionarios perfeccionaron los métodos de sustracción de bienes.

La evolución del fenómeno Mipyme está empezando a mostrar nuevas aristas como esta, sin dar señales de que vaya a aportar otra cosa a la economía nacional que tiempo, tan necesario para los jerarcas de la dictadura que buscan desesperadamente soluciones parciales a un problema sistémico que es el régimen totalitario en sí mismo.

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