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Los planes bizarros de la política alimentaria en Cuba

15 de agosto de 2023

Esta isla estaba casi hundida a pesar de su “flotabilidad”, pero esta isla puede convertirse en una verdadera taza de oro

Fidel Castro, 1968

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uchos planes y proyectos alimentarios en Cuba podrían 

encabezar los anales de las más enajenadas fantasías de la biopolítica autocrática. Con un diseño político marcado por el personalismo y el decisionismo de Fidel Castro, los cubanos se vieron involucrados por décadas en la construcción y producción fortuita de proyectos “milagrosos” en la “lucha contra el hambre”, flagelo que contradictoriamente, había sido eliminado desde 1959 según el discurso oficial.

 

Desde 1959 los programas más bizarros se sucedieron a nivel nacional para acompañar “la construcción del socialismo”. Apenas tres meses después de la llegada al poder de Fidel Castro, este anunciaba la desecación de la Ciénaga de Zapata. El proceso para desaguar el mayor humedal del Caribe insular se inició en abril de 1959 con el objetivo de ganar tierras de cultivo. En el participaron técnicos cubanos, soviéticos y holandeses, que más tarde advirtieron los considerables daños ambientales que su trabajo causaría al ecosistema regional, incluido el alto riesgo de incendios forestales.

 

Unos años más tarde, Fidel Castro afirmaba: “De manera que el arroz quedará sembrado en las áreas del sur; el área del Cordón de La Habana será área de frutales y de café; las otras áreas (…) serán las productoras de leche”[1]. A golpe de ambición afirmativa, quedaba anunciado el Cordón de La Habana, donde la superficie total agropecuaria de La Habana, unos 4928 km, se sembraría de frutales intercalados de café Caturra. Armada ya toda la parafernalia en 30 000 hectáreas (incluida la construcción de unas 458 viviendas), el proyecto fracasaría al descubrir que la plantación paralela de plantas de rápido crecimiento como el gandul absorbía el oxígeno de la tierra, agotando al cafeto.

 

En los mismos años, los planes genéticos experimentales Rosafé y Niña Bonita aseguraban perfeccionar y multiplicar la masa ganadera en Cuba. Para ello, la refrigeración local (en las cabezas de las vacas) aseguraría una máxima producción de leche, que permitiría a Cuba competir con Holanda como exportadora de quesos.[2] Por años, el cruce indiscriminado de descendientes de Rosafé, por el que el gobierno había pagado 27 000 dólares, hizo que mermara la calidad genética del ganado cubano y por tanto, la cifra de terneros nacionales. Cuando Rosafé murió de un paro cardiaco, las personas a su cargo tardaron tres días en comunicarle la noticia al demiurgo de la supuesta riqueza ganadera cubana.

 

También por esos años, Fidel Castro quiso replicar en la Isla de la Juventud un plan israelita para la plantación de cítricos. Este proyecto haría a Cuba una exportadora de cítricos tres veces mayor que Israel. Para ello, las escuelas locales comenzaron a laboral largamente en el cultivo de naranja y toronja. Más tarde, varias plagas y enfermedades de los cítricos, la escasez de insumos para combatirlas y los problemas de infraestructura en la plantación y el almacenamiento hicieron que el programa decayera.

 

Durante las décadas siguientes el poder en Cuba ideó y emprendió planes alimentarios, incluso a pesar del escepticismo de los profesionales involucrados. Se crearon ranarios para el cultivo y exportación de ranas toros, se desarrollaron experimentos con búfalos de río, importados desde Panamá; se construyeron cuencas lecheras y se rediseñaron planes arroceros.  Ya en la década de los noventa uno de los protagonistas para palear la crisis alimentaria sería el plátano extragrande (Microjet), esta vez Fidel Castro aseguraba que cada ciudadano de La Habana tendría, como resultado, unos 154 metros cuadrados de viandas y vegetales.[3]

 

Cada plan estaba concebido para hacer la Isla productora y exportadora insigne de un producto, que derivaría en mayor entrada de divisas y, por ende, en mayor seguridad alimentaria para sus habitantes. Varios de esos proyectos, como el establecimiento de estaciones de ranas, absorbieron las ayudas para el desarrollo entregadas al país por parte del Fondo de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO).[4] Tras un comienzo titánico, que involucraba a miles de cubanos designados a cesar su trabajo en favor de largas jornadas agrícolas, cada uno de estos programas fue mermando paulatinamente, por errores de planificación, defectos de infraestructura o el agotamiento de los recursos asignados.

 

Incluso después de un mandato de casi medio siglo, Fidel Castro continuaba avanzando planes,  como la producción extensiva de Moringa Oleífera y Morera que, según afirmaba, eran “fuentes inagotables de carne, huevo y leche”. Aunque se inauguraron plantas procesadoras de este cultivo, tras la muerte del exmandatario el plan perdió protagonismo, y los cubanos lo recuerdan como “otro de sus delirios”.[5]

 

Sin el personalismo de décadas anteriores, la tendencia de crear planes nacionales redentores, de solución rápida, pero sin apego a la realidad, continuó siendo un síndrome de los burócratas en el poder. En abril de 2019, el Gral. García Frías, director de la Empresa Nacional de Flora y Fauna, sugirió en televisión el cultivo y desarrollo en granjas del avestruz como sustituto a la carne de res. En esa ocasión, también promocionó a la jutía – roedor endémico y protegido por la misma institución que dirige–, como fuente importante de proteínas.

 

Hace poco, en medio de una aguda crisis alimentaria e hídrica, el viceprimer ministro cubano Jorge Luis Tapia propuso ante la Asamblea Nacional, criar peces en estanques de barrios para el autoconsumo de las familias cubanas. En un año marcado por el desabastecimiento Tapia intentaba reciclar la idea del aprovisionamiento local avanzada durante el llamado Periodo Especial en Tiempos de Paz. Durante esta década, los balcones, patios y hasta baños de los cubanos se llenaron de pollos de corral, conejos, cerdos, y otros animales para la alimentación de sus familias. La falta de infraestructura provocaría una crisis higiénico-sanitaria en varios sectores y la instalación improvisada de jaulas dañaría los bienes inmuebles de la comunidad, lo que más tarde obligó a las autoridades a prohibir esta práctica.

 

Lo cierto es que el sistema político cubano parece haber normalizado esta semántica de promesas y proyecciones grandilocuentes, al punto de no tener la necesidad de su constatación efectiva, aún cuando en ello se juega el bienestar de su sociedad. El gobierno es consiente de las señales de humo que envía. Por ejemplo, a finales de 2022, el gobernante Miguel Díaz-Canel afirmó que en Cuba había una Ley de Soberanía Alimentaria pero no alimentos; una Ley de Fomento Ganadero sin ganado; y una Ley de Pesca sin pescado.

 

La ausencia en Cuba de un marco legal de consenso, revisión y ajuste de cuentas del poder frente a su sociedad no afecta únicamente el diseño e instrumentación efectiva de leyes alimentarias –entre otras–, sino la propia conciencia ciudadana. A los reconocimientos y desacuerdos de la población se une la inmensa incertidumbre de no poseer garantías de futuro en un gobierno con proyecciones irreales y más justificaciones que argumentos. Cabría preguntarse ¿qué tipo de nación puede desarrollarse con una población vulnerable y envuelta en repentinos planes voluntaristas?

 

La diferencia a lo largo de los años parece acentuar el reconocimiento del fracaso desde los inicios: ya el poder no moviliza recursos a la escala de años anteriores, principalmente por falta de donantes y socios ideológicos, pero deriva en una tendencia no menos peligrosa y camuflada. La aprobación de leyes que cargan cuantos triunfalismos aguante el papel es la nueva tendencia –y estrategia de legitimación– del gobierno. Pero la enumeración de aspiraciones y deseos, por muy democráticos que parezcan y por cuanto lenguaje jurídico utilicen, no cambiará la crisis alimentaria en la que la sociedad cubana está sumida, afectando cada espacio de su realidad. En este sentido, la aprobación de una “Ley de Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional”, no pasa de ese estrado simbólico y enunciativo armado por años, otro proyecto bizarro del que los cubanos no guardan ya esperanzas.

 

 

[1] http://www.fidelcastro.cu/es/discursos/discurso-pronunciado-en-la-clausura-del-primer-curso-de-operadoras-de-piccolinos-efectuado

[2] http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1969/esp/f300169e.html

[3] http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1991/esp/f010491e.html

[4] https://aquadocs.org/bitstream/handle/1834/28844/gcfi_45-46.pdf?sequence=1&isAllowed=y

[5] Ver los comentarios en https://www.cubaencuentro.com/cuba/noticias/fidel-castro-cuba-esta-preparada-para-producir-masivamente-moringa-y-morera-fuentes-inagotables-de-carne-huevo-y-leche-277747

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