Entre apagones y escasez: La lucha diaria por la alimentación en Cuba
06 de junio de 2024
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n la Cuba de hoy, la comida se ha convertido en un símbolo de
resistencia y creatividad. Los apagones de más de 12 horas diarias han transformado la rutina alimentaria en un acto de supervivencia y astucia. Teniendo en cuenta la crisis energética que está pasando el país, cabe destacar la necesidad de la gestión estatal de establecer en La Habana cortes eléctricos, medida que se toma en momentos de necesidad extrema, dándole alrededor de 2 a 3 déficits de generación semanal de unas 4 a 5 horas sin fluido eléctrico. La escasez de alimentos, agravada por la crisis energética, ha llevado a los cubanos a reinventar sus hábitos y estrategias para llevar el pan a la mesa. Las historias de comida en mal estado, litros de leche botados al tragante son tristemente comunes estos días. El Estado y su deficiencia, los apagones y los escasos recursos para sobrellevarlos de los cubanos, hacen que el pueblo esté viviendo un momento de suma complejidad, estrés, desesperanza, agotamiento y tristeza.
Como estrategia la población cubana, enfrentada a la adversidad, ha desarrollado tácticas para lidiar con la falta de electricidad y alimentos, pero estas no son suficientes. Algunas familias intercambian productos para minimizar el impacto de los apagones. La conservación de alimentos sin refrigeración se ha vuelto una habilidad esencial, recurriendo a métodos tradicionales como el salado, el ahumado y el encurtido. En ocasiones, las familias que tienen freezer o neveras grandes ayudan a las familias necesitadas a guardar allí los alimentos que corren peligro sin refrigeración con el objetivo de no abrir prácticamente esa nevera para que se conserve el frío. Por otro lado, la bondad del cubano se ve reflejada en el momento donde las casas que tienen la posibilidad de tener plantas eléctricas permiten que los vecinos necesitados guarden en sus neveras sus alimentos y puedan cargar sus móviles, linternas o ventiladores eléctricos para llevar mejor el apagón.
La situación de los apagones se ve más recrudecida en las zonas del interior y el oriente del país, con casi 18 horas sin corriente por déficit de generación. Además, están los cortes por vía libre, por poda, por transformadores caídos. Estos son imprevistos, no se avisan la mayoría de las veces y si el carro de la UNE (Unión Eléctrica) no está disponible por rotura o porque no atienden la llamada, vecindarios enteros pueden estar sin fluido eléctrico días. Entonces, la mayoría de los hogares prefieren comer rápido los alimentos que necesitan congelación; lo cual es bastante triste porque se pasa mucho trabajo para conseguirlos y a precios elevadísimos.
La cocina cubana ha tenido que adaptarse a la nueva realidad. Con la electricidad siendo un lujo, los fogones a leña y las cocinas de gas se han convertido en los nuevos aliados. Los platos se simplifican, priorizando aquellos que requieren menos tiempo de cocción y pueden ser conservados por más tiempo sin refrigeración.
Un artículo de autor protegido en elToque narra el sentir de un cubano de pueblo que sufre el abatimiento de los apagones. La realidad es que cada año la historia se repite en bucle. Asimismo, los siguientes testimonios de vida facilitan más entender el pesar diario del cubano.
Yolanda Díaz, La Habana: “Los apagones han cambiado nuestra forma de comer. Ahora, planificamos las comidas en torno a los horarios de luz. Cocinamos rápido y en cantidad para no desperdiciar gas. Lo que no se puede refrigerar, se comparte o se vende. Es un desafío constante”.
Roberto Hernández, Artemisa: “Antes de los apagones, mi restaurante ofrecía una variedad de platos. Ahora, me limito a lo que puedo preparar en una hornilla de gas. Los clientes entienden, pero es duro ver cómo se reduce tu negocio”.
Luisa, Villa Clara: “En mi casa, los apagones nos han llevado a ser más creativos. Hacemos conservas, fermentamos vegetales y hasta tenemos un pequeño huerto que ahora nos está ayudando. No es fácil, pero nos ayuda a pasar los días sin corriente”.
La crisis ha fomentado una ola de innovación culinaria. Los cubanos están redescubriendo alimentos autóctonos que requieren menos recursos para su cultivo y preparación. La agricultura urbana ha cobrado fuerza, con balcones y patios transformándose en pequeñas huertas que proveen vegetales frescos a la familia.
Mirando hacia el futuro, es imperativo que se busquen soluciones sostenibles para la crisis energética y alimentaria. Familias enteras que sufren el calor abrasador del verano caribeño sin tan siquiera un ventilador que los refresque; ancianos con pensiones de 2 300 pesos mensuales tras haber trabajado más de treinta años de su vida, en colas de 3 horas para un paquete de picadillo y un pomo de aceite si están de suerte; niños que pasan madrugadas sin corriente, levantándose sin un pan que desayunar y teniendo que rendir en la escuela; son algunos de los escenarios tristísimos y desesperanzadores que vemos en el día a día de las familias cubanas. La inversión en energías renovables, la mejora de la infraestructura eléctrica y un enfoque más real en la política agrícola podrían ser pasos clave para asegurar que la mesa cubana permanezca llena, incluso en los tiempos más oscuros.
La situación actual de la comida en Cuba es un reflejo de la resiliencia y el ingenio de su gente. A pesar de los desafíos, los cubanos continúan encontrando maneras de adaptarse y superar las adversidades, manteniendo viva la esperanza de días más brillantes y mesas más abundantes.