E
E
n Cuba no hay hambre… al menos, es lo que se puede inferir del
mapa de hambre desarrollado por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) para monitorear la seguridad alimentaria a nivel global a través de una plataforma que se actualiza en tiempo real y proporciona informes a la fecha de cada consulta.
De acuerdo con lo que se observa en el mapa, Cuba aparece coloreado en un tono verde claro, lo que quiere decir que la insuficiencia alimentaria en la Isla es moderadamente baja en la mayor parte del territorio y en unas pocas zonas baja o muy baja. Es decir, el porcentaje de personas con un consumo insuficiente de alimentos se encuentra entre el 10 y el 20%.
Esto contrasta con los datos recogidos por el Observatorio de Derechos Sociales que, para julio de 2021 encontró que el 73% de los cubanos calificaba su alimentación y la de su familia como deficiente, agregando además que el 50% de los encuestados manifestaban realizar dos o menos comidas al día.
Y, aunque no se está hablando del valor nutricional de los alimentos, si es posible afirmar que la variación es muy significativa entre los datos proporcionados por el mapa de hambre y la encuesta del Observatorio de Derechos Sociales de Cuba. Entonces ¿Cómo obtiene los datos para la isla el PMA y qué tan confiables son?
De acuerdo el PMA son tres las posibles formas de recoger información acerca del consumo de alimentos en los diferentes países del mundo: primero, por medio de un seguimiento continuo a través de entrevistas telefónicas asistidas por ordenador (CATI); segundo, mediante un modelo predictivo basado en machine learning que estima la situación de seguridad alimentaria; y tercero, a través del índice compuesto Proteus que mide la seguridad alimentaria en 185 países.
Solo en 36 países del mundo se tienen datos a través de las encuestas telefónicas; los otros 70 países sobre los que se emiten reportes muestran los registros a partir del análisis predictivo; en el resto de países el PMA no puede recoger datos y por eso toma como referencia el índice Proteus.
En este sentido, es posible afirmar que las incongruencias en los datos de la inseguridad alimentaria en Cuba, son producto de la metodología utilizada por el PMA, teniendo en cuenta que la Isla se encuadra en el segundo grupo de países a los que se les aplica un análisis predictivo tomando como base datos de la densidad poblacional, las precipitaciones, el estado de la vegetación, los conflictos, los precios del mercado, los indicadores macroeconómicos y la subalimentación, entre otras variables.
Al observar los datos que se presentan en el mapa de hambre para Cuba, se encuentra la causa mayor de la falla en la medición: aunque en Cuba producto de la Tarea Ordenamiento en 2021 desapareció el peso cubano convertible (CUC), en la plataforma se presenta que la tasa de cambio se mantiene constante en 24 pesos cubanos por cada CUC o dólar, cuando el CUC desapareció y el dólar pasó de 65 pesos en octubre de 2021 a 105 pesos en marzo de 2022, sin tener en cuenta que esta divisa fue prohibida.
Los datos que el PMA utiliza para hacer las predicciones son erróneos y no permiten rastrear la realidad de lo que ocurre en Cuba, aunque la inflación aparece en el modelo, la tasa de cambio permanece fija y no permite registrar la perdida del poder adquisitivo de los cubanos en la moneda nacional. Sin hablar de medidas como las tiendas en MLC creadas por el gobierno de Miguel Diaz Canel que han servido para segmentar más a la población entre aquellos que tienen acceso a divisas de los que solo reciben ingresos en pesos cubanos.
Aunque la inteligencia artificial puede ser muy útil para el monitoreo de la seguridad alimentaria y las alertas tempranas, cabe preguntar por qué Cuba no hace parte de los países que obtienen datos a través de las encuestas telefónicas, cuando ha sido reconocido en varias ocasiones por funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) por sus tareas en materia de alimentación.
La respuesta seguramente pasaría por reconocer que nos encontramos frente a una dictadura y cualquier intento de monitoreo independiente pasaría por la lente de la seguridad del Estado, lo que llevaría a controlar las personas que podrían participar, las respuestas que estas personas podrían proporcionar y por ende los resultados que se podrían hallar. Lo cierto es que el PMA decide utilizar la inteligencia artificial y con esto promueve un falso imaginario sobre la seguridad alimentaria en Cuba.
Lea todas las columnas de Sergio Angel en Food Monitor Program AQUÍ