En Cuba, mar de espuma y poca sal
08 de agosto de 2024
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esde hace varios siglos, la función de la sal en el desarrollo de
la humanidad ha sido de vital importancia. Diversas culturas, a lo largo de la historia, la han utilizado como pago, antiséptico, desecante, conservante natural, condimento, etc. Ciudades, rutas, economías, guerras y palabras nacieron alrededor de este producto; cuyos registros se remontan hasta antes de nuestra era.
Por lo general, los dos métodos más comunes para la producción de sal para el consumo humano son la evaporación y el minado. Luego, según la ubicación geográfica de las salinas y la manera en que haya sido obtenida, se clasifican en diferentes variantes, más o menos comunes, con precios más o menos altos. De tal modo, encontramos sal de mesa, marina, negra, ahumada, del Himalaya, kosher, refinada, entre muchas otras; siendo la más cara, entre todas, la jukyeom, con un precio de venta aproximado de 100 dólares por 250 gramos.
Cuba, sin embargo, se encuentra muy alejada de ese consumismo gourmet culinario.
Durante la época colonial, las salinas en la Isla, si bien autoabastecían el consumo de la población, más bien respondían a una función industrial que culinaria, pues se necesitaba la sal para conservar los cueros y las carnes que se comercializaban o incluso se contrabandeaban. El modo de extracción, bastante rústico, no variaría mucho hasta la década de 1970, cuando el Gobierno decidió modernizar su producción.
Se podría pensar, además, que la condición de isla de Cuba sería una ventaja para la extracción de sal. Lo es, en cierto modo. Empero, el proceso de evaporación, que es el utilizado en el país, requiere de cierto nivel de sequía, más cercano a los que se encuentran en climas áridos. Por ello, las pocas salinas existentes en el país se localizan, en su mayoría, en la región sur-oriental, con una producción continua; mientras que la minoría, en la costa norte, más hacia el centro u occidente, se acogen a una producción estacional que depende de la frecuencia e intensidad de las lluvias.
No obstante, a pesar de los inconvenientes climáticos, la producción debería ser suficiente para abastecer el consumo doméstico. Sin embargo, ¿dónde está la sal en Cuba?
El problema del abastecimiento de sal no se limita al año en curso. Como todo producto que integra la canasta básica, su venta fue racionada a través de la libreta de abastecimiento. Asimismo, hubo años, como 2008, en que la producción nacional no cumplió las metas para el consumo interno y el Gobierno se vio obligado a pagar 9 millones de dólares por cerca de 30 000 toneladas de sal. No sería hasta 2012 cuando el Ministerio de Comercio Interior (MINCIN), además del kilogramo trimestral por núcleo familiar, decidió comercializarla también de manera liberada en los mercados paralelos, con un costo de 5 CUP la sal fina húmeda yodada y 4 CUP la sal gruesa centrifugada.
De hecho, los reportes de los medios informativos estatales e independientes durante la última década reflejan algunos de los problemas y causas de la inestabilidad en la producción y abastecimiento de este condimento. La lista no es sorpresiva: el Gobierno culpa a las condiciones climáticas por dañar las salinas cada vez que pasa un ciclón; y al “bloqueo” estadounidense por aumentar el costo de los equipos, el yodo, los envases y el combustible. Así, las plantas en las salinas reutilizan máquinas para la fabricación de azúcar y no de sal ante la falta de dinero para reparar o comprar equipamiento nuevo; los apagones recortan el tiempo productivo; la falta de combustible afecta su distribución en el país; la carencia de divisas impide la importación del yodo; entre otras explicaciones de los directivos de la Empresa de la Sal (ENSAL), el MINCIN, el Ministerio de Transporte (MITRANS), el Ministerio de Energía y Minas (MINEM), y otros mandatarios gubernamentales.
Entretanto, las quejas de la población se dejan sentir en las redes sociales, los comentarios a los reportajes en los sitios informativos oficiales y los artículos publicados por la prensa independiente. Todas coinciden en el atraso o el desabastecimiento de la sal en las bodegas; la inexistencia en los centros de venta liberada, los altos precios que alcanza en el mercado negro y las mipymes; la falta de calidad; e incluso su ausencia en las antiguas tiendas en CUC, ahora MLC. En muy poco tiempo, el kilogramo de sal Caribeña —producida en la Isla para su comercialización en divisas— ha llegado a costar en algunas mipymes más de 2 USD, lo que representa, al cambio actual del mercado informal de divisas, cerca de 700 CUP; prácticamente la mitad de una jubilación mínima y un tercio del salario estatal más bajo. La importada, se vende aún más cara. A inicios de 2024, una libra de sal rondaba los 500 CUP.
Según la Organización Mundial de la Salud, el consumo de sal no debe sobrepasar los 5 gramos diarios. Eso significa que el kilogramo trimestral que le corresponde por la bodega a un núcleo familiar de tres personas alcanzará apenas para dos meses. Por tanto, esa familia deberá gastar parte de su presupuesto para la alimentación en comprar, al menos, una libra para completar el trimestre y esperar que el próximo ciclo de distribución llegue a tiempo.
Por otra parte, en muchas bodegas del país las últimas cuotas de sal que se han vendido ha sido a granel. Esto implica que el consumidor no tiene ninguna información, en este caso, de si esta ha sido enriquecida o no con yodo.
En 2005, luego de que diferentes estudios clínicos en distintas muestras poblacionales arrojaran la existencia de enfermedades asociadas con la falta de suficiente yodo en el organismo, sobre todo en regiones montañosas del oriente del país, se introdujo de manera obligatoria el consumo de sal yodada en la Isla. Sin embargo, un estudio de 2013 explica que en ese año Cuba aún no alcanzaba el porcentaje requerido de 90% o más de las muestras en las casas con un mínimo de 15 ppm de yodo.
De seguir la crisis de distribución y venta, no ya de la sal en general, sino específicamente de la sal yodada, ¿podría darse de nuevo un aumento de las enfermedades relacionadas con la glándula tiroidea, como el bocio u otro tipo de hipotiroidismo? Asimismo, el déficit de yodo durante el embarazo y en las primeras etapas puede afectar el desarrollo cerebral de los niños.
Al menos hasta el día de hoy, el futuro de la producción, distribución y venta de sal en Cuba es incierto. Según explicó el actual presidente, Miguel Díaz-Canel, de conjunto con Betsy Díaz Velázquez, ministra del MINCIN, del total de salinas en el país, solo está en funcionamiento una de las situadas en Guantánamo. Aunque el discurso gubernamental afirma que los productos de la canasta básica están garantizados, las bodegas han eliminado desde hace varios meses la comercialización de la sal a los núcleos familiares de menos de tres personas. Por tanto, el precio de este producto aumenta cada vez más en el mercado negro y las mipymes, con la consecuente disminución del poder adquisitivo de las familias cubanas; sobre todo de los jubilados, asistenciados sociales y trabajadores estatales, que continúan siendo la mayoría de la población. A esto habría que añadir también la situación de la sal para la alimentación animal, que repercute, entre otros factores, en la producción nacional de carne para el consumo de los cubanos en la Isla.