top of page

En crisis alimentaria, pero con dólares

14 de enero de 2025

C

C

uba atraviesa la peor crisis económica de los últimos treinta 

años. Desde 2019, antes de la pandemia Covid-19 y al contrario de lo que el discurso oficial ha intentado afirmar, el fallo de las importaciones, el deterioro de los servicios públicos, la agudización de la escasez y la creciente amplificación del mercado negro fue acompañado por la caída del valor real de los salarios y las pensiones, la emergente desigualdad socioeconómica, la elevada inflación y la extendida ola migratoria que, por contraste, ha envejecido rápidamente al país.

 

La Tarea Ordenamiento y las siguientes medidas para “rectificarla” no han resultado más que en decisiones ad hoc para parchear, a golpe autoritario y sin consenso, lo que la inercia y la burocratización cubana llaman “distorsiones”. Lo único evidente hasta ahora ha sido el retroceso de garantías sociales —sobre todo en cuestión de alimentación—, la ausencia de compromiso y competencia en la administración económica, y el aumento de contratos neopatrimonialistas y mafiosos en la élite del poder. La pista más reciente de lo anterior es la confirmada dolarización, que tanto se había, supuestamente, descartado por las figuras políticas, coronada por la apertura de un mercado en la privilegiada zona capitalina de 3era y 70, que comercializa solo en moneda dura.

En esta instalación, se acepta el pago directo en dólares o mediante tarjetas de emisión internacional vinculadas a cuentas en divisas, como la rusa MIR y la china UnionPay; también la Clásica, que emite la firma financiera Cimex, perteneciente al conglomerado GAESA, de dirigencia político-militar. La oferta, principalmente productos alimenticios y de higiene, renglones que más escasean en el país, consta en su mayoría de bienes importados, con un aumento considerable en su impuesto aduanal. La apreciación general es que este es el comienzo de la dolarización en el mercado de víveres de la Isla, lo que confirma la apertura, al día siguiente, de otro comercio con similares características, ubicado en Infanta y Santa Marta, también en la capital.

 

Junto a la mayor brecha de desigualdad social que genera la dolarización de productos básicos como los alimentos, así como la continua devaluación de la capacidad real de compra de salarios y pensiones —en pesos cubanos—, la inauguración del mercado ejerció presión sobre la tasa de cambio informal, incrementando su valor. A su vez, pareciera que esta decisión —más o menos encubierta—, sería la punta de lanza para una dolarización oficial, ya anunciada por el primer ministro cubano Manuel Marrero en la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

En su discurso, también afirmó que Cuba tiene un enorme potencial en remesas proveniente de los millones de cubanos que viven fuera del país. Este sería otro reacomodo catártico, insostenible y desinteresado en el bienestar social mayoritario, si se tiene en cuenta el golpe de gracia a las tarjetas en MLC, que el mismo Gobierno había promovido desde 2019 como impulso a la economía cubana y que dejara a la mayoría de los cubanos no receptores de remesas sin poder adquirir alimentos básicos. Es también una estrategia menos disimulada por parte de la dirigencia del país para la extracción de divisas y su control sobre el sistema financiero nacional.

 

Los regímenes autocráticos muchas veces se concentran en países de bajos ingresos, teniendo una capacidad limitada para extraer capital de una economía nacional subdesarrollada y, por tanto, dependiendo más del capital extranjero para financiar su régimen. En sistemas autoritarios como el de Cuba, de largo plazo y firmemente arraigados, en los que un partido político ha presidido sucesivas oleadas de desplazamiento, las poblaciones exiliadas devienen en un efectivo casi existencial para estas gobernanzas, sobre todo en espacios de gobierno como el sistema alimentario.

Junto a la dolarización evidente en este dominio transnacional, se va al traste también la justificación manida del impedimento, por parte del gobierno cubano, de comerciar en dólares debido al llamado “bloqueo” estadounidense. Justificación que también ha estado a mano para excusar la falta de oferta en las tiendas en moneda nacional, a las que acude la mayor parte del pueblo cubano, sobre todo los grupos en condiciones de mayor vulnerabilidad. Al contrario, el gobierno cubano puede no solo operar en dólares, sino que, gracias a su naturaleza autoritaria, puede disponer de ellos mediante la coacción económica de los residentes en Cuba y la manipulación de remesas que, desde el afecto, envían los emigrados para que sus familiares puedan acceder a alimentos, medicamentos y otros productos básicos que ya este ha delegado o no le interesa proveer.

Food Monitor Program recuerda que la dolarización no está relacionada con la prosperidad económica y es menos aún un sustituto de reformas económicas estructurales. Efectos negativos a largo plazo están vinculados con la volatilidad y la exposición vulnerable de economías bimonetarias, así como con los obstáculos a la hora de aplicar políticas de estabilización financieras; todo ello con importantes costos sociales. En el caso venezolano, por ejemplo, con una economía que se había informalizado y había visto reducida su capacidad de producción de manera constante, la dolarización hizo el gasto público aún más procíclico, incrementando la vulnerabilidad a los choques externos y repercutiendo en los programas sociales, desbancados en “parches” dentro de la economía nacional. Es un camino muy similar al seguido por Cuba, sin tener en última instancia las bondades de la economía venezolana. 

 

Por demás, la falta de confianza en el peso cubano y la incertidumbre creada por años de pésimas maniobras improvisadas en la economía del país no solo lo dejan en un terreno oscuro para posibles inversiones, sino que promueven acciones menos sostenibles y asentadas por parte de actores económicos en la cultura de obtener provecho de la manera más rápida y menos involucrada. La dependencia de remesas desde un colectivo socioeconómico marginado por décadas de la escena política y la continua migración con salida de profesionales, técnicos y mano de obra joven en contraste con el incremento en la demanda de cuidados de adultos mayores son otros factores que ralentizan un desarrollo cada vez más lejos del escenario económico, al que la dolarización tampoco podrá responder. No queda más que imaginarse el avance sostenido de la inseguridad alimentaria, como desde hace cinco años, esta vez con cara de dólar.

bottom of page