El Salón Cubano: Opresión Burocrática
27 de abril de 2023
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l pasado miércoles, 14 de abril, la Asamblea Nacional del
Poder Popular de Cuba reeligió a Miguel Díaz-Canel como presidente del país. Esto extiende el mandato del actual presidente hasta 2028. De cara a la situación económica y social que sufre la isla, vale preguntarse cuál es la real función de los programas adelantados en los últimos lustros y cuestionarse su eficiencia Hasta ahora se confirma como supuesto fundamental una burocracia que se ocupa de atender las necesidades de su población, pero que lo hace basándose en insumos que procesa de manera automática e irreflexiva. Este podría ser, entonces, otro periodo de propuestas, leyes y políticas que buscan paliar la necesidad ad hoc de la población sin realmente comprender las necesidades públicas, llegar a sus causas y consecuencias. En otras palabras, la burocracia cubana es una suerte de ChatGPT siniestro.
Para poder explicar la anterior comparación, echaremos mano de unos experimentos mentales. En 1985, el filósofo estadounidense John Searle ideó un ensayo denominado el Salón Chino (Chinese Room). El objetivo de este experimento era el de cuestionar si los computadores y la inteligencia artificial en realidad piensan, incluso si lo que nosotros consideramos como el pensamiento humano va más allá de un mero cálculo cognitivo.
El experimento es el siguiente: Searle imagina una persona que no tiene idea del mandarín, confinada en un salón plagado de manuales de procedimiento. Los manuales son reglas que le permiten dar respuesta a insumos según los símbolos que reciba por medio de una ventanilla. La persona recibe un insumo de logogramas chinos, consulta sus manuales, y elabora una respuesta. Para los que están afuera, pareciera que la persona que opera en el salón supiera mandarín, cuando en realidad lo único que está haciendo es seguir unas reglas y unos procedimientos.
La tiranía de la burocracia puede ser comparada con este experimento, dado que la mayoría de las veces, los sistemas burocráticos operan de la misma manera: reciben una solicitud, por ejemplo, en materia de provisión de servicios públicos y responden de acuerdo con un conjunto de reglas o un manual de procedimiento, sin comprender necesariamente la necesidad humana, concreta y real, de las personas que padecen por causa de una falla objetiva, como el precario suministro de agua o de electricidad. La burocracia, a la luz, de esta comparación, actúa conforme a un conjunto de reglas que no requieren de la empatía ni de la conmiseración de la condición de precariedad de las personas que sufren la crisis multisectorial. Igualmente, como en el salón chino, los burócratas no suelen ser conscientes del impacto que puede tener una decisión en la calidad de vida de las personas a las que deben ofrecerles algún tipo de solución.
En cuanto a la situación de derechos humanos, en cualquier lugar, la impersonalidad burocrática puede no solo no atender las necesidades generales de los habitantes, sino ser una herramienta que fomenta el abuso, la violación de los derechos humanos y legitimadora de un poder arbitrario. Dado que su alcance suele ser meramente procedimental, los controles de responsabilidad de las acciones no suelen ser efectivos.
En materia de Seguridad Alimentaria, esta opresión burocrática puede manifestarse en una serie de regulaciones, acciones y procedimientos que, en lugar de atender prestarle y asegurar servicios a la población, pueden afectar de manera negativa la distribución de recursos alimentarios. Es común que en los casos en los que hay una excesiva burocratización de los sistemas de provisión de bienes, haya una inadecuada distribución de recursos, que fomenta la aparición de procesos paralelos de distribución. En otras palabras, cuando el Estado es ineficiente en la distribución de recursos, aparecen mercados y sistemas de abastecimiento paralelos que suelen venir acompañados de corrupción, alza de precios y acaparamiento. En una columna reciente de Food Monitor Program, publicada en ELTOQUE, se describe este tipo de situación, donde las personas se ven en la necesidad de “robar” para lograr obtener los alimentos que requieren para su subsistencia.
De esta opresión o tiranía burocrática no escapan instituciones no gubernamentales, como pueden serlo las ONG u organismos de cooperación. Las decisiones que toman estas organizaciones suelen estar fundamentadas en datos provistos por fuentes oficiales. Si, como en el salón chino, estos organismos solo revisan los datos provistos, sin tener en cuenta otro tipo de fuentes de información, la distribución de recursos terminará afectando negativamente a la población beneficiara, que no es otra cosa sino decir que el objetivo que pretenden lograr – mejorar los índices de seguridad alimentaria – no sólo no es alcanzado, sino que perpetúa el problema puesto que las decisiones se toman de manera automática e irreflexiva.
¿En qué se traduce esta situación de la regla del procedimiento? Este aparato burocrático irreflexivo en cubano suele relacionar su actividad con los éxitos o fracasos en términos de resultados. En una nota de 14ymedio se registra la respuesta de Manuel Marrero, primer ministro cubano, sobre los fracasos en materia de producción agrícola en Cuba. Marrero no tuvo reparos en atribuirle al “sector no estatal” la responsabilidad de los resultados bajos en la producción de carnes, arroz y hortalizas, entre otros. Mientras tanto, en el "salón chino" habían decidido disminuir el presupuesto destinado a tan crucial sector. Otro ejemplo fundamental de este desmemoriado ejercicio burocrático es la imposición de cobros por excedentes de producción, que genera un incentivo perverso en los productores no estatales.
La opresión burocrática puede manifestar ciertas dificultades, que en la superficie son muy similares a las del caso cubano. La distribución de recursos se ve afectada por dos factores fundamentales: los intereses políticos, que fomentan el turismo, el sector inmobiliario y el sector empresarial, se cumplimentan a expensas del sector agrícola. Según lo informa en 14ymedio, las leyes y las políticas que buscan solucionar el problema de seguridad alimentaria se basan en datos desactualizados o irrelevantes, como sucede con los datos del mismo gobierno cubano, el Hunger Map del PMA, los datos de FAOSTAT, cuyas actualizaciones parciales llegan hasta 2021 y son tomadas de fuentes internacionales o son “datos estimados”. Esta disonancia se traduce en situaciones de desabastecimiento, cierre de empresas, desperdicio de alimentos o de insumos. CiberCuba hizo un reportaje en marzo donde denuncia la pérdida de una cosecha de tomates por causa de las “trabas burocráticas”. En 2021, Diario de Cuba denunció la pérdida de toneladas de mango debido a la ineficiencia en el acopio.
Del mismo modo, la opresión burocrática conlleva a una falta de flexibilidad y de capacidad de respuesta por parte de los órganos de gobierno. Un aparato centralizado y anquilosado tarda mucho y no es capaz de ver, más allá del papeleo, la situación real de un país que cuenta con la capacidad de producir y suministrar gran parte de sus alimentos. El afán del monopolio de los procesos económicos, por motivaciones políticas, es lo que mantiene a este "salón chino" dando respuestas automáticas e irreflexivas en el papel sin intentar comprender realmente qué es lo que está tratando de resolver.