El “oro blanco”: Las deficiencias de proteína vuelven para quedarse en los hogares cubanos
19 de junio de 2023
P
ara la gran mayoría de las familias cubanas, la fuente de
proteína de origen animal más estable, asequible y consumida desde hace varias décadas en Cuba, ha sido el huevo. Utilizado además como materia prima para la elaboración de gran cantidad de dulces y otros alimentos, el huevo constituye uno de los productos básicos indispensables de la alimentación en la sociedad cubana. Sin embargo, factores disímiles asociados a la crisis alimentaria que vive el país han contribuido a que, en apenas tres meses, el precio del cartón de huevos (30 unidades) se haya triplicado; actualmente 1500 pesos sin que exista fluidez ni continuidad en la oferta.
La escasez y el precio de este producto es un tema sensible para la población, específicamente para la población en estado de vulnerabilidad o desventaja social. Es conocido por la sociedad que un huevo al día es, en muchas ocasiones, la única fuente de proteína animal que consumen adultos mayores, individuos vulnerables calificados como casos sociales, familias de bajos recurso y otros casos de similar naturaleza.
En los grupos de reventa de alimentos online, presentes en las diferentes redes sociales, se comercia el huevo bajo la lógica de la oferta y la demanda con relativa estabilidad, pero su precio sube semanalmente hasta alcanzar el punto en que la mayoría de las familias no lo puede comprar ni siquiera una vez al mes. Los vendedores ambulantes venden los cartones siempre un poco más caros en los barrios acomodados. A veces trabajan solo por encargo llevando el producto a negocios o casas puntuales que tienen la capacidad de pagar el huevo al precio actual del mercado “informal”. Estos revendedores obtienen el huevo principalmente de dos vías; de los productores que los venden en cantidades considerables o producto del desvío de recursos estatales que es un suministro más pequeño pero constante.
Las unidades gastronómicas básicas que reciben huevo de la cadena de suministro estatal, las cuales deben venderlo a la población en platillos elaborados o como parte de dulces y postres, son las principales fuentes de abastecimiento de estos revendedores que, o bien los comercializan al detalle o los venden en los mencionados grupos de Facebook o Telegram donde nunca faltan consumidores desesperados que pagan cualquier precio por abusivo que sea.
Cafeterías, restaurantes y dulcerías estatales continúan suministrando al mercado negro nacional los insumos necesarios para que las cafeterías, restaurantes y dulcerías particulares puedan funcionar. Esta situación es del conocimiento de autoridades y funcionarios locales, pero es un fenómeno tolerado y aceptado como parte del fatalismo socialista, donde nada funciona como se supone que lo haga.
En la Cuba post ordenamiento comer huevo en el desayuno es un lujo que casi nadie se puede permitir, no existe una estrategia pública para revertir esta situación y los consumidores sencillamente pagan la factura con escasez, privaciones y penurias. La corrupción administrativa en la red de comercio estatal es crónica y hace mucho daño al cubano trabajador. Los déficits de proteína vuelven a dispararse y las alternativas son cada vez más escasas. Quienes no pueden acceder a las tiendas en MLC o no reciben remesas del exterior sencillamente no ingieren proteína animal o lo hacen muy contadas veces a lo largo del mes. Las deficiencias nutricionales provocadas por la escasez de proteínas, que ya han causado estragos en la salud del pueblo en la década de los noventa, como la neuritis óptica, vuelven a ser parte de la mesa vacía de los cubanos. El presupuesto del Estado se dilapida en sucesivas campañas de propaganda y persuasión ideológica y se invierte muy poco en la alimentación de la población y el estímulo al productor. El gobierno pide resistencia a toda costa mientras bate récords de abstención en las urnas y es incapaz de generar ideas y programas que estimulen al desarrollo y la prosperidad, nada indica que esta situación vaya a cambiar en el corto o el mediano plazo, la desesperanza de la población es más palpable cada día.