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​​El Desgaste del Sueño Revolucionario en Cuba

20 de junio de 2024

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l caso del socialismo en Cuba sigue siendo, en el imaginario 

de muchos, un faro y una muestra del éxito revolucionario para el triunfo del socialismo. Desde fuera, continúa como un modelo en materia de educación, alimentación y medicina: el paraíso del bienestar material sin los vicios del exceso y la opulencia. Sin embargo, el panorama interno es muy diferente. La ciudadanía sabe lo que es pasar hambre en muchas ocasiones. Sabe que en las bodegas no se consiguen todos los alimentos de la libreta y que lo que encuentran en las MiPymes o en el mercado negro está a precios exorbitantes, a veces equivalentes a un salario mensual. Sabe también que el turismo fue una promesa efímera de mejora económica y que muchas instalaciones hoteleras siguen en ocupación subóptima. Los cubanos conocen el estado del sistema energético no por entender el déficit de megavatios, sino porque sus electrodomésticos se estropean, así como su comida se echa a perder por falta de refrigeración. Saben que el combustible es un lujo y que, en ocasiones, hay que hacer largas colas para conseguir una ración. La lucha no es una metáfora, sino un modo de supervivencia cada vez más difícil.

En cuanto a los alimentos, el problema no es únicamente de disponibilidad sino de calidad. La calidad subóptima de los ingredientes se ha vuelto parte del paisaje, y las afectaciones a la salud, un precio obligatorio. Recientemente, 14yMedio publicó una nota sobre el pan con arena que las autoridades consideran “seguro para el consumo humano”. Esta muestra estatal de bajar los estándares de inocuidad de los alimentos es un reconocimiento explícito de la gravedad de la situación por parte del régimen.

Además de las inoperancias internas, la deuda externa cubana sigue en aumento, agravando la situación alimentaria. Muchos países que en el pasado ofrecían productos alimenticios han frenado sus exportaciones debido a las deudas acumuladas por el gobierno. En parte, esto está relacionado con la caída del sector turístico que permitía honrar obligaciones y garantizar el flujo de bienes al país. A medida que esta situación se profundiza, es crucial pensar en el futuro de la nación cubana.

Paralelamente a la crisis alimentaria, se han denunciado en numerosas ocasiones las crisis energética e hídrica concomitantes. La ruinosa infraestructura, la falta de capital y flujo de caja para invertir en el mantenimiento y renovación de elementos clave para la provisión de servicios públicos agravan la situación para la población general.

Este conjunto de crisis ha propiciado el auge de manifestaciones ciudadanas que reclaman tanto servicios y bienes de primera necesidad como libertades políticas. Curiosamente, en las zonas rurales, donde la situación de los servicios públicos es más grave, este tipo de manifestaciones tiene poca presencia e impacto. La producción agrícola y agropecuaria ha caído significativamente: en comparación con 1989, la producción local de leche ha disminuido un 60% y la carne de res, alimento suntuario y de excesiva regulación, ha disminuido un 30%. Estas afectaciones están ligadas a la crisis, que incluye la falta de insumos necesarios para la ganadería y la falta de bienes y servicios públicos.

El sector turístico, parte del presumido emporio de ingresos del régimen, también se ha visto afectado por esta inoperancia estatal. Las restricciones, las decisiones arbitrarias sobre los derechos de provisión de servicios y propiedad, así como el habitual incumplimiento de los pagos, han sido elementos clave, más allá de la significativa baja en el sector turístico después de la pandemia de COVID-19. A pesar de la libre circulación del dólar y la inusitada tolerancia al cambio informal de divisas, así como el florecimiento de las MiPymes, el sector turístico se ha visto afectado por la provisión de un servicio cada vez peor.

Podría pensarse, como lo hacen muchos desde fuera, que es el bendito “bloqueo” el que tiene a Cuba en esta situación. Paradójicamente, con la reluctancia a enviar alimentos por parte de viejos socios comerciales del régimen debido al incumplimiento en los pagos, el flujo de alimentos provenientes de Estados Unidos ha aumentado en términos relativos. Y bueno, si hay “bloqueo”, no se explica cómo es posible que embarcaciones de la armada rusa entren a puertos cubanos y hagan “juegos de guerra” cerca de la isla. Tal vez sea una iniciativa de la administración Biden para aplicar un nuevo “deshielo” o, simplemente, la desidia hacia América Latina de la política exterior estadounidense de los últimos dos mandatos presidenciales.

No se percibe capacidad o voluntad por parte del régimen para paliar esta situación interna o externa, y ya sus viejos socios políticos internacionales han perdido la fe en el proyecto revolucionario. Cada vez son menos los apoyos que recibe Cuba en materia de relaciones bilaterales, y hay una seria desconfianza, tanto interna como externa, en la capacidad de gestión de la nueva generación.

Los efectos de esta complicada puesta en escena no son mera especulación. El deterioro nutricional y psicológico en la población es cada vez más evidente. “Guapear” alimentos tiene un coste psicológico importante en la ciudadanía, que presenta con mayor frecuencia desórdenes de ansiedad y depresión, trastornos metabólicos y una inmunodeficiencia causada por una mala nutrición. Aunque esporádicas y de menor impacto, las manifestaciones se han vuelto comunes y, en el futuro, podrían ganar fuerza y tener un efecto en el sistema político del país. Pero tal vez aún falte mucho para evidenciar este tipo de escenarios; sin embargo, a medida que pasa el tiempo, la situación alimentaria y de bienestar general se vuelve más grave.

Sin una solución a la vista, ya que las denuncias ante instancias internacionales han venido cogiendo fuerza recientemente, ¿qué le queda a la ciudadanía que aún permanece en la isla? Ya ni siquiera las palabras de aliento son suficientes. Podrían pensarse en diferentes escenarios que les permitan guardar esperanza en esta situación de cautiverio generalizado. Definitivamente, una transición del totalitarismo al autoritarismo competitivo, à la Franco en España, es impensable, pues no se cuenta con las condiciones internacionales ni los incentivos para que los revolucionarios originales hagan una pequeña transición a la apertura política y económica. Lo impredecible de una situación como la rumana, ad versus Ceaușescu, requeriría de condiciones geográficas, históricas y sociales que no se cumplen, o acaso el surgimiento de una resistencia social sería el único camino posible.

La promesa de un sistema socialista que garantice el bienestar de todos sus ciudadanos ha demostrado ser insostenible bajo las actuales circunstancias económicas, políticas y sociales. La falta de alimentos de calidad, la crisis energética y la insatisfacción generalizada han llevado a una creciente desesperanza entre la población.

Para los observadores internacionales y los actores involucrados en la ayuda humanitaria, es imperativo entender la complejidad de la crisis cubana y abordar sus causas de manera integral. La presión diplomática y la cooperación internacional pueden desempeñar un papel crucial en la búsqueda de soluciones. Los organismos internacionales deben aumentar su atención y apoyo, no solo proporcionando ayuda inmediata, sino también promoviendo reformas estructurales que puedan llevar a una mejora sostenible de las condiciones de vida en la isla.

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