Crisis alimentaria y mercado negro
05 de abril de 2023
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a actual crisis de producción y abastecimiento, que se
reproduce agravada por la mala gestión administrativa en la isla, impacta a todos los sectores de la sociedad cubana y dinamita a diario las bases del bienestar social y la calidad de vida que puedan quedar tras acumular más de treinta años de inestabilidad e insuficiencias económicas irresueltas. Esta avalancha de desabastecimiento y crisis administrativa se hace notar de forma especial cuando revisamos la cantidad y calidad de las ofertas que el mercado estatal de alimentos brinda a la población, tanto para la venta liberada como para la racionada. La falta de oferta en pesos cubanos y el racionamiento de los escasos productos disponibles, limita cada vez más el acceso a los alimentos para la mayor parte de la población cubana que, perteneciente al sector laboral estatal, está limitada por las escalas salariales gubernamentales en pesos cubano. Mientras tanto el mercado negro y las tiendas MLC aumentan sus ofertas a la par que multiplican sus precios, devaluando impunemente los ingresos en pesos cubanos. Estos dos espacios de comercialización, uno de la mano del Estado y el otro como dinámica alternativa al mercado institucionalizado y legal, controlan la mayor parte de los alimentos disponibles y por esta razón imponen sus precios de forma indiscriminada.
Según la legislación actual, el mercado de alimentos es regulado por el Estado en cuanto a precios y ofertas; pero a raíz de las políticas para la gestión de los bienes y recursos durante el confinamiento social a causa de COVID-19, surgió un poderoso mercado negro que ha terminado por absorber gran parte de las ofertas del mercado estatal. Esta dinámica alternativa de compra-venta logra ofrecer mayor oferta que las redes de comercialización institucionales. Una gran parte de este mercado se alimenta de la importación irregular de los productos que oferta (por paquetería o como equipaje); mientras la mayor parte de los productos que comercializa son los productos importados y regulados por el Estado, que son absorbidos en cantidades suficientes como para superar en diversidad al propio mercado estatal, multiplicando sus precios hasta cuatro veces y revendiendo en los más diversos espacios y formas.
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Es así como el mercado negro, que acapara gran parte de la oferta de alimentos disponibles, escapa a las regulaciones de precio y oferta que impone el Estado cubano para poder dar sentido a la actual escala salarial. La devaluación del peso cubano y la consiguiente desvalorización del trabajo, dada por la rigidez de la escala salarial cubana, transforman lo que podría verse como una crisis administrativa en una cuestión de injusticia social. Tanto la impunidad del desfachatado mercado negro como las tiendas MLC (por su escala de precios 1MLC x 120 pesos aproximadamente), generan una distancia que se multiplica cada vez más rápido, entre las mesas de las familias cubanas y las tarimas y mostradores.
Con todo esto podríamos decir que el mercado de alimentos está dispuesto, mayormente, bajo las dinámicas informales de compra-venta o atado a intereses económico enfocados a la recaudación de divisas. Los precios actuales y sus pronósticos de variación se salen de las disposiciones gubernamentales que intentan regular el acceso de la población media a los recursos disponibles. El salario mensual promedio, que ronda los 5500 pesos, representa unos 33 MLC – 31 USD según la actual taza de cambio para el peso cubano, igualmente regulado por el mercado informal de divisas. Para las regulaciones y disposiciones del Ministerio de la Alimentación y de Finanzas y Precios, esta cantidad de dinero es suficiente para adquirir los alimentos mínimos necesarios para subsistir un mes, pero ante la realidad que imponen las dinámicas del mercado informal de alimentos, los salarios actuales son prácticamente cantidades simbólicas frente a los precios de los insumos básicos. Esta red alternativa de abastecimiento, que resulta estar más abastecida en cantidades y variedades que el mercado estatal, se impone como única opción real en pesos cubanos para la adquisición de insumos de calidad, frente una oferta gubernamental pobre, cara, intermitente y limitada.
El descontrol que experimenta el mercado de alimentos hoy no es solo el resultado de una crisis productiva sin precedentes en la historia de Cuba, o de la constante devaluación del peso cubano llegada a niveles nunca antes vistos, o del desabastecimiento y la especulación que esto genera. El fenómeno del mercado negro, su impunidad y su poder creciente nos llevan a buscar tras estas dinámicas de comercialización una fuerza que excede a la capacidad de acaparamiento de coleros o tenderos implicados. Es inconcebible que en un sistema centralizado de administración las dinámicas alternativas de compra-venta de alimentos superen en cantidad y calidad a la oferta estatal, sobre todo cuando las primeras carecen de vías legales para su abastecimiento.