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Comer verdolaga, en contingencia y con guapería

19 de octubre  de 2022

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istóricamente, el poder político ha dominado sobre territorios y 

poblaciones. Sin embargo, las formas de dominación se expanden sobre la vida misma de los individuos, sus necesidades y aspiraciones. Por ejemplo, la biopolítica del hambre ha sido usada en varios regímenes para producir de forma excepcional cuerpos extenuados, dóciles, fragmentados. No hay nada como el control sobre la distribución de la comida (efectivo o por defecto) como vigilancia coercitiva y disciplinante. Además, el discurso biopolítico puede ser engañoso, enajenante, aglutinador.

 

El Periodo Especial en Tiempos de Paz

 

Durante el debacle económico iniciado en la década de los noventa en Cuba la palabra “crisis” desapareció del mensaje oficial, para ser camuflada de diversas maneras, la más conocida sería “Periodo Especial en Tiempos de Paz”, enunciada a fines de agosto de 1990 por Fidel Castro. Esta nomenclatura rescataba la doctrina militar de los años 80, “en tiempos de guerra”, pero abocada a una estrategia de “resistencia” en tiempos de paz; un estado militante para asegurar el funcionamiento de la actividad económica y social de la nación, bajo el asedio del “enemigo imperialista”.[1] La fraseología del Periodo Especial demandaba “priorizar recursos”, “esfuerzo” y “rigor”[2]. Fidel afirmaba: “(…) el período especial nos ha obligado a un esfuerzo extraordinario en este terreno como una cuestión de supervivencia” y avisaba: “(…)  la parte peor del periodo especial está por pasar en el año 1992, es la prueba de fuego, porque ya de ahí no se puede poner peor”[3].

 

En consecuencia con la severidad del momento, los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y las dependencias del Partido Comunista de Cuba (PCC) compilaron y editaron folletos como “Con nuestros propios esfuerzos. Algunas experiencias para enfrentar el Período Especial en tiempo de paz” (Verde Olivo, 1992), que incluyó recetas de resiliencia como “croquetas de verdolaga”, “ensalada de ceiba”, “bagazo de caña como fibra dietética”. A este le antecedía “El libro de la familia” (Verde Olivo, 1991) que aportaba consejos necesarios para la llamada “opción cero”, momento más difícil del Periodo Especial, donde prácticamente no se recibiría ninguna ayuda del exterior.

 

La Coyuntura

 

El discurso oficial posterior en Cuba ha continuado recreando en momentos de crisis, una ilusión homogénea fundada en el tropo de la originalidad y la singularidad. Cuando el 11 de septiembre de 2019, en comparecencia especial en la Mesa Redonda, el presidente Miguel Díaz Canel anunció un periodo “Coyuntural” dentro de la “Continuidad” – que había marcado su toma de posesión para contrarrestar la idea de una transición–, los cubanos sintieron una extraña familiaridad. El político anunció el “estrechamiento del cerco” como consecuencia del “plan genocida” estadounidense. Aseguró estarse implementando medidas coyunturales con una “fe inquebrantable en la victoria”.[4] En plena Continuidad, las señales de esta nueva etapa no habían pasado desapercibidas dentro de la oratoria política; un mes antes el mandatario había afirmado que el Periodo Especial había sido “un gran acto de creación colectiva” (Granma, 4 de julio de 2019). Sin embargo, en las calles cubanas hacía meses que se registraban problemas en la adquisición de productos básicos (harina de trigo, huevos, aceite vegetal, carne de pollo y porcina) afectando tanto los servicios estatales como los privados, también se racionaba el gas licuado y los precios en el mercado negro se inflaban exponencialmente.

 

La Contingencia

 

Con atrasado frente a la realidad, el consignismo abocado a medidas excepcionales ha nombrado la genealogía de la biopolítica en la Isla: de la Rectificación de Errores a la Tarea Ordenamiento, y de la Coyuntura a la Contingencia. En la Mesa Redonda del pasado 27 de septiembre, tras meses de inseguridad alimentaria, hídrica y energética, se anunciaba la profundización la crisis multisectorial en dos esferas fundamentales: el retraso de los productos normados distribuidos por la Libreta de Abastecimiento y el recorte del combustible. Unos días antes, en la clausura del X Congreso de los CDR, Díaz Canel había vuelto a recurrir al término “creatividad” para enfrentar la crisis “con decisión, sin miedo. Con coraje y con optimismo” para luego agregar, “con guapería cubana porque aquí no se rinde nadie”.

 

En paralelo, la prensa oficialista ha estado fomentando productos alternativos, alejados de la dieta tradicional cubana. Similar a los manuales de resistencia culinaria de los noventa, aparecen el corojo, el bledo, la caña fístula y la verdolaga como ingredientes bases, sustitutos de otros ya desaparecidos por el desabastecimiento. En el mismo orden, a falta de la harina de trigo, se promueven harinas derivadas de la yuca o el maíz. Retomando la cría de animales de corral y la siembra autónoma de la década de los noventa, varios dirigentes sugieren la idea de la acuicultura familiar (en un país con graves problemas en el suministro de agua) y la campaña “Cultiva tu pedacito” en aras de “sacarle el quilo a lo que tenemos”.[5]

 

La biopolítica cubana y las narrativas del hambre

 

En términos generales, los códigos operativos en el discurso oficial han evitado tradicionalmente términos de ruptura como “crisis” o “transición”, que constatarían nominalmente un descalabro económico o prefigurarían la idea de cambio sistémico. En contraste, la actual retórica usa recursos como el nacionalismo (soberanía), el mesianismo (pronósticos de líderes como Fidel Castro), la superioridad moral (defensa de causas justas ante el enemigo en relación dicotómica capitalismo vs. socialismo), la excepcionalidad (periodo de anormalidad temporal que requiere esfuerzos especiales) y el externalismo (radicación de las causas de los problemas en factores externos).[6]

 

En adición, la apuesta exclusiva del declive económico de la Isla ha estado ubicada en los resultados de la política de embargo comercial estadounidense. Pero la narrativa de “país bloqueado” omnipresente en la biopolítica insular, aunque no deja de ser pertinente, ha monopolizado la rendición de cuentas gubernamental ante la sociedad, justificando su administración económica, protegiendo su capital político y otorgándole una carta de entendimiento frente a organizaciones internacionales.  

 

Otro de los frentes discursivos más al uso en la retórica cubana actual es la promoción de la soberanía y la seguridad nutricional y alimentaria. La redacción de una ley[7] sobre el tema ha otorgado credibilidad y elogios por parte de entidades como la

Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA). Sin embargo, más allá de aspiraciones loables sobre alimentación, no parecen existir intenciones operativas que en efecto pongan en funcionamiento un esquema productivo que no se base en dependencia en exportaciones y en control sobre la producción. Un ejemplo de ello es que, las 63 medidas para estimular la producción agropecuaria en el país, aprobadas en abril de 2021, no solo no han dinamizado el sector, como lo prometido, sino que no han logrado parar un derrumbe mayor. A la hora de rendir cuentas, dos años después, Manuel Santiago Sobrino Martínez, ministro de la Industria Alimentaria avisó que estas no eran medidas estáticas, sino que “se irían mejorando”.[8] A su vez, Manuel Marrero, Primer Ministro de Cuba eludía responsabilidades y justificaba el descalabro productivo por la “mala gestión” de cooperativas y centros de gestión privada.[9]

 

Por el momento, el lenguaje triunfalista, escoltado por paquetes de medidas temporales, no puede disimular el saldo crudo que arroja la realidad cubana. En encuesta nacional de Food Monitor Program[10] la percepción ciudadana ha mostrado un entendimiento general de la inoperancia en el discurso político y su burocracia. A la pregunta de “¿Cuál cree sea la causa del desabastecimiento?”, un 67.30% aduce la falta de productividad del campo debido a fallos de la administración del país, frente a un 11.36% que lo adjudica al embargo estadounidense. Lo cierto es que, detrás de consignas, indicadores mediáticos, afirmaciones abstractas y promesas redentoras no se vislumbran, por el momento, soluciones que representen un cambio positivo, estable y a largo plazo para la vida de los cubanos.

[1] Véase “Información a la población”, Granma, La Habana, 29 de agosto y 26 de septiembre de 1990; e “Información a la población sobre medidas adicionales con motivo a la escasez de combustible y otras importaciones”, Granma, La Habana, 20 de diciembre de 1991.

[2] Discurso pronunciado por Fidel Castro, en el acto central por el xxx Aniversario de los Comités de Defensa de la Revolución, efectuado en el teatro Karl Marx, el 28 de septiembre de 1990, en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1990/esp/f280990e.html

[3] Discurso pronunciado por Fidel Castro, en la clausura del VI Foro Nacional de Piezas de Repuesto, Palacio de l Convenciones, el 16 de diciembre de 1991, en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1991/esp/f161291e.html

[4] http://mesaredonda.cubadebate.cu/noticias/2019/09/11/diaz-canel-pueblo-cubano-son-tiempos-de-patria-o-muerte-video/

[5] https://www.trabajadores.cu/20230928/diaz-canel-a-los-cdr-sacarle-el-quilo-a-lo-que-tenemos/

[6] Sergio Angel y Claudia González (2020). „Excurso. Los primeros meses de la nueva Constitución“, en: Jorge I. Domínguez, et.al. La Cuba que quisimos. La nueva Constitucción cubana de 2019: Debates en Cuba Posible sobre su formulación, anteproyecto y proyecto final. Bogotá: Universidad Sergio Arboleda.

[7] http://media.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2022/05/Ley-Seguridad-Alimentaria.pdf

[8] http://www.cubadebate.cu/noticias/2023/06/21/que-pasa-con-la-produccion-de-alimentos-en-cuba-video/

[9] https://www.periodicocubano.com/manuel-marrero-admite-crisis-alimentaria-en-cuba-y-culpa-a-la-gestion-privada-por-no-satisfacer-la-demanda/

[10] https://www.foodmonitorprogram.org/inseguridad-alimentaria-2023

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