De la Habana a Santiago ¿Qué pueden comprar los pasajeros en las salas de espera de los aeropuertos cubanos?
04 de julio de 2024
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a Terminal 1 del Aeropuerto Internacional José Martí de la ciudad
de La Habana lleva años con una oferta gastronómica precaria. Un hecho que no por ser hoy cotidiano, deja de ser relevante. Como es lógico, la situación afecta a todos los viajeros, pero lo hace de una manera especial a aquellos a los que les corresponde aguardar su vuelo mucho más tiempo del que marcan los pasajes y no encuentran opciones cuando les aprieta el estómago.
“Hace pocas semanas tuve un vuelo para Santiago de Cuba, el chequeo era a las 8:00 pm, pero al llegar (a la Terminal 1) el personal del Aeropuerto anunció que se demoraría hasta las 10:00 pm. Pero esas dos horas son poca cosa con respecto al tiempo en la sala de última espera donde no fue sino hasta las 4:30 am que abordamos el avión.”
Así comienza Martha, una joven de 23 años, a contarnos su experiencia. Durante todo ese tiempo, la entrevistada recibió de parte del personal de la cafetería un pan, una cajita de jugo y un pomo de agua. Aunque los recibió de manera gratuita, como cortesía por la demora, considera que es una solución inefectiva pues estuvo más de ocho horas y durante todo ese tiempo, en la cafetería del aeropuerto solo se vendió refresco de cola y agua.
“Junto a mí había una familia que viajaba con dos niños pequeños, entre la espera, el horario y el hambre tuvieron una experiencia muy negativa. Para colmo cuando se decidieron a comprarles refrescos estos ya se habían agotado, por lo que no pudieron darles nada hasta que llegaron a su destino.”



Es difícil precisar la fecha exacta en la que se vació la cafetería de la sala de última espera, pero varios entrevistados señalan que se ubica poco después del paso de la pandemia de Covid 19. Antes, nos señalan, era posible comprar “de todo”. Para comer recuerdan la oferta de sándwiches, helados, galletas de diferentes sabores, caramelos e incluso dulces finos. Mientras que para beber era posible adquirir café, jugos, refrescos o pomos de agua.
De todas estas ofertas, actualmente solo se conservan con cierta regularidad las de líquidos y, en no pocas ocasiones su venta queda restringida a un artículo por pasajero debido a su escasez. Pero también ocurre que a veces no hay nada para vender. Entonces los pasajeros quedan al amparo de lo que hayan traído para merendar desde casa. Aquellos que no hayan sido o no hayan podido ser suficientemente previsores no tienen otra alternativa que pasar hambre.
Los vuelos que hacen la ruta Habana-Santiago para clientes nacionales son arrendados por Cubana de Aviación para suplir la imposibilidad de la aerolínea de suplir la demanda con sus propios aviones. La precariedad se manifiesta también una vez dentro del avión, la crisis económica que atraviesa el país tiene su reflejo en el catering a bordo.
Antes de la pandemia se solían brindar caramelos, agua o café para este viaje, que regularmente toma poco más de una hora. Tras el parón que esta impuso y el restablecimiento de los vuelos comerciales, resulta muy difícil para los pasajeros contar con algún servicio de catering a bordo más allá de circunstancias aisladas.
“Yo suelo viajar con frecuencia a Oriente por motivos familiares y salvo alguna vez que nos dieron un pomito de agua, nunca más he visto que repartan nada dentro del avión.”



Rememora Lourdes, una maestra jubilada que se cuenta entre quienes con más dificultad enfrentan la situación pues debe viajar con frecuencia entre ambos extremos del país. Para ella la situación es particularmente acuciante pues reside en Guantánamo y, también desde la pandemia, los vuelos entre la capital y esta provincia han desaparecido. Por ello debe trasladarse a Santiago de Cuba, lo que encarece cada viaje que realiza.
A través de su relato, conocemos que la situación en el Aeropuerto Internacional Antonio Maceo ubicado a las afueras de la principal urbe oriental cubana, es idéntica que en la capital. Aunque también nos añade algunos detalles del proceso.
“En el salón de última espera debes, como su nombre lo indica -señala jocosamente- esperar a que traigan los panes que vienen contados según el número de pasajeros. Una vez que llegan, lo que suele demorar de una a dos horas, debes hacer una cola y entregarle a la dependienta tu pasaje para que le haga una marquita. Solo entonces te permite que compres un único pan con lo que haya, que puede ser queso o salchicha. Generalmente también puedes comprar laticas de refresco o pomitos de agua. Pero esto depende de tu suerte, si toca que hay poca disponibilidad solo puedes adquirir uno, a través del mismo sistema que utilizan para repartir la venta de pan.”
¿Se puede considerar estas prácticas de Cubana de Aviación como maltrato a sus clientes? Para todos los entrevistados la respuesta sin paliativos es que sí. Tal y como la mayoría señala, hace ya varios años desde el fin de la pandemia y aún la empresa no ha sido capaz de mejorar el servicio que le brinda sus clientes o al menos igualar el de tiempos previos.



Paradójicamente tampoco permite que sectores emergentes de la economía puedan suplir sus deficiencias mientras las autoridades del país hablan tanto en medios oficiales de abrirle espacios al sector privado. ¿Acaso esos mismos dirigentes o sus familias no utilizan las terminales nacionales para desplazarse y por ello desconocen la situación de las cafeterías en las salas de última espera?
Si tal fuera el caso, en estos lugares tienen una opción inmejorable para incentivar negocios particulares y ganar, en concepto de arrendamiento y otros, los beneficios que no obtienen por no tener qué vender.
Lamentablemente, cada día que pasa sin que se resuelva el problema, entraña más dificultades para los pasajeros y más muestras de la incompetencia gubernamental. Y desde el fin de la pandemia hasta la actualidad, son años de incompetencia.