top of page
Diseño sin título.png

Cuba: pocos alimentos, mucho discurso

01 de marzo de 2022

00:00 / 05:56

de falta de alimentos, o de insumos agrícolas, o de problemas de producción. El problema no obedece a la falta de abastecimiento en los mercados en pesos cubanos o del acceso limitado a las tiendas en Moneda Libremente Convertible, como lo indica esta nota de Havana Times. Tampoco se debe a que haya limitaciones materiales y políticas (léase: distribuciones inequitativas deliberadamente planeadas) como se ve en el Diario 14 y medio. Mucho menos a que las importaciones oscilan de acuerdo con la capacidad y voluntad de pago del gobierno cubano a sus acreedores internacionales, como lo indica Prensa Latina, así como de la producción, tal como lo indican el Diario ADN y el Diario de Cuba. Nada de eso: en Cuba hay comida y de sobra, tal como lo indicó el año pasado el portal oficialista Granma. Tanta hay, que se desperdicia. Y si se desperdicia es por el mal aprovechamiento que hacen los mismos habitantes. En palabras del oficialismo, el problema es, como lo indica el Diario de las Américas, de incultura alimentaria.

A esta “incultura alimentaria” se le añaden las reiteradas arengas de la culpa que tiene el Imperio por su injusto bloqueo y, por supuesto, la lenta recuperación del turismo. Pero la cereza del pastel está en que ya no es solo culpa de ese otro, enemigo externo de la revolución, sino que la sociedad cubana tiene parte de la culpa, además de derrochar recursos alimenticios, tiene un gran apetito, como lo dijo el amigo de los Castro, el teólogo brasileño Frei Betto. 14 y medio registró que unos estudiantes, en noviembre del año pasado, fueron “convocados a un acto de reafirmación revolucionaria (…) en respuesta a la protesta” que hicieron los habitantes de un albergue en Guásima debido a las malas condiciones de higiene y la falta de alimentos. A los residentes “malagradecidos”, les agasajaron con cantos revolucionarios para hacerlos cambiar de opinión. Esto quiere decir que la situación de inseguridad alimentaria se debe en gran medida a la responsabilidad de la población cubana, pues siendo la beneficiara de este esfuerzo que hace el régimen por no dejar morir de hambre a nadie, consume de manera irresponsable.

Al mismo tiempo que el discurso se acomoda para vender la idea de que sí hay comida y que el problema de la seguridad alimentaria radica en un asunto de “incultura”, la oficialidad busca ofrecer una solución al problema de la producción y de la distribución de los alimentos por medio del proyecto de Ley del “Plan Nacional de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional”. De acuerdo con la nota del portal del parlamento cubano, este proyecto de ley busca solucionar problemas de producción de alimentos en la isla por medio del establecimiento de un marco normativo que fomente temáticas “relativas a la calidad e inocuidad de los alimentos, la prevención y reducción de las pérdidas y desperdicios de alimentos, la educación alimentaria y nutricional”.

La intención de educar a la ciudadanía en asuntos de preferencias alimentarias y en el aprovechamiento de todos los recursos disponibles no es más que otra estratagema para condicionar las prácticas alimenticias de los cubanos a la escasez. Los problemas de producción, que son del Estado, se hacen evidentes cuando la producción de azúcar llega a sus mínimos históricos, como lo indica ADN. Asimismo, reporta Diario de Cuba que la empresa estatal Acopio deja echar a perder 200 quintales (20 toneladas) de tomate por negligencia. También se nota en la aparición de sustitutos, por la escasez, de productos como el café mezclado con palmiche, como aparece en esta publicación en redes sociales. La triste realidad es que el régimen niega su responsabilidad en esta situación y busca trasladar el problema al consumidor.

Y esto lo hace por medio de trucos discursivos: por un lado, se responsabiliza a los ciudadanos del desperdicio y del excesivo consumo, negando la falta de alimentos y, por otro lado, se ofrece un proyecto de ley como la solución a la situación, reconociendo la situación de inseguridad alimentaria. Todo esto lo hace para tratar de apaciguar a una población que ya dio notorias muestras de resistencia el año pasado y que, de cara a los problemas que supone el conflicto en Europa oriental, que elevan los precios de los cereales y los insumos agrícolas como ya muestra la tendencia del mercado de cereales, hará que la situación de alimentos sea más precaria. 

La llamada “Educación Nutricional” promete no ser más que la interiorización de una sumisión alimentaria, presentado como una serie de actos de “ingenio”, “valentía” y “resistencia” del pueblo cubano, que no son más que la continuación de narrativas ya establecidas desde el Periodo Especial de Paz. La creación de este nuevo comensal es producto de los esfuerzos que realiza el gobierno en la lucha contra el hambre (provocada y combatida) y del desarrollo de la industria agrícola soberana (destruida por ellos mismos, pero a la vez reconstruida). El único error de cálculo en esta situación es que, además de proyectos de ley y de educación alimentaria, se requiere el patrocinio y el apoyo de los aliados que el régimen tiene en el mundo. Uno de ellos ahora se encuentra un poco ocupado, consolidando una agresión militar a todas luces ilegítima. El único instrumento con el que cuentan es el discurso, que busca acomodar la percepción del pueblo para que deje de ver una falta de alimentos y lo comprenda como una situación de derroche y glotonería que mejorará si dejara de comer tanto y de desperdiciar los abundantes alimentos que reciben.

 

E

E

l problema de alimentación en Cuba no obedece a un asunto 

Lea todas las columnas de German Quintero en Food Monitor Program AQUÍ

bottom of page