¿Qué comen los pacientes en los hospitales cubanos?
11 de enero de 2024
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a alimentación es uno de los pilares terapéuticos más
importantes durante la estancia de un paciente en un hospital. Una alimentación adecuada permite mejorar clínicamente a un enfermo y, en la mayoría de los casos, evitar la Desnutrición Relacionada con la Enfermedad (DRE), dolencia que se asocia a más complicaciones, estancias hospitalarias más prolongadas y peores resultados evolutivos.
En Cuba la calidad de los alimentos garantizados en instituciones de salud, tanto para los pacientes como para los trabajadores, resulta precaria. Muchas familias con mejores ingresos monetarios escogen alimentar a sus allegados con comida que elaboran y llevan desde casa, Pero esto no es algo alcanzable para todos, tanto por el costo de los alimentos como por la dificultad logística de desplazarse cada vez al hospital, dificultades diarias del cubano que se agravan si deben cuidar de un familiar ingresado. Además, tampoco garantiza la cocción de la dieta segura requerida por el paciente, de cuya necesidad en general deberían estar exentos los parientes.
Sin embargo, ya en los derechos y deberes de los ingresados y acompañantes en instituciones hospitalarias en Cuba, el Reglamento de Salud Pública del propio ministerio indica brevemente que los pacientes tienen el derecho de “Recibir los medios que garanticen su higiene personal, ropa, lencería y medios necesarios para su alimentación”, a la vez que no descarta la posibilidad del autoabastecimiento al informar entre sus deberes “el horario de vida del hospital, de visitas, disposiciones vigentes en relación con: entrada de ropas, alimentos, objetos u obsequios, acompañantes y visitas”.[1]
En los meses de agosto a octubre del año 2023 Food Monitor Program (FMP) entrevistó a cubanos que pasaron estancias hospitalarias, con quienes conversó sobre las condiciones de la alimentación en estas instalaciones. Algunas tendencias repetidas fueron que: casi la totalidad de los ingresados no consumieron la comida de la institución, sino que se alimentaron de lo que sus familias trajeron cada día. Además, para mantener dietas específicas para su recuperación, los pacientes debieron depender de familiares en el extranjero que les enviaran paquetes con alimentos más nutritivos y variados, que no pudieron encontrar en sus ciudades.
Antecedentes en redes
En el último año fueron visibles en redes las denuncias de pacientes, sobre la penosa calidad de los alimentos que recibían durante sus convalecencias hospitalarias. Estas no se referían a las propias restricciones de comestibles según el estado del paciente (dieta líquida, dieta blanda, semi-blanda, etc.) sino a la imposibilidad humana de ingerirlos, ya fuera por resultar repulsivos, insípidos o mal cocinados.
En junio, los familiares de una mujer embarazada denunciaban la precaria alimentación que esta recibía en el Hospital General Universitario Enrique Cabrera (La Habana)[2], en septiembre otra familia hacía lo mismo en el Hospital Iluminado Rodríguez (Jagüey Grande): “La comida de un enfermo (…) plátano sin sal y agua hervida, sin una gota, de aceite, es una falta de respeto para una persona que está ingresada darle como alimento eso”.[3] Declaraciones como esta ya se habían emitido un año antes, por ejemplo en el Hospital Gineco-Obstétrico Mariana Grajales (Villa Clara), donde una embarazada con bajo peso recibía arroz, media lasca de jamonada y sopa “con cuestionable calidad”, y donde la cubana reclamaba la ausencia de cualquier tipo de hortalizas, vegetales o frutas que eran necesarias por su estado durante su ingreso.[4]
También en septiembre del 2023, resalieron en redes las quejas sobre la condición de los pacientes de larga estadía del Hospital Psiquiátrico de Manzanillo (Granma), donde se aseguraba: “La mayoría presentan una delgadez extrema, desnutrición por falta de alimentación, están famélicos por el hambre que pasan a diario, se les marcan los huesos y el pellejito y tienen el abdomen abultado”. La misma testigo afirmaba que los enfermos lloraban por los pasillos pidiendo comida.[5]
La lamentable precarización de la alimentación en personas de tal vulnerabilidad responde también al declive de instrumental y maquinarias adecuadas. Por ejemplo, en abril del año pasado, los pacientes ingresados en la sala de Terapia Intensiva del Hospital Pediátrico Octavio de la Concepción y la Pedraja (Holguín), no recibieron los nutrientes en el estado correcto ya que la máquina procesadora para preparar los alimentos para pacientes que no pueden deglutir tenía desperfectos. Además, una madre acompañante advertía: “Las fórmulas, para alimentar a nuestros hijos, son envasadas en botellas de cerveza de cristal y la tapa es un pedazo de papel, amarrado con una gasa”.[6]
Estudio de Food Monitor Program (FMP)
Como parte de la indagación sobre el tema de la alimentación hospitalaria, FMP entrevistó a adultos que estuvieron ingresados, o que fueron cuidadores de menores o de familiares que no podían valerse por si mismos. Las entrevistas, conducidas en tres provincias del país, abarcaron diferentes dolencias y estados como estancias por embarazos de riesgo, post parto con complicaciones, post-quirúrgicas (mayormente por peritonitis), pero sobre todo ingresos por dengue hemorrágico o COVID-19. En la mayoría de los casos, los expacientes hicieron una distinción entre el trato profesional de los médicos licenciados y el de los enfermeros, de menor calidad. En casi su totalidad, los entrevistados aseguraron haber recibido alimentos escasos, poco nutritivos, en estado sanitario dudoso, mal cocinados o poco apetecibles en general. Pero adjudicaron el hecho a la precarización generalizada, donde extendieron estas carencias a los medicamentos e insumos que necesitaron durante sus tratamientos.
La opinión sobre la composición, calidad e higiene de las comidas fue muy semejante, repitiéndose un juicio similar a este:
La comida era bien mala, yo no la comí ni una vez porque mi padecimiento me pone el estómago delicado y muchas cosas me dan asco, más esos alimentos mal preparados. Se supone que la alimentación de un paciente en mi condición debe ser buena y especializada, mucho más para quienes van a someterse o se están recuperando de una operación, pero la que me dieron ahí es la misma de todos estos sitios: algún caldo con poca sustancia, arroz con piedras, fongo o calabaza hervida si tienes suerte y en un caso excepcional algún ínfimo pedazo de proteína.[7]
En general, la alternativa de muchas familias para alimentar sustitutivamente a sus familiares fue como la descrita a continuación:
Mi madre iba dos veces al día para llevarme la comida que cocinaba en casa, y luego se quedaba a dormir conmigo para poder despertar a los enfermeros de noche para que me suministraran los antibióticos, también para ayudarme a ir al baño y esas cosas. También debía traerme el agua para beber, ya que en el hospital los bebederos no tenían las condiciones adecuadas, y eso que el Fajardo había sido recientemente remodelado. [8]
En estas condiciones, los propios galenos recomendaban no consumir la comida del hospital donde laboraban:
Incluso los médicos recomendaban no comer del hospital, primero porque no tenían la preparación adecuada para mi estado (una dieta blanda y antiácida), segundo, porque admitían que no tenían la higiene adecuada y yo estaba en una situación delicada.[9]
Durante etapas más críticas y de colapso institucional como durante la pandemia, los testimonios tendieron a agravarse:
Fue una experiencia terrible, primero por la pésima condición en la que se encontraba el lugar y luego porque nos ingresaron a ambas, pero solo la bebé recibió tratamiento pues a pesar de estar contagiada yo también, no era contemplada como paciente sino como acompañante. No había agua en un lugar con ocho madres con sus hijos pequeños todos enfermos.[10]
En estos casos los pacientes en total aislamiento recibían alimentos insuficientes o “inadecuados, tanto para la edad de los niños como por su condición de salud que necesitaba una alimentación para fortalecer las defensas”. De este modo los entrevistados relatan que “no se permitía que los familiares acercaran comida (…) Nuestra fuente principal de alimento que nos mantuvo esos días fueron las cacharras que preparaba mi familia y nos traía mi esposo. Para poder pasarlas tenía que pagarle al personal para que me hicieran llegar la bolsita con la cacharrita.”[11]
Sin embargo, el tema de la seguridad continuó siendo arbitrario en otros momentos, repitiéndose un “rigor simbólico” o apalabrado, pero no practicado. La seguridad ineficiente de las instalaciones hospitalarias, comprometiendo el bienestar de los ingresados, se hizo evidente en testimonios como el siguiente:
La seguridad del hospital era inexistente, entraban Testigos de Jehová que querían evangelizarte a toda costa. Recuerdo amenazar a uno con gritar si no se iba. Tras una operación del calibre de la mía una está muy vulnerable y débil y este tipo de apariciones era totalmente innecesaria e improcedente en una institución de salud. También, entraban vendedores con refrescos y jugos de cajita, y yo tenía puesta una sonda naso-gástrica y prohibido terminantemente el suministro de líquido por vía normal. Alguien con menos disciplina que la mía podía bien haberse saltado esa indicación fatalmente.[12]
Pero aún estos testimonios se distanciaron de los pocos que admitieron haber consumido la alimentación hospitalaria. En el caso de una mujer de 31 años, que debió permanecer sin acompañante por no residir en La Habana, esta alimentación intervino en su recuperación:
Terminé con la hemoglobina muy baja y perdí mucho peso. El médico me recomendó mucha carne de vaca o caballo y comida sana en general, pero yo no tenía de dónde sacar eso. Cuando salí del ingreso estaba súper flaca. De hecho, mi alta demoró más de la cuenta. Mis defensas estaban bien bajas y estaba anémica. Realmente he logrado mejorar un poco con la cañandonga y el té de moringa que ayuda algo.[13]
Otros afectados
Vale aclarar que no son solamente los pacientes los afectados con la baja calidad de la alimentación en los hospitales, sino que los propios galenos, sometidos a largas jornadas y turnos de guardia, reciben comidas similares.
En el año 2022 varios profesionales de la salud de diferentes provincias mostraban refrigerios compuestos por caldo, arroz y boniato; o arroz blanco y potaje de chícharos; o arroz, sopa y mermelada de mango.[14] Frente a alimentos no inocuos, o cuya elaboración ha violado normas higiénicas, como el lamentable encuentro de una uña postiza en la comida, un galeno admitió: “Hemos normalizado tanto la falta de todo que hasta pasados unos minutos no calculo en toda su magnitud, la gigantesca asquerosidad que representa aquello… No soy una persona particularmente escrupulosa, pero no pude seguir comiendo”.[15]
En las redes, estos eventos suscitaron comentarios de decepción como el siguiente: “Hay que estudiar muchísimas horas y sacrificarse más de lo que te puedes imaginar, y aunque no se necesite de ese trabajo para sobrevivir, no es tan fácil tirar ese logro en la vida a un lado. Esa es la triste realidad de gran parte de nuestro ejército de batas blancas”.
Estas condiciones se sumaron a otras como el desabastecimiento generalizado de equipo clínico básico, la falta de insumos especializados (cirugía, laboratorio, etc. ) y el déficit de personal sanitario, factores que en el 2022 empujaron a más de 12000 profesionales a salir del sistema de salud pública.[16]
En conclusión
Por la condición de vulnerabilidad de un enfermo, cuyo padecimiento muchas veces genera desnutrición, la comida en instituciones sanitarias debe ser saludable, higiénica, agradable a la vista y al paladar, así como nutritiva. En concreto, las instituciones de salud en la mayoría de los países estipulan: garantizar que los alimentos sean seguros para el consumo; proteger los alimentos durante la manipulación y el transporte; capacitar al personal sobre la seguridad alimentaria y realizar inspecciones periódicas.[17]
El deterioro del sistema de medicina pública en Cuba muestra una fractura multisistémica no solamente deducible al acceso a los alimentos; pero todos sus componentes tienen un influjo directo en la seguridad médica de los cubanos. Esta situación se ha perpetuado y agravado a tal punto, que puede verse su naturalización o aceptación por otros medios, en forma de importación tanto de alimentos como de medicamentos e insumos clínicos para garantizar el tratamiento de los enfermos. Sin embargo, esta es una solución ilusoria en tanto las mismas enfermedades o complicaciones médicas que la mayoría de los cubanos sin recursos no puede evitar ni tratar, pueden significar el recorte drástico de la calidad y la esperanza de vida en un país que cada vez depende más de excepciones aduanales, de importaciones de viajeros y de compras de alimentos desde el exterior, para garantizar un mínimo de dignidad en la vida diaria de los habitantes de la Isla.
[1] https://salud.msp.gob.cu/wp-content/uploads/2019/02/RM_35_%202013.pdf
[3] https://cubanosporelmundo.com/2023/08/30/pesima-comida-hospital-jaguey-grande-matanzas/
[7] https://www.foodmonitorprogram.org/entrevista-mis-defensas-bajan-porque-no-consigo-proteinas
[8] https://www.foodmonitorprogram.org/entrevista-un-mes-sin-probar-comida-en-el-hospital
[9] Ídem
[10] https://www.foodmonitorprogram.org/entrevista-pasamos-hambre-en-el-hospital
[11] Ídem
[12] https://www.foodmonitorprogram.org/entrevista-un-mes-sin-probar-comida-en-el-hospital
[13] https://www.foodmonitorprogram.org/entrevista-quede-con-anemia-y-bajo-peso
[14] Ver más en: https://www.cibercuba.com/noticias/2022-04-21-u1-e43231-s27061-medico-muestra-comida-personal-guardia-hospital-cubano-ese; https://www.cibercuba.com/noticias/2020-06-14-u1-e43231-s27061-denuncian-mala-calidad-comida-les-dan-medicos-guardia-cuba; https://cubanosporelmundo.com/2023/06/14/medico-cubano-alimentacion-hospital/; https://twitter.com/EdCubaLibre/status/1167853922209423360?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1167853922209423360%7Ctwgr%5E678cea86f5d855ae96265b2cef9023a870d136b6%7Ctwcon%5Es1_&ref_url=https%3A%2F%2Fd-37386591261834386535.ampproject.net%2F2312012346000%2Fframe.html
[15] https://medium.com/entrega-de-guardia/entrega-09-a1e1ee990ddc
[16] Consultar al respecto: https://www.onei.gob.cu/anuario-estadistico-de-cuba-2022
[17]“Seguridad del paciente desde la cocina hospitalaria”, en: https://revistacientificasanum.com/pdf/sanum_v1_n1_a7.pdf