La pesca, un sustento amenazado en San Antonio del Sur
12 de diciembre de 2023
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a pesca es una de las principales actividades económicas
y fuente de alimentación para los habitantes de San Antonio del Sur, en la provincia de Guantánamo. Sin embargo, la situación alimentaria de este territorio es cada vez más compleja y difícil. Diversos factores que afectan la producción y el acceso a los recursos pesqueros ponen en jaque a este pueblo costero del oriente cubano.
La sobreexplotación de los recursos marítimos, las restricciones legales y la falta de infraestructura y equipamiento adecuado son algunos de los problemas que enfrentan los pescadores de San Antonio del Sur. De manera constante, ven disminuir la calidad y diversidad de sus capturas. Estos factores han generado una mayor vulnerabilidad y precariedad para los pescadores y sus familias, que dependen, en primera instancia, de esta actividad para su subsistencia.
La pesca, que representa una actividad tradicional y cultural para los pobladores de San Antonio del Sur, se realiza de diferentes formas: según el tipo de embarcación, los instrumentos y la zona de captura. Sin embargo, todas estas modalidades se han visto afectadas por la crisis que vive el municipio.
Uno de los testimonios que reflejan esta situación es el de José Luis, de 45 años, que se dedica a la pesca a cordel desde la orilla; modalidad muy practicada, aunque es la que menos rendimiento ofrece en cuanto a capturas e ingresos económicos. Según cuenta, sus capturas han disminuido considerablemente en los últimos años debido a que los peces se han alejado de la costa por la falta de alimento y la presión pesquera.
“Antes podía pescar unos 10 o 15 peces al día, pero ahora apenas si cojo 3 o 4. Los que quedan son pequeños, espinosos, y no se venden bien. Además, con la crisis la gente tiene menos dinero y no compra cualquier cosa. Yo tengo que ir acumulando lo que pesco durante la semana, para reunir alguito para venderlo por cantidad. Pero eso no me alcanza para mantener a mi familia. Lo que se vende es el sobrante de lo que se destina a la alimentación del hogar, que tampoco es mucho”.
Otro testimonio es el de Pedro, de 32 años, que se dedica a la pesca submarina con arpón. Esta tipología es más productiva que aquella a cordel desde la orilla o en bote, pues los pescadores se desplazan directamente hasta el hábitat de los peces. Si bien, es agresiva y depredadora, pues captura especies protegidas, estas se venden a precios elevados en el mercado negro. Pedro reconoce que su modalidad de pesca es más rentable, pero también más dañina para el medio ambiente y la biodiversidad.
“Yo puedo capturar hasta 6 kg de pescado por jornada, dependiendo de lo que encuentre. A veces me salen tortugas, manatíes o langostas, que son especies que están prohibidas, pero que se pagan muy bien. Yo sé que matarlos está mal, que le hace daño al medio ambiente y a la biodiversidad, pero es la única forma que uno tiene de ganar algo de dinero. Ah, y con la crisis actual todo ha empeorado, ahora hay más pescadores, menos pescados y más inspectores. Yo tengo que arriesgarme a que me multen o me quiten el equipo, pero no tengo otra opción. La pesca es lo único que sé hacer”.
Un tercer testimonio es el de Aníbal, de 54 años, que se dedica a la pesca con palangre; modalidad que consiste en utilizar una serie de cebos a lo largo de una línea madre. Aníbal explica que esta pesca es más selectiva y menos invasiva que la pesca submarina, pero también tiene sus dificultades y riesgos.
“Puedo coger unas 8 o 10 libras de pescado por salida, dependiendo de la suerte y el clima. A veces me salen pargos, jureles, o dorados, que son especies que se venden bien y que tienen buena demanda. Pero también hay veces que no sale nada, o que se rompe el cordel, o que viene una tormenta y hay que regresar. Además, con la crisis actual todo ha empeorado, ahora hay menos pescado y más competencia”.
Con respecto a la captura de especies protegidas, Aníbal recalca: “Yo trato de cumplir con las regulaciones, pero a veces es difícil”.
Estos testimonios denotan el difícil contexto en el que se desarrollan los pescadores del municipio de San Antonio del Sur, en Guantánamo. La pesca constituye el sustento de cientos de familias, que ven mermada su alimentación y calidad de vida por la escasez y el encarecimiento de los recursos pesqueros.
Además, la nueva Ley de pesca aprobada en 2022, lejos de beneficiar a los pescadores, les impone una serie de restricciones y obstáculos que ponen en riesgo su subsistencia y tradición. Los precios fijados por el gobierno local no son competitivos ni justos y los requisitos para obtener la licencia de pesca son excesivos y arbitrarios, por lo que los pescadores se exponen a posibles multas o decomisos.
Todo esto, sumado a la escasez y crisis económica que atraviesa el país, hace que la pesca sea una actividad cada vez más difícil y menos rentable. El Estado, en lugar de apoyar y proteger a los pescadores y sus familias, les crea más problemas que soluciones. Así, no solo se atenta contra el desarrollo económico y social de este sector, sino también contra la biodiversidad y el equilibrio ecológico de los ecosistemas marinos.
Ante este panorama, si no se toman medidas verdaderamente efectivas, la pesca en San Antonio del Sur seguirá siendo un sustento amenazado y, con él, una parte importante de la cultura y la identidad de este pueblo. La espiral de abuso a la que conduce esta situación afectará la rentabilidad de esta actividad a largo plazo. Sin embargo, los pescadores de San Antonio no parecen tener tiempo para pensar en el mañana, cuando muchas veces hoy no tienen para comer.