Hambre en las universidades cubanas
17 de octubre de 2022
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no de los pesos pesados de la propaganda del régimen cubano
Uno de los pesos pesados de la propaganda del régimen cubano es la calidad de su educación. Así, se ha vendido por décadas la idea de que la Revolución es una institución noble, que se preocupa por el desarrollo educativo y profesional de sus habitantes. Ejemplo de esto son las palabras del ya fallecido Fidel Castro, tras concluir la campaña de alfabetización el 22 de diciembre de 1961:
Cuando se dijo que Cuba iba a liquidar el analfabetismo en el solo término de un año, aquello parecía una afirmación temeraria, […]. Nuestros enemigos posiblemente se burlaron de aquella promesa, […]. ¡Y es verdad! […] habría sido una tarea imposible para cualquier pueblo del mundo, excepto que esa tarea se la hubiese planteado un pueblo en revolución. Solo un pueblo en revolución habría sido capaz de desplegar el esfuerzo y la energía necesarios para llevar adelante tan gigantesco propósito.[1]
En este discurso se puede ver cómo desde los mismos inicios del proceso “revolucionario” cubano la intención de los líderes del país fue impulsar la educación como una conquista que sería imposible sin la existencia del propio proceso. La educación en Cuba ha sido promocionada como una de las mejores del mundo. La excelencia de sus profesores y centros educativos es defendida incluso por organismos internacionales, los cuales la han abalado, financiado y promocionado.[2]
Esta reputación ha propiciado que miles de jóvenes extranjeros elijan este país para cursar de manera completa o parcial sus estudios. Durante 2020, según el medio digital Cubaperiodistas, 9 580 extranjeros se encontraban realizando sus estudios universitarios en Cuba y más de 75 000 ya se habían graduado.[3]
De manera paralela, también miles de profesores imparten clases de diferentes niveles educativos que, aún bajo la fachada de ayuda solidaria, le reportan al país ingresos valorados en decenas de millones de dólares.[4] Un parte importante de estos profesores son de la enseñanza superior, por lo que es de suponer que, en conjunto con los ingresos por educar extranjeros en el país y enviar profesionales al exterior, este tipo de enseñanza ingrese una significativa cantidad de divisas al país.
En contraste con la importancia de este sector para la economía y la imagen del país, a día de hoy, la mayoría de las sedes universitarias de la Isla se encuentran en una situación alimentaria precaria. Más allá de eslóganes o cifras, la realidad palpable es cada vez más visible gracias a las redes sociales.
Ana es una estudiante de la Universidad de Oriente que, por motivos de seguridad, no ha querido revelar la carrera que cursa. Su familia ha invertido mucho esfuerzo en su formación y no puede arriesgarse a tener problemas en su facultad. Sobre la realidad que estan viviendo ella y sus compañeros, relata:
En el comedor nos dan desayuno, almuerzo y cena a los estudiantes becados. La calidad es pésima y muy poca la cantidad para un estudiante. No sé que se da en el desayuno pues nunca voy, prefiero comprar algo en una de las cafeterías frente al rectorado. El almuerzo y la cena es más menos lo mismo: arroz, potaje, algo de vianda, algunas veces algo de plato fuerte, mermelada y pan de vez en cuando. Al final todas las noches salgo a comer en alguna de los paladares y fondas que hay cerca de la residencia estudiantil. La mayoría de mis compañeros no tiene esta posibilidad y sé que a veces han tenido que acostarse con el estómago vacío.
Aunque los negocios particulares de paladares y cafeterías cerca de las instalaciones educativas brinden servicios casi las 24 horas del día, sus precios son elevados e inaccesibles para utilizarlas como sustitutos de la alimentación que debiera suministrar la Universidad. El pan con queso, una de las opciones más baratas, puede costar entre 100 y 200 pesos. Comer uno de estos panes cada día, los treinta días del mes, ya sería más que la media salarial de un trabajador.
Claudia estudió en la Universidad de Ciencias Informáticas, conocida popularmente como la UCI.
En la UCI había días en que no había desayuno, luego de almuerzo nos daban un huevo hervido con un poco de arroz y por la noche lo mismo, pero con un pan. Así no se puede estudiar. Eso pasó varias veces, incluso un muchacho puso una foto de su bandeja en Facebook, pero ni así la dirección del centro tomó cartas en el asunto. La exigencia de los profesores es alta y con esa dieta lo mismo te daba dolor de cabeza que una hipoglicemia en el aula. Yo no podía estar así si quería graduarme.
Durante su etapa de estudiante tuvo que hacer mil inventos para no pasar hambre. Primero, se desempeñó como alumna ayudante; luego, empezó a cobrar por realizarle los trabajos de inglés a sus compañeros.
“Con eso luchaba una tierrita, pero poca cosa para los precios que había y que se habían disparado a partir de la reordenación monetaria”. Fue camarera en un bar y también pintaba uñas en su cuarto. Al final, encontró un trabajo los fines de semana en la guardería en la que trabaja hoy y lo mantuvo incluso durante la realización de su tesis. Aunque apenas tenía tiempo, no podía perder ese empleo pues la paga era buena y con ella ayudaba también a la alimentación en su casa en una provincia del oriente de Cuba.
Agustín es estudiante en la Universidad de Camagüey. Desde que comenzó sus estudios ha visto cómo cada día la cantidad y calidad de los alimentos que recibe es menor. “La Universidad no deja de sorprenderme. Cuando entré, en el desayuno daban dos panes, hace un tiempo solo dan uno y hoy solo tuvimos medio pan”. Lo mismo es aplicable para el resto de las comidas.
Un día no nos dieron plato fuerte, a las dos semanas volvió a pasar. Desde entonces eso se ha vuelto una práctica frecuente y no queda otra que adaptarse. Es muy caro comer fuera de la Universidad y en la beca está prohibido cocinar. Yo he pasado hambre y no le tengo miedo a eso, ya estuve en un preuniversitario becado en el campo. Eso sí, cuando me gradúe me voy cruzando fronteras. Después del hambre que he pasado, yo aquí no le trabajo a nadie.
Como Ana, Claudia y Agustín, miles de estudiantes y profesores que se encuentran becados en las universidades de todo el país se enfrentan a una pregunta: ¿vale la pena estudiar y pasar hambre? Desde diferentes medios independientes se ha informado de cantidades significativas de estudiantes que abandonan sus estudios universitarios, muchos de ellos para salir del país.[5]
Las razones son muchas. Pero, definitivamente, la precariedad de la educación cubana y la perspectiva de graduarte para trabajar por un salario que apenas alcanza para comer, son cuestiones de peso en las conciencias a la hora de tomar una decisión de este tipo.
Esta realidad no parece tener solución a corto plazo. Recientemente, a través de diferentes canales oficialistas, se informó a la población que desde el 1 de octubre de 2023 las condiciones alimentarias y energéticas de la Isla iban a entrar en un estado crítico. La crisis de combustibles que afronta el país contribuye a que disminuya la oferta de alimentos y se encarezca mucho más su producción, transportación y precio de venta.
Junto a toda la propaganda o fama mundial que se les da, las universidades cubanas cargarán también con el hambre de sus estudiantes.
[1] “Fidel Castro: ‘Sin educación, realmente no puede haber Revolución’”, en http://www.cubadebate.cu/especiales/2022/12/22/fidel-castro-sin-educacion-realmente-no-puede-haber-revolucion-fotos-y-video/.
[2] “UNESCO reconoce sistema de educación en Cuba durante el 2020”, en http://www.cubadebate.cu/noticias/2021/01/04/unesco-reconoce-sistema-de-educacion-en-cuba-durante-el-2020/#:~:text=La%20Organizaci%C3%B3n%20de%20Naciones%20Unidas,varias%20ocasiones%20durante%20el%202020.
[3] Maribel Acosta y Roberto Chile: “Resistencia: Cuba en cifras”, en https://www.cubaperiodistas.cu/2020/04/resistencia-cuba-en-cifras/.
[4] Alejandro Martínez: “Cuba ingresa 35 millones de dólares anuales por servicios educativos en el exterior”, en https://www.cubaenmiami.com/cuba-ingresa-35-millones-de-dolares-anuales-por-servicios-educativos-en-el-exterior/.
[5] “Casi 20% de universitarios abandonaron carrera en Sancti Spíritus en 2022”, en https://www.cibercuba.com/noticias/2023-06-20-u1-e208574-s27061-casi-20-universitarios-abandonaron-carrera-sancti-spiritus.