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El futuro de la producción de alimentos en Cuba

05 de enero de 2022

Canel hace un llamado a “mantener los logros obtenidos en la lucha”, después uno de los años “más desafiantes”. Además de los lugares comunes, propios de cualquier discurso político, el reconocimiento de las dificultades por las que pasó el pueblo cubano en el año pasado fue particularmente difícil.

 

En materia de alimentación, la inflación del peso cubano, la escasez de importaciones de trigo y de otros granos, la dudosa calidad de la carne picada vendida y la entrada en vigor de una ley que supuestamente va a coadyuvar en la producción y el consumo de alimentos, bajo la consigna de la “soberanía alimentaria”, fue una de las crisis más graves que ha sufrido Cuba desde el llamado “Periodo Especial en Tiempos de Paz.”

La agricultura ha sido uno de los sectores más afectados, no sólo en 2022, sino desde que el calendario oficial comenzó a enumerar los “años de la revolución.” En 1968 (Año del Guerrillero Heroico) se había establecido el plan agrícola más ambicioso que hubiera conocido La Habana. Se trataba del famoso “Cordón”, cuyo objetivo era la creación de una siembra alrededor de la capital cubana que incluía principalmente café, gandul, plantas frutales y otros cultivos, además de ganadería. Con esta iniciativa, el gobierno de Fidel Castro buscaba una aproximación similar a la postulada, años más tarde, de soberanía alimentaria, en pleno contexto del embargo económico. El proyecto fue pregonado en todas las cadenas de radio y televisión, locales e internacionales, entonces existentes. Tal vez fuera un mal portento tanta pompa para esta formidable empresa.

El Cordón de La Habana fracasó, no una, sino dos veces. El café Caturra no arraigaba, pues la tierra era muy pedregosa. Los árboles frutales no rindieron sus frutos. Silenciosa y paulatinamente, se fue abandonando. Actualmente, nada de ese grandioso proyecto queda.

Desde 1987 (Año 29 de la Revolución) se implementaron políticas de agricultura urbana, con el fin de ofrecerle una alternativa al pequeño productor privado. Antes de esa fecha, toda la producción de alimentos estaba centralizada y pertenecía abiertamente al Estado. Incluso antes de la caída de la URSS, en 1989, el régimen tenía dificultades para alimentar a toda su población. En los 30 años que llevaba, su impacto había sido insignificante.

A pesar de todo, en el año que acaba de finalizar, los dirigentes cubanos insisten en la implementación de este sistema inventado por Raúl Castro. Es, para ellos, una herramienta fundamental para la puesta en marcha de los planes contemplados en el marco de la Ley de Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional. Las disposiciones de este sistema incluyen técnicas que usaban las poblaciones europeas bajo la ocupación del ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial: plantar en macetas y jardines; cualquier trozo de tierra aprovechable debe ser utilizada para el cultivo, reutilización de espacios domésticos para la cría de animales de corral. El objetivo de esta “técnica de supervivencia” es que más de un millón de parcelas y patios sean destinados a la explotación agrícola y "autosuficiente". Para lograrlo, ya no dependerá del gobierno central, pero tampoco de la iniciativa privada, sino de los gobiernos locales que deberán velar por el uso de cerca de 12000 hectáreas (irrisoria cifra, comparada con los 2 millones de hectáreas de tierra para cultivo y ganadería con los que cuenta Cuba) cuyo uso será organizado para los diferentes tipos de cultivos de organológicos, cultivo intensivos y cultivos semi protegidos.

El 2022 fue el peor año de producción de alimentos en Cuba. La producción de La Habana fue de cerca del 1% de la producción total del año. A modo de ejemplo, provincias como Granma y Santiago de Cuba, que cuentan con granjas urbanas, presentan índices de seguridad alimentaria bajo, según una encuesta realizada por el equipo de Food Monitor. En la provincia de Granma, la mayoría de las personas gasta entre 5 y 15 horas a la semana para obtener alimentos, tiempo que dedican a desplazarse, ubicar, esperar en las colas y comprar. En la provincia de Granma, la gran mayoría de las personas (94%) perciben que siempre hay desabastecimiento de productos esenciales. En Santiago de Cuba, las cifras de percepción de desabastecimiento son similares (84%).

¿Qué se pretende con las políticas de “descentralización” de la producción agrícola? Díaz-Canel, en un momento de sorprendente sinceridad, se mostró escéptico sobre las medidas legislativas. “El problema es que tenemos tres leyes: tenemos una Ley de Soberanía Alimentaria y no hay alimentos. Vamos a aprobar mañana o pasado mañana, mañana (sic), una ley, o se supone que aprobemos, una ley de fomento ganadero y no hay ganado. Y tenemos una ley de pesca a la que se refirió el ministro de la Industria Alimentaria y no hay pescado.” En el mismo discurso, frente a la Asamblea Nacional, el presidente reconoce que no es por medio de “multas y restricciones” sino llevando alimento “a las mesas de los cubanos” la manera en la que se muestra la eficacia.

Si lo que pretende, en efecto, es llevar alimento a las mesas de los cubanos, tendría que liberar las restricciones de importación, producción y distribución de alimentos. En otras palabras, debería quitarle el monopolio a GAESA, Grupo de Administración Empresarial S.A., que de anónima no tiene nada. Este megaconglomerado le pertenece a las fuerzas militares (el portal El Toque tiene un video donde explica cómo funciona). GAESA es una institución que parece estar por encima de la ley, pues no rinde cuentas a los “órganos de control” del Estado cubano. ¿Por qué es importante, para la alimentación de la población cubana, acabar con este monopolio? Se estima que GAESA tiene una participación de cerca del 40% en el producto interno bruto de Cuba. Así, es en parte responsable de la comercialización y distribución de alimentos, de insumos para la elaboración de alimentos y de los necesarios insumos agrícolas que tanta falta hacen para la producción autosostenible en Cuba.

La descentralización no puede ser simplemente el encargar a los gobiernos locales de poner en regla la producción de alimentos en las provincias cubanas. Poco o nada sirve que siga siendo el régimen, en su aborrecible versión burocrática, el que tenga el control de la producción de alimentos.  Si se quiere llevar alimento a la mesa de los cubanos, de poco sirve que una población, fatigada por la espera, ahora tenga que estar bajo el yugo de otro de los lentísimos compases de la administración estatal.

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n un video oficial, que se puede ver en YouTube, Miguel Díaz-

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