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Cuba única: paraíso turístico y la realidad opresiva

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06 de julio de 2023

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 n las últimas décadas, hemos viso una creciente tendencia 

entre los países de todo el mundo: el uso de la "marca país". Esto es considerado como herramienta estratégica para promover su imagen, atraer inversiones y turismo. El uso de la marca para un Estado se ha convertido en una poderosa herramienta de diplomacia y posicionamiento global, ya que los gobiernos comprenden cada vez más la importancia de gestionar su reputación y contar una historia convincente sobre lo que representan.

 

La marca país se ha convertido en una estrategia importante que busca generar la diferencia por medio de historias convincentes sobre la identidad, cultura y valores. Si bien su uso puede generar debates sobre simplificación y ocultamiento de realidades, una marca país auténtica y transparente puede potenciar su desarrollo.

 

Sin embargo, en un mundo donde las imágenes y las palabras tienen el poder de moldear nuestra percepción, hay quienes utilizan astutamente la estrategia de la Marca País para ocultar la verdad detrás de una fachada atractiva y seductora. En especial, las dictaduras como la de Cuba se han convertido en expertas en vender una imagen idílica que oculta la violación de derechos humanos, la pobreza y la represión. Actualmente el régimen recorre el mundo con su campaña #CubaÚnica en donde además de vender la belleza natural de la isla, la cual es innegable, esconde bajo la alfombra la realidad de la sociedad cubana.

 

Fue a inicios de 1990 cuando expertos en marketing comenzaron a aplicar las técnicas de branding utilizadas por las empresas a la “venta” de los países, comprendiendo que una imagen clara y atractiva podía influir en la percepción de sus pares y en el comportamiento de los consumidores internacionales.

 

Esta estrategia es como un traje elegante que un país decide ponerse para presentarse al mundo, que en algunas ocasiones resulta ser un disfraz. Se trata de una estrategia de comunicación y marketing que busca resaltar las fortalezas y atractivos del lugar. Contiene elementos como la cultura, la historia, el patrimonio, la gastronomía, la naturaleza y las experiencias que un país puede ofrecer. Busca despertar emociones y generar una conexión emocional con los potenciales visitantes, inversionistas y consumidores internacionales.

 

Es utilizada como una herramienta estratégica para atraer turismo, inversiones, promover el comercio y fortalecer la reputación de un país. Se mide a través de índices internacionales como el Nation Brands Index (NBI) u otras empresas como Future Brand Country Index quienes evalúan la imagen y la reputación de las naciones a nivel global. Vale la pena mencionar que la Marca País  se diferencia de las campañas específicas, esta última se enfoca en promocionar eventos, productos o servicios puntuales, mientras que la Marca País abarca una visión más amplia y duradera de la identidad y el posicionamiento del país, en resumen es una marca paraguas.

 

Algunos ejemplos de estrategias de promoción de países y campañas exitosas incluyen el enfoque de Nueva Zelanda con su iniciativa "I am New Zealand", resaltando la belleza natural y el compromiso con la sostenibilidad. Por otro lado, Suecia ha tenido éxito con su campaña "Visit Sweden", enfocada en su estilo de vida minimalista y su estrecha relación con la naturaleza. En América Latina, Costa Rica ha destacado con sus campañas dirigidas a destacar como "la puerta al paraíso", promoviendo el ecoturismo y la biodiversidad. Estas campañas han logrado atraer la atención y despertar el interés de personas de todo el mundo, generando un incremento en el turismo y las inversiones hacia estos destinos.

 

Pero, también debemos tener presente que en nuestra sociedad actual, donde las representaciones visuales y el lenguaje poseen la capacidad de influir en nuestra percepción, es posible usar la Marca País para encubrir la realidad detrás de una apariencia atractiva y cautivadora. En particular, regímenes dictatoriales como el de Cuba han perfeccionado la habilidad de comercializar una imagen idealizada que disimula la violación de los derechos humanos, la pobreza y la opresión.

 

Bajo el régimen cubano, los medios de comunicación y la información están controlados, limitando la visibilidad de la realidad y promoviendo una imagen distorsionada del país. Se silencian las voces disidentes, se persigue a quienes se atreven a cuestionar el sistema y se ocultan las carencias y la desigualdad que enfrenta la población en su vida diaria. La Marca País de Cuba se convierte así en un disfraz que pretende encubrir las violaciones de derechos humanos y la falta de libertad que sufre la ciudadanía.

 

La Marca País de Cuba ha sido una estrategia desarrollada y promovida por el régimen cubano desde hace décadas. Su origen se remonta a la era de Fidel Castro, quien impulsó una imagen revolucionaria y romántica del país, enfocándose en elementos como la música, el Che Guevara y la resistencia ante el imperialismo. Esta imagen ha evolucionado con el tiempo, adaptándose a las necesidades y cambios políticos, pero siempre manteniendo una narrativa de autenticidad cultural y lucha contra la opresión.

 

Es crucial reconocer que esta marca es una construcción artificial que busca encubrir una realidad opresiva y violatoria de derechos humanos. Las postales de playas paradisíacas y coloridos edificios coloniales pueden resultar engañosas para aquellos que desconocen la situación real del país. Las campañas turísticas y promocionales venden una imagen de alegría y autenticidad, mientras que los cubanos enfrentan dificultades para acceder a alimentos básicos, medicamentos y servicios esenciales.

 

Es así como esta estrategia se convierte en una herramienta para perpetuar el poder y control del régimen, mientras se niega la voz y la dignidad de su propio pueblo. Es una estrategia peligrosa que desvía la atención de las violaciones de derechos humanos y la represión sistemática, presentando una imagen distorsionada y atractiva que despierta el interés de los turistas y los inversores, pero oculta la verdad que yace detrás de los carteles promocionales.

 

El dilema de visitar un país como Cuba se vuelve aún más complejo cuando se confrontan las riquezas culturales y naturales que posee con la realidad de un régimen represivo. Cuba cuenta con un patrimonio histórico y cultural único, con una música contagiosa, una arquitectura colonial cautivadora y una rica tradición culinaria. Sin embargo, el disfrute de estos aspectos no puede ignorar el sufrimiento de aquellos que luchan por la libertad y los derechos fundamentales.

 

Es necesario cuestionarnos el papel que desempeñamos como turistas y consumidores. ¿Podemos realmente disfrutar de unas vacaciones sin cuestionar las condiciones en las que viven las personas en ese destino? ¿Podemos obviar la realidad de la represión y la falta de libertades bajo un régimen dictatorial? El viajar a Cuba plantea un conflicto difícil de resolver, donde las contradicciones entre las maravillas que se nos presentan y la realidad que se esconde se vuelven evidentes.

 

Es importante recordar que un régimen dictatorial no representa a la totalidad de la sociedad. Detrás de la Marca País y del poder opresivo, existen personas valientes y luchadoras que buscan un cambio y anhelan vivir en libertad. La Marca País de Cuba no puede definir la esencia de su gente, que a pesar de las dificultades cotidianas, demuestra resiliencia, creatividad y solidaridad.

 

Hoy, donde las imágenes y las narrativas pueden ser manipuladas y hacerlas creíbles con mayor facilidad, debemos tener ojo crítico y cuestionar lo que nos venden. Es un deber como consumidores de información y turistas abrir los ojos, investigar más allá de la fachada atractiva y no permitir que nos engañen. Solo así podremos construir un mundo en el que la Marca País sea un reflejo genuino de la identidad y los valores de una nación, y no una cortina de humo para ocultar sus oscuros secretos.

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